martes, 13 de septiembre de 2016

El error fundamental de la postura sexual del 69 desde la visión del mindfulness.

Nuevos vestigios culturales nos acompañan cruzando desde occidente a oriente y viceversa. Entremezclamos saberes en esta nueva cultura globalizada. La diversidad se hace patente cuando nuestros memes[1] y genes revolotean de un lugar a otro, desde el punto cero hasta sus antípodas. Nuestras formas de pensar, de creer, de actuar se modifican, sobre todo en aquellas mentes plásticas, que desean absorber, criticar e interiorizar. Nuestra sexualidad, pese a ciertos intentos malintencionados de momificarla, también es plástica, también cambia, mediatizada por estos devenires científicos en ocasiones, y/o meramente por modas populares.

Descansaba en el suelo pedregoso del Festival Rototom Sunsplash[2], observando la charla que Orlando Rodrigo, instructor de meditación y terapeuta transpersonal, daba sobre mindfulness[3]. Comentaba que el ser humano nunca se detenía a pensar en su presente, en el ahora, que siempre vivimos, o bien, anclados al pasado o pensando en qué vamos a hacer mañana. Nunca nos detenemos en el aquí, en cómo me siento ahora, qué estoy viviendo, qué percibo. Nos dejamos invadir por los estímulos, tenemos la mente en mil sitios, no saboreamos nada. No nos detenemos a paladear el café de la mañana, solamente, sin leer periódicos, ni charlar, ni ver la televisión, únicamente concentrándonos en el sabor amargo y dulce, degustando cada sorbo.


Para que entendiéramos hasta que punto hay que disfrutar del ahora, centrándonos tan solo en aquello que hacemos, nos ponía el ejemplo de que hasta para ir al baño a defecar, nos llevamos libros, móviles o cualquier elemento para pasar el rato, en vez de detenernos en disfrutar del hecho tan humano-animal y placentero que es expulsar nuestros excrementos. No somos capaces de poner nuestra conciencia plena en nada de lo que hacemos.

En ese instante, me surgieron dudas sobre ciertas posturas sexuales que quizás no puedan disfrutarse completamente,  puesto que debemos hacer varias cosas a la vez y nos cueste poner la atención plena en lo que estamos sintiendo. Me vino a la cabeza la postura del 69.

Como sabemos, en esta postura practicamos un doble “sexo oral” (felación-cunnilingus, felación-felación, cunnilingus-cunnilingus), requiere por tanto la participación de dos personas para llevar a cabo dicha postura placentera. Si atendemos al hecho, de que para mantener la conciencia plena, debemos detenernos en aquello que estamos haciendo o sintiendo, dejando otros estímulos fuera, para realmente sentir un gozo centralizado ¿es posible estar en lo que se está, si al mismo tiempo que paladeas el manjar que tienes delante, tienes que estar atento a las caricias húmedas que estas recibiendo?

Desde la visión del mindfulness, posiblemente nos estén avisando de que quizás esta carismática postura, no es la ideal para sentir un goce completo, pues al mismo tiempo dos placeres tan intensos pueden estar dificultando la conciencia plena de lo que nos llevamos entre manos (bocas). Puede ser más placentero concentrarte en practicar por entero un cunnilingus, que la otra persona lo sienta plenamente, que tú degustes siendo consciente de lo que haces y cómo lo haces y después, si ambos lo desean, recibir tú esas caricias placenteras ¿Ha sido toda la vida un timo esto del 69? ¿Se pueden hacer dos cosas a la vez sintiéndolas plenamente? ¿Hemos sido conscientes de este “medio-disfrute” o realmente es una exageración lo que nos propone el mindfulness?


Sea como fuere, toda práctica llevada a cabo desde la elección mutua, desde el respeto a uno mismo y al otro y desde la visión erotofílica del placer sexual, es bienvenida, “bienpracticada”. Podemos incluir o no el “69” en nuestras vidas, siempre que disfrutemos, que despleguemos nuestro potencial mapa erótico, que hallemos placer en dar y recibir, sea este plenamente consciente o no.


[1] Este término fue acuñado por Richard Dawkins en su libro “El gen egoísta” para designar a la unidad de información cultural que los seres humanos vamos transmitiéndonos, como paralelismo al término genes.
[2] Festival de reggae que se celebra en Benicàssim.
[3] “Mindfulness es una cualidad de la mente o más bien la capacidad intrínseca de la mente de estar presente y consciente en un momento determinado, en un momento en que cuerpo y mente se sincronizan totalmente en un instante de realidad presente” (Instituto Mindfulness, 2011).

viernes, 9 de septiembre de 2016

La Filiolatría. Cuando la mirada de atracción del otro, provoca que nos atraiga.

