jueves, 9 de abril de 2009

Eso es exactamente lo que quiero hacer.

Él le dijo: dime qué quieres saltar conmigo en la cama hasta que se rompa el suelo y caigamos encima del cielo.

Ella le respondió: eso es exactamente lo que quiero hacer.

Así una noche más ambos viajaron entre los aspavientos de los molinos que convertían las manzanas en minúsculas grietas de ternura, hasta llegar a cruzarse, mirarse y concretar nuevamente la promesa de nunca prometerse nada por si fallaban y estropeaban aquel galáctico encuentro ya que las promesas destruyen más que las verdades a medias y que las mentiras enteras.
En el equipaje de aquel sueño real se encontraba una luciérnaga que les guiaba el paso por el infinito, ancho y recóndito universo, sabían que el día que esa luciérnaga dejara de transmitirles luz se perderían y cada uno por separado vagaría sin remedio y con desdicha por aquel paraje oscuro hasta encontrar un bar donde olvidar lo que les llevó a entrar en él.
Pero ahora no era momento de pensar en finales, sino reconocer que cada encuentro era un nuevo inicio hacia lo sutilmente conocido y lo ampliamente inexplorado, un viaje que al fin y al cabo no les llevaba más de unos pocos kilómetros de terreno y unos cientos de miles de kilómetros de ilusión.

Ella le dijo: sígueme.

Él le respondió: eso es exactamente lo que quiero hacer.

1 comentario:

  1. Eres un romántico y un moñas. Me encanta el texto. Ya lo había leído, pero ahora además te comento.

    Un beso

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