Podemos
definir discusión como un dialogo de
posturas enfrentadas donde cada una de las partes expone sus argumentos y desea
ser entendido, comprendido y aceptado, intentando aceptar la postura del otro.
Una discusión no implica que ambos miembros deban pelearse, pues la pelea surge cuando se pasa del dialogo
amistoso al enfrentamiento de egos, con la intención de imponer nuestro criterio
por encima del otro, apoyados en la premisa básica de no escuchar.

Y
la pelea surge cuando dejamos de tener claros nuestros objetivos en la discusión. Si por ejemplo nuestra pareja llega
sistemáticamente tarde a cada cita que planeamos con ella, puede ser normal que nos sintamos irritados, frustrados
y dolidos, pero si utilizamos esta rabia y frustración como lanzadera de
nuestros deseos de que el otro entienda nuestro enfado, el resultado más que
posible es que no consigamos nuestros objetivos, puesto que si le gritamos, le
insultamos y criticamos su personalidad, ¿estamos teniendo claro cuál es el
objetivo de la discusión? ¿Qué pretendemos al gritar e insultar, qué el otro
entienda nuestra postura o qué se ponga a la defensiva y no quiera escucharnos,
además de estropear la velada y de levantarnos ambos en armas? Por ello es
básico antes de comenzar a discutir, tener claros los objetivos de esta, pues
si deseamos que nuestra pareja sepa cómo nos sentimos cuando llega tarde a
todas nuestras citas, puede ser más efectivo no intentar atacarle provocando
que se ponga le a la defensiva sino manteniendo un dialogo directo, sin
criticas y ofreciéndole alternativas
de conducta, como por ejemplo que nos avise con tiempo si ve que se le va a
hacer tarde.
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Así
pues tener claros los objetivos de una discusión, sabiendo que lo que queremos
es arreglar el problema y no causar más daño, es básico para que una pelea no
aparezca. Debemos preguntarnos pues ¿Qué pretendo? ¿Cuál es m objetivo? Mi objetivo,
¿es hacer daño al otro o que entienda mis sentimientos? ¿Qué es más efectivo,
gritar, insultar o atacar su personalidad o decirle como nos sentimos por un hecho
concreto y que conductas puede hacer para remediar nuestro malestar?
En
el caso de que nosotros seamos los serenos, calmados, pacientes y que tengamos
siempre claros los objetivos de nuestra discusión y es la pareja la que se
nubla y se pierde entre la ira y el recelo, podemos plantearle la misma
cuestión, con modales, tacto y de forma cariñosa, preguntándole: ¿Cuál es
realmente tu objetivo, que nos enfademos o que solucionemos este problema?
¿Crees que de esta manera como lo estas planteando podemos llegar a escucharnos
y solucionarlo? Insisto, siempre desde el cariño, respeto y alejados de la ironía
y de una comunicación no verbal incoherente con la pregunta, si lo hacemos de
esta manera y con un tono de voz suave, podemos desarmar a nuestra pareja y
ayudarle a reflexionar sobre sus formas de llegar al objetivo real.
En
definitiva si queremos mantener a raya las peleas con nuestra pareja,
familiares y amigos, debemos tener presente cuál es nuestro objetivo a la hora
de ponernos a discutir y no perderlo nunca de vista, aunque empecemos a
acalorarnos, en este caso, para, reflexiona y pregúntate: ¿Qué pretendo con
esta discusión? ¿Cuál es mi objetivo?, después podrás continuar más calmado y
sobretodo más centrado.