sábado, 26 de enero de 2013

La idealización en el enamoramiento

Todo estado de enamoramiento pasa por un proceso denominado: idealización.

Podemos definir la idealización como un proceso transitorio de distorsión de la realidad que afecta a la forma en la que vemos al ser amado, dándole un valor extremadamente positivo, negando cualquier atisbo de fallo en su personalidad. La idealización es un sesgo en las atribuciones de las conductas del enamorado, es decir, todo lo bueno que hace el otro se debe a su personalidad agraciada y todo lo negativo que podamos intuir se debe a factores externos “él no es así, son las circunstancias que le llevaron a comportarse de esa manera”. Por lo que el ser amado no hace nunca nada malo y si lo hace no se debe a su personalidad.

Con la idealización creemos ver en el otro lo que nos falta o complementa, lo que encaja con nuestras perspectivas de lo que es una pareja y de lo que puede ser con él una relación, vemos lo que queremos ver, lo que necesitamos ver. El otro se convierte en una figura moldeada por nuestras expectativas y deseos, no es real, es una imagen ideal, más tarde la propia realidad se encargará de redefinir quien es el otro, en su verdad intrínseca. No queremos ver en el enamorado nuestros propios fallos, nuestras frustraciones presentes y pasadas, por lo que construimos un futuro tan bello como irreal, pero necesario, en un principio.

Este proceso es necesario para poder mantener después un estado de apego con la persona enamorada, ya que si desde el principio viéramos todos los fallos de forma objetiva, muy posiblemente frenaríamos el proceso de seguir conociéndolo pues seguramente no nos compensaría. Con la idealización, nuestro cerebro gana tiempo para empatizar con el otro, cogerle cariño e iniciar  un estado de admiración que es el que protegerá al enamoramiento en su recorrido. Nos engañamos a nosotros mismos en pro de ganar tiempo para que después al ver al otro tal y como es, ya se haya producido un vinculo difícil de borrar, pues al mirar atrás recordamos todo lo bueno del otro y esto nos será útil para cuando comiencen las dificultades  en la convivencia; la idealización promueve un saldo positivo sobre la relación, del que hay que tirar cuando estalla una crisis.

Así cuando estamos idealizando al otro es cuando más cerca queremos estar, cuando más cosas queremos hacer a su lado, cuando más brilla el sol en nuestras pupilas. Es un tiempo ganado, una remuneración amorosa, un plan de pensiones para cuando aparezcan las "vacas flacas".

Y a parte de ver al otro como el ser magnifico, también él muestra su parte positiva, es un doble proceso. Puesto que queremos enamorar al otro y por ello mostramos lo mejor de nosotros, acallamos nuestras pequeñas locuras que puedan asustar al enamorado y encima este nos ve como seres superiores, es la conjunción perfecta para el crimen perfecto.

Pero esta idealización no dura siempre y la realidad acaba imponiéndose. Esto conlleva a que la pareja ha de ir reestructurando la visión del amado, conforme se convive con él, puesto que un cambio brusco, es decir, ver de repente al amado tal y como es sin que haya ido produciéndose una acomodación, es un golpe muy fuerte que puede acabar con la relación. Por ello lo ideal es que este proceso se vaya produciendo lentamente, progresivo, para que la pareja se acomode a la verdadera personalidad del otro, sin traumas ni desengaños.

Una idealización sobre el otro equilibrada, conlleva a que el enamoramiento siga su curso sin problemas y que al pasar al periodo de realidad, no surjan grandes traumas ni desengaños, puesto que las expectativas, aunque altas, no eran desorbitadas. Por el contrario una idealización exacerbada puede contribuir a un desengaño mayor, pues ya se sabe que la caída duele más cuanto más altos estamos.

En definitiva, la idealización es necesaria para adquirir un futuro vínculo de apego con el ser amado, es un saldo a favor, pero esta debe ser equilibrada y ha de ir cesando gradualmente para no chocar de manera frontal con la realidad y que se produzcan desengaños y traumas que afecten mortalmente a la relación.

domingo, 6 de enero de 2013

A esa pequeña melancólica que se cruza en mi camino.

