Resumiendo brevemente y simplificando (puesto que no procede dar una clase de neuroanatomía) podemos decir que el ser humano se enfrenta a su mundo social e interpersonal a través de dos vías, la vía inferior y la superior.
La vía inferior, digamos que está gobernada por la amígdala cerebral, esta forma parte del sistema límbico , y su papel principal es el procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales, es decir controla el miedo, la ira y las sensaciones básicas que alertan al cuerpo a luchar o huir, por lo que está implicada en las emociones negativas, y en asociar estas emociones negativas a otros aspectos ya aprendidos, también se encarga de gestionar emociones positivas. Esta vía opera de forma veloz, impulsiva, automática, quedando por debajo del umbral de la conciencia, en palabras llanas, esta vía provoca en nosotros respuestas rápidas e irreflexivas, de las que posteriormente podemos arrepentirnos.
De la vía superior podemos decir que está gobernada por la corteza prefrontal que se encarga de la intencionalidad de nuestra conducta, implica que podamos pensar en lo que está sucediendo y provoca que tengamos una conducta flexible, en esta vía también entra en juego el área orbitofrontal, pero para no extenderme solo mencionaré que también es parte importante de la vía superior y podemos entenderla como la estación de relevo entre ambas vías (se encarga de afectos, sentimientos, recompensas, entre otras funciones). La vía superior opera de forma más lenta, deliberada y sistemática, considerando los sentimientos de forma más detenida, reflexionando sobre lo que esta ocurriendo.
Una de las diferencias más significativas entre ambas vías se encuentra en que la vía inferior es menos exacta porque lo que le importa es responder con velocidad y la superior responde más lentamente en pro de la exactitud.
Pues el ser humano se enfrenta a la sociedad y a sus relaciones interpersonales con estas dos vías. Cuando nos sentimos atraídos por alguien, cuando respondemos con un improperio de forma irreflexiva, cuando discutimos acaloradamente y de manera automática, cuando tenemos nuestras primeras impresiones a cerca de alguien o cuando quedamos contagiados por los sentimientos de los demás estamos usando la vía inferior. La vía superior sirve para protegernos de los problemas que nos pueda causar la vía inferior, se activa cuando prestamos atención deliberada a alguien, cuando queremos responder sopesando nuestra respuesta, sirve para comprender nuestro propio estado de ánimo y lo que ocurre alrededor.
Tenga en cuenta que los pocos ratos de ocio que tiene nuestro cerebro los usa para recordar momentos sociales, pensar en quien queremos, recordar momentos alegres y en definitiva en situaciones que nos han ocurrido en presencia de los demás, es decir el divertimento preferido de nuestro cerebro cuando no le damos trabajo, es pensar en los seres queridos y en historias acontecidas con ellos, en palabras de Goleman “en la revisión de nuestra vida social”.
Por lo que para nuestro cerebro la vida social es muy importante y necesita de estas dos vías para que podamos entendernos con los demás, socializarnos.
Una vez entendidas cada una de las vías, la cuestión que debemos hacernos es: en una discusión con nuestra pareja ¿cuál de las dos vías es preferible utilizar?
Cuando discutimos irreflexivamente, es decir utilizando la vía inferior, corremos el riesgo de arrepentirnos de lo expulsado por nuestra viperina boca, puesto que lo dicho no pasa por el escáner del pensamiento reflexivo y podemos hacer bastante daño a nuestra pareja, parece lógico pues, que si queremos discutir un tema con nuestro amor, deberíamos utilizar la vía superior, ya que esta reflexiona, medita y procesa la información de lo que está ocurriendo tanto dentro de nosotros como fuera, es mejor tardar en responder a nuestra pareja, recapacitar y sopesar la contestación para después serenamente soltarla. Hasta aquí todo parece lógico, dejarnos llevar por la amígdala en una discusión parece una mala opción, pero ¿puede que al sopesar la respuesta hagamos más daño a nuestra pareja?, la respuesta es sí. Podemos ser capaces de meditar nuestra respuesta, ser fríos, para al final dar un golpe bajo meditádamente, provocando más daño aun que si hubiéramos respondido de forma irreflexiva. No hay nada que cause más dolor que alguien te haga daño a conciencia, siempre perdonaremos con mayor prontitud un improperio que proviene de la irreflexividad y la impulsividad (vía inferior) que un ataque derivado de la vía superior, es decir meditado.
Puesto que la finalidad de una discusión es poner en común dos puntos de vista enfrentados para hallar una solución factible sin que nadie salga perjudicado, ni herido, ni humillado, parece lógico que usar la vía superior para causar más dolor es la peor de las soluciones, quizás en este tipo de mentes habite mucha frustración, desolación y desamor. Con la vía inferior está claro que no solucionaremos el problema, la impulsividad no ayuda a buscar soluciones positivas, por lo que debemos utilizar un punto intermedio: la corteza orbifrontal, invocando a Goleman de nuevo, esta “determina nuestra acción después de enterarse de cómo nos sentimos con alguien, inhibiendo la primera respuesta instintiva, que podría llevarnos a actuar de modo que luego lamentaríamos”. Es decir, con esta corteza ponemos freno a la impulsividad, reflexionamos e intentamos solucionar el problema.
Para concluir, si vamos a discutir con alguien a quien apreciamos, dejemos de lado nuestra primera respuesta rápida, es decir obviemos a la amígdala, tranquilicémosla, no nos dejemos llevar por ella, que puede que nos arrepintamos de nuestra respuesta después, cuando estemos más serenos; digamos que los seres más civilizados son los que mantiene a raya a su amígdala y la sosiegan a tiempo (pensemos en la amígdala como en el Hulk que todos llevamos dentro, no lo despertemos). Mejor utilizar una contestación, aunque más lenta (que puede llegar incluso a desesperar al contrincante amoroso ávido de respuesta) pero más reflexiva y siempre usarla para el bien común y no para destruir aun más el amor deliberadamente.
Parece que la vía superior junto con la corteza orbitofrontal, bien utilizadas, pueden ser los grandes aliados para que nuestras discusiones acaben en buen puerto, sin sentimientos heridos, ni corazones rotos. Utiliza la cabeza (prefrontal), nunca mejor dicho, si vas a discutir con alguien que amas.
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