El tiempo puede ser una de las causas de la aparición de una crisis en la pareja, pero más que el tiempo en sí, la forma de vivir este dentro de la relación. El profesor de Psiquiatría y Psicología Walter Pasini habla de estados o ritmos sincrónicos o asincrónicos en la pareja, para referirse a la concordancia o discordancia de ritmos temporales que usa esta a la hora de enfrentarse a la vida.
Una pareja es sincrónica cuando ambos por ejemplo, están enamorados al mismo tiempo, sienten que desean estar unidos por igual y su ritmo en este caso es convergente, mientras que asincrónica seria la pareja en la que uno está enamorado y desea estar a solas con su amado, pero el otro miembro ha pasado de nivel y quiere abrirse más al mundo, al estar en ritmos temporales diferentes o divergentes puede causar una serie de conflictos y problemas que promuevan el nacimiento o mantenimiento de una crisis.
Según Pasini las parejas de hoy deben encontrar sus tiempos y sincronías ya que tienen que saber satisfacer mutuamente sus necesidades afectivas, para él: “Hoy la pareja es “fluctuante”, y tiene que encontrar por sí mismo sus ritmos”. Y esto por un lado es un trabajo individual pues cada persona tiene su propio ritmo idiosincrático y por otro lado es una responsabilidad compartida, pues muchas veces para llegar a ritmos semejantes requiere de diálogo, negociación y aceptación. Como dice el autor: “Todas las historias de amor deben encontrar nuevos caminos, nuevos ritmos. Y ya desde el primer encuentro empiezan a enfrentarse con la difícil sincronización de las costumbres y las necesidades individuales, tanto en público como en privado”.
Para Pasini hay varias circunstancias en las que una pareja puede mostrase sincrónica o asincrónica, veamos las que nos han parecido más relevantes.
Tipos de sincronía-asincronía en la pareja
Tipo de enamoramiento. El primer atisbo de sincronía o asincronía se encuentra en la fase inicial de la mayoría de parejas: el enamoramiento. Los dos polos opuestos del enamoramiento, oscilan entre enamoramiento rápido y total, al miedo a conocer al otro y a comprometerse (ambos extremos pueden acabar siendo patológicos: la filofobia y la adicción al amor). Y a esto se suma una nueva forma de conocer a alguien, los encuentros por internet, que crea nuevos ritmos a la hora de conocer y de enamorarnos de una persona. En definitiva, si un miembro de la futura pareja desea un encuentro intimo desde el primer momento, mientras que la otra parte es mucho más cauta y quiere ir muy despacio, por el miedo al compromiso, por ejemplo, pueden producirse ya las primeras previsiones de conflictos y quizás la pareja ni siquiera llegue a consolidarse.
Expectativas: progresivas o regresivas. Toda persona tiene ciertas expectativas sobre lo que quiere de la vida, de la relación y del cónyuge y para Pasini estas expectativas son unas de las dificultades temporales más importantes para la vida en común de la pareja. Un miembro de la pareja tiene expectativas progresivas cuando desea avanzar, madurar y evolucionar, no tiene miedo a los cambios pues más bien los desea. Un miembro de la pareja tiene expectativas regresivas cuando desea detener su progresión y los cambios se convierten en un obstáculo. Si las expectativas de cada miembro se sincronizan, no hay ningún problema, pues convergen, pero cuando las necesidades progresivas de uno choca con las regresivas del otro, la crisis puede dar comienzo, pues lo más probable es que los conflictos estén a la orden del día. Ya vimos que, en su mayoría, Gottman denomina a estos conflictos problemas irresolubles, que pueden ser conscientes/ exteriorizados o inconscientes/soterrados, en este último caso la pareja no sabe que deseos internos están provocando la crisis o el conflicto y son estos los problemas irresolubles más complejos, aquellos que esconden deseos internos inconscientes que están siendo desaprobados o enfrentados a los deseos del otro cónyuge. La solución que ofrece Gottman, es la de aceptar estas diferencias, el sentido del humor, la tolerancia y saber convivir con estas expectativas o deseos divergentes. Cuando un miembro es progresivo y el otro regresivo están condenados a chocar si no llegan a mantener acuerdos y negociaciones que satisfagan a ambos y en caso de ser un problema irresoluble, la necesidad imperante de aceptarse mutuamente.
Convivencia: relojes internos y relojes externos. Las parejas que deciden irse a vivir juntas se enfrentan a las costumbres idiosincráticas del otro, pues una cosa es el periodo de amantes que conviven juntos solo los fines de semana o una noche romántica y otra cosa bien distinta la convivencia diaria con las costumbres y ritmos de cada uno de los participantes, pues al vivir juntos descubrimos los “cronómetros interiores” del amado y estos pueden ser muy distintos, es decir muy asincrónicos. Una persona puede necesitar una hora entera para acicalarse antes de salir y la otra en diez minutos esta lista y desesperada, esto es un ejemplo claro de cómo funciona cada ritmo individual, otra diferencia es la hora de acostarse, un miembro más vespertino puede desear quedarse hasta tarde despierto y el otro miembro con un ritmo matutino a las diez de la noche desea caer en los brazos de Morfeo, al despertar el vespertino quiere retozar más tiempo en la cama con el amado, pero el miembro matutino está desesperado y desea levantarse y hacer cosas útiles, esto es otro claro signo de ritmos dispares y asincrónicos, que pueden parecer triviales, pero para algunas parejas acaban convirtiéndose en el gran caballo de Troya a combatir. Estos ritmos comentados son de carácter interno, pues se basan en relojes internos que cada persona posee, pero también pueden surgir problemas con los denominados relojes externos, cuando son las circunstancias exteriores las que dominan la situación, por ejemplo cuando la pareja posee horarios laborales