No puedo explicar porque elegí ese camino, no me gusta creer en el destino ni en la fatalidad de que la tostada siempre cae por el lado de la mermelada, no tengo supersticiones en mis bolsillos y me da dentera creer en hadas, pero no puedo explicar porque sabía, antes de llegar, que caminaría hacia ti sonriente como si te conociera de toda la vida o como si la vida nos conociera a los dos y quisiera presentarnos formalmente. No puedo explicar porque tu melancolía se respiraba en el aire, como el olor del pastel de unos dibujos animados y yo con los pies por encima del suelo, igual que un fantasma embriagado, me acercaba a ti. Y te vi. Con esos ojos vivos, con esa cara de pequeña, con esos brazos abiertos y nos quedamos sorprendidos y desde entonces no quisimos despegarnos, por si acaso era un sueño, un espejismo, o las ganas de sexo que nos hacían creer que alguien estaba al otro lado. Después te convertiste en fuego, en saliva, en piel, lubricando todo mi estado, y necesitábamos contárselo a la almohada. Esperamos sin dormir hasta que las ruedas y el volante de esta aventura nos condujeron al mar, a la soledad, a la pasión desesperada.

Hoy aun nos quedan ganas de volver a conocernos cada día un poco más, a emborracharnos sin querer mientras el sol nos invita a entre-cerrar nuestros ojos a causa de su fuerte vitalidad, a comer pequeños bocadillos que nos duran una eternidad, a sonreír y volver a besarnos. Quieres hacerme el amor me dices, mientras sonríes coqueta e intensa y yo te muerdo la oreja para no dejarte pensar en otra cosa que no sea imaginarnos a ambos desnudos en alguna playa nudista de las afueras de nuestro ser.

Y te alejas, pero intuimos que volveremos a conectar, pese a los miedos del pasado y las incertidumbres del futuro, porque al fin y al cabo somos valientes, y deseamos ser compatibles al entrelazar las manos, al arrojar ideas y al saborear el placer del erotismo carnal y salvaje. ¿Será la ventana de tu cuerpo compatible con la persiana del mío? Sabes que deseas averiguarlo, espérame donde te dije y pronto lo sabremos.

viernes, 4 de enero de 2013

La importancia de la honestidad en las relaciones afectivas.

Según la Real Academia Española la palabra honestidad hace referencia a aquel que es decente, decorosorecatadopudorosorazonablejustorecto honrado. Es una cualidad humana que ensalza la sinceridad y la verdad. La persona honesta busca la verdad para sí mismo y para los demás.

El pensador chino Confucio distinguió tres tipos de honestidad:

Ø  Li (nivel superficial): acciones encaminadas a cumplir los propios deseos, demostrando sinceridad en ello.
Ø  Yi (nivel profundo): conocido como la bondad. No se persigue el propio interés sino alcanzar el principio moral de la justicia, a través de la reciprocidad. La persona es honesta consigo misma con respecto a sus obligaciones y deberes.
Ø  Ren (nivel más profundo): conocido como empatía, donde la persona ha de autocomprenderse primero para después poder comprender a los demás. Se basa en la frase: “trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti”.

Así pues una persona honesta busca la verdad, la ofrece y para ello se basa en la bondad de sus acciones, apoyándose en la reciprocidad y la empatía, alcanzando dicha honestidad cuando primero se conoce a sí mismo para después conocer y respetar a los demás.

Y en las relaciones de pareja la honestidad ha de ser la base de su vínculo, de la que se parte y a la que se llega con sinceridad, esfuerzo y motivación. Y como hemos dicho, esta se alcanza primero, conociéndose uno mismo, sabiendo que se desea de la vida, estando al tanto de nuestras propias emociones, sensaciones y sentimientos, no camuflándolos ni engañándonos a nosotros mismos, ni reprimiéndolos. Pues cuando reprimimos o camuflamos lo que sentimos o necesitamos, estamos autoengañándonos y engañando a nuestra pareja, fomentando el alejamiento y la separación, ya que al esconder lo que deseamos o sentimos, vamos acrecentando una bola de frustración y desdicha la cual acaba explotando y arrasando con nosotros, con la pareja y en definitiva con la relación.  

Entonces debemos mostrarnos sinceros con el otro, exponiendo que necesitamos y que sentimos, no de forma impulsiva, sino eligiendo el momento adecuado con la intensidad conveniente, controlando pero no reprimiendo. Si lo hacemos de esta forma, nuestra pareja sabrá en todo momento quiénes somos y qué necesitamos, nos conocerá y reconocerá y la relación podrá ser fluida, reciproca, empática y envuelta en complicidad, y todos estos ingredientes ayudan a que nuestra historia de amor sea sana y saludable.

Y recuerda: “Tú eres lo mejor que te ha pasado en la vida”, si aprendes a conocerte y a quererte, podrás ser honesto contigo mismo y con los demás, y alcanzarás la intimidad y madurez necesaria para mantener un vinculo sano con las personas que te rodean, entre ellas, tu pareja.

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.