martes, 14 de febrero de 2012

La energía ambivalente que te transforma.

Es un poder, una fuerza, una atracción casi inevitable, confluyente, sinérgica, lúdica, erótica, una masa interna que envuelve toda tu presencia, cambia tu mirada, tus anhelos, tus pasiones, transforma a cada una de tus neuronas, convirtiéndolas en más pasionales, obsesivas, impunes, mágicas, modifica tu estatus, tu signo, tus ambivalencias. Es una energía mayúscula que se apodera de todo tu ser, si no sabes de lo que hablo es que nunca has estado enamorado.

Algunos no creen en esta fuerza, saben de ella por canciones, creen que es un mito, una utopía, dejar de ser persona para convertirse en otra cosa, en una energía que transforma todo lo que toca, no saben que aquello pueda existir y sobre todo no saben del poder de seducción y envolvimiento que otorga a quien lo tienta con un simple dedo.

Es puro, asombroso, una delicia para los sentidos, una delicia para la salud, pero también es voluble, cambiante, embaucador como el vino, pero provocador de terribles resacas, si no se usa con moderación. Es alto y bajo al mismo tiempo, es noble e impúdico, es apacible o se convierte en un vendaval intolerable, hace reír y llorar, te despreocupa o te tiene en vilo toda la noche. Es un juguete pero también una de las bombas más mortíferas, no tiene instrucciones pero son tan necesarias que sin ellas uno se siente perdido. Es el enamoramiento.

Unos no quieren encasillarlo, desean tenerlo en una burbuja de ensoñaciones románticas, no quieren saber que es producto de la química de nuestros cerebros, quieren cerrar los ojos y vivirlo, sin que nadie les cuente la película, sin que nadie les cuente el desenlace, no quieren instrucciones, quieren nadar sin manguitos y sin guía, pero corren el riesgo de ahogarse, de ser envueltos por la marea, de ser completamente destruidos, o de provocar la destrucción en los demás, se ciegan a sí mismos y a los que les rodean, viven de peligrosas falacias, como que el amor es sufrido para ser sentido, lo tienen en tan alto pedestal que pronto se desilusionan, porque el amado no cumple con las expectativas de lo que para ellos es el amor, lo ven un fraude, culpan al otro, en vez de a su creencia sobre este sentimiento, se autoengañan, siguen pensando que el amor es perfecto, que brilla por sí mismo, que tiene una batería inagotable, se equivocan porque no tienen el libro de instrucciones. No saben que el amor puede agotarse, que necesita ser recargado continuamente, que no brilla por sí mismo, que necesita de dos seres para hacerlo relumbrar, que es complejo, con miles de cables que significan miles de cosas y que provocan cambios constantes tanto internos como externos. Uno debe manipularlo con cuidado, debe nutrirse y equiparse antes de madurez, necesita poseer equilibrio, autocontrol, empatía y usar la razón. Si el corazón domina, también domina el impulso y con él la posibilidad de la lágrima y el dolor. El amor no es indomable, debe ser apaciguador y apaciguado para funcionar, cuando es entendido no provoca furia, ira, rabia, provoca anhelo, calma y serenidad mental.

Para amar hay que estar equipado, no protegido pero si equipado. Si te propones querer a alguien sin este equipaje corres el grave riesgo de desintegrare o desintegrar al otro en una espiral de desconcierto, lucha de egos y rabia contenida, pues lo que no se entiende, frustra y la frustración provoca enfado, dolor y cólera, siendo este coctel la semilla del fracaso. El amor es todo poderoso y por ello necesita corazones y mentes preparadas para saber sobrellevarlo y así poder disfrutarlo plenamente.
El amor es una energía ambivalente, capaz de provocar lo mejor y lo peor en nosotros, pero si sabemos encauzarlo, llegaremos al destino anhelado, la felicidad. Requiere esfuerzo, lucha y una gran dosis de fuerza, pero si se logra, este sentimiento rodara por ti suave e increíblemente revelador.

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