Toqué con los dedos Zion, la ciudad prometida, estuve en ella, me enamoré de ella. No quería saber nada más de babilonia, la ciudad corrupta, no quería saber nada por fin de sus vicios, de los personajes corruptos que en ella habitan, de las ganas de engañar al que dicen que aman, del alcohol nocturno, de sus humos, de las miradas lascivas de una noche, que al día siguiente se convierten en miradas de vergüenza, pudor y horror, de vagar tambaleándome como si las sombras me confundieran a cada minuto que se hacia más oscuro. Salí de aquel infierno porque ella me tendió una mano, escapé del lodo.
Zion es preciosa, te hace sentir pleno, limpio, sano, amable, grácil, alegre, comprensivo, te hace sentir que se puede confiar de nuevo en el ser humano. Las reglas para estar allí en aquel maravilloso lugar son confusas, azarosas y apenas inteligibles para las personas, pero hay una regla básica, estar dispuesto a dar amor, ofrecer respeto, cariño y apoyo al otro, eso no implica que aún dándolo, siendo el mejor amante, no te puedan echar en cualquier momento, te pueden desterrar incluso no equivocándote nunca, en cualquier instante puedes estar de vuelta a babilonia, apenas sin saber porqué.
Y es a Babilonia a donde estoy a punto de volver.
Estos días se celebra mi juicio, en este momento me encuentro preso entre cuatro paredes a la espera de la resolución de mi sentencia. Se me acusa de haber amado fielmente a alguien, de haberlo dado todo por la otra persona, se me acusa de no haber pensado un poco más en mi, se me acusa de que lo primero para mi es estar a gusto en una relación por encima de otras muchas cosas, se me acusa del paso del tiempo, del olvido, del poder estar bien lejos de mi.
Estas cuatro paredes son horrorosas, el decorador tiene un gusto horrendo, las ha pintado color tristeza, agonía, con toques de desesperación, realmente no apetece nada estar aquí encerrado, uno desea saber ya que veredicto han resuelto, hacia donde se dirige mi destino, es una agonía que te hagan esperar así.
Anoche recordé como era Babilonia, por eso no pude dormir. Lo único bueno de Babilonia es que en cualquier momento sin saber ni cuándo ni dónde alguien maravilloso puede rescatarte de nuevo, quizá pase mucho tiempo hasta encontrar una frágil muñeca con su frágil mano con sus delgados dedos a los que esté dispuesto a agarrarme de nuevo.
Sueño con que aún se me quiere en Zion y que esto es solamente una confusión tonta de los jueces sentenciadores. Lo malo de haber conocido Zion es que ya no quieres conocer más lugares y mucho menos volver a Babilonia, pero seguramente en este instante ya este viajando de Zion a Babilonia. Oigo pasos, alguien lentamente se acerca hacia mi celda.......
Oh! Cuan desagradecida es la gente que habita en mi morada,solo viene de pasada, se le ofrece cobijo y aguas de todos los colores y se marcha despreciando...acaso no conociste a Zion en uno de tus viajes por Babilonia?.Sé cauto pues algun dia puedes volver mendigando nuevamente;se te recibira como siempre, con la hospitalidad acostumbrada, vodka redbull o naranja caballero?donde te han llamado a ti caballero si no ha sido aqui...mecaguen,mecaguen,mecaguen.
ResponderEliminarAtentamente, el alcalde de Babilonia
volveras volverassss volverassss.....ola!!!!! que tal?? maletas...vuelves? te estabms esperando ,esta noche toca...sigue bailando miamorrr tu sabes qe a mi me gusto tu danceee!!!! hiaaaa!!!!
ResponderEliminarEl eterno retorno. Babilonia siempre te recibe con los brazos abiertos pero no te regala un higado de repuesto.
ResponderEliminarSupongo que a seguir bailando, pero por dentro luchando contra mi mal.
Os quiero más que a hulk hogan.