Se acabó el silencio de la madrugada y aunque sigo sin oír nada por dentro de mi brota una humeante sensación de victoria, miré mi cuerpo, lo sentía, estaba vivo, conseguí salir indemne, al fin y al cabo aquellas heridas no me mataron, solo me desangraron en parte, expulsando tras de sí el veneno de la indiferencia, del odio y de la desesperanza.
Hoy me alisto en una nueva batalla, una batalla de desconocidos secretos, inexploradas miradas y nuevos aconteceres, llevo mi casco de las grandes cruzadas, esta vez me protegeré con un escudo de cautela y un traje de serenidad encubierta en una amplia sonrisa, soy ya un viejo guerrero que sabe lo que es sufrir la maratón de la espera, el desgarro de la desilusión y la punzante aguja de la nueva verdad que te arranca una lagrima y te desgarra las costillas hasta hacerte suplicar clemencia por esa mirada de desprecio.
Este guerrero que se había cansado de batallar, que no encontraba sentido ya al sabor metálico de la sangre, que los golpes no le provocaban arrebatos salvajes de adrenalina, que se canso de ir a lomos de su caballo llamado Incondicional, este guerrero se enfunda de nuevo su espada de alegría, su hacha de esperanza y su coraza de vida y se dirige hacia los labios de ella lentamente, suave, eterno….
Bien por la nuevas ganas de escibir nuevas historias, un beso!
ResponderEliminarSobre tu comentario,
ResponderEliminarquizá esa pareja ya estuvo enamorada, no hay mas peligro que el daño que se estan haciendo al seguir con esos enfermizos encuentros.
Saludos!
Es que quién quiera ver como guerra el amor, la tendrá perdida...
ResponderEliminarSaludos desde la ausecia.
amén hermano :)
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