El ser humano es capaz de enamorarse de múltiples maneras. De la explotada maniobra fílmica, denominada “flechazo”, hasta la tranquila y lánguida amistad que se transforma en un deseo de conocer al otro, desde otra vertiente más erótica. Incluso, podemos sentir algo en el mismo instante que vemos en los ojos del otro, un atisbo de atracción hacia nosotros. Es lo que podemos denominar como filiolatría o adoración de la atracción.

Podemos definir filiolatría como la adoración que sentimos al percibir en el otro, una atracción física hacia nosotros. Es en ese instante, cuando nos damos cuenta, que el otro puede ser una fuente de atracción erótica. Este fenómeno puede explicarse desde tres vertientes: desde la isopraxis, desde la comunicación no verbal visual y desde el poder de la expresión emocional.

Entendemos por isopraxis  la imitación corporal que hacemos del otro. Esta aparece de manera espontánea (quinésica) y no mímica, es decir es involuntaria y se produce cuando el otro nos agrada. El ser humano suele imitar los movimientos de las personas que nos atraen o interesan. La isopraxis provoca que veamos a la persona, que nos está imitando involuntariamente, como no agresivo, de nuestro bando, próximo, por lo que puede inducir a que sin saber porqué, esta nos caiga bien o nos atraiga.  Por esta razón puede producirse un doble juego de atracción. El otro nos mira con deseo erótico y al percibirlo, entonces y solo entonces, empezamos, por isopraxis, a sentirnos atraídos por él. Quizás, antes nos pasó desapercibida o incluso la habíamos avistado, pero no nos resultó atrayente, hasta que no nos fijamos en cómo nos miraba.

Desde otro ángulo, este tipo de atracción puede aparecer después de una breve comunicación no verbal de tipo visual. Diversos estudios han constatado que cuando algo o alguien nos atrae, nuestras pupilas se dilatan con el afán de captar, de una manera más nítida, aquello que acontece, en este caso, la cara de la persona que nos gusta. En el instante en el que observamos al otro mirándonos con sus pupilas dilatadas, puede que provoque en nosotros cierta atracción. Esto lo corroboran otros estudios sobre la fuerza de las pupilas dilatadas, en la atracción inicial. En esta investigación, a unos sujetos (dos grupos) se les dio a valorar la belleza de la cara de otras personas. Al primer grupo, se les suministraron unas imágenes de rostros sin pasar por el photoshop y al segundo grupo, imágenes con rostros, en las que habían sido retocadas las pupilas, agrandándolas. Los resultados mostraban que cuando las pupilas habían sido ampliadas, estas personas eran percibidas como más atractivas. Sólo tenemos que recordar, los ojos agrandados del gato de la película Shrek, cuando nos manipula para parecer entrañable y zalamero. Al mirarnos, con sus pupilas dilatadas, la persona que  siente atracción por nosotros, puede inducirnos a que se nos despierte algo por dentro y sentir, en ese preciso instante, una mutua atracción.

Por último, el fenómeno de filiolatría puede provenir de las emociones y las neuronas espejo. Estas neuronas son las que hacen que el ser humano sea empático, pues al ver las emociones en los demás, provocan reacciones similares en nosotros. Son las causantes de que una película de miedo, nos de miedo (si es relativamente buena) o que cuando vemos al protagonista pasarlo mal, nos aparezca ese incómodo nudo en la garganta. Estas neuronas nos ayudan a captar e interpretar las expresiones faciales en los demás. Nuevas investigaciones apuntan, que una de las cosas que nos atraen de los demás, son las expresiones de sus emociones. Nos resultan más atrayentes las personas expresivas que las que tienen una belleza estandarizada. Si tuviéramos que elegir entre una persona bella pero poco expresiva y otra no tan agraciada pero más expresiva, muchas personas seleccionarían esta última propuesta. Ver en el otro una expresión de atracción hacia nosotros, puede provocar que al ver ese rostro, nos sintamos atraídos, por el hecho de que las expresiones emocionales de los demás nos atraen y más si esa expresión la hemos incitado nosotros.

La filiolatría, es un fenómeno fugaz, de un aparente ensimismamiento y egocentrismo, pues nos acaba atrayendo aquella persona que se siente atraída por nosotros, por el mero hecho de mostrarlo con su rostro o sus gestos. Puede que estemos preparados para advertir que el otro siente algo hacia nosotros. Pero no podemos olvidar, que la atracción erótica solo es un paso más hacia cumbres más profundas. La filiolatría puede llevarnos a un espejismo fraudulento, y lo que sentimos en un instante, en otro instante, aun más fugaz, lo haga desaparecer. 

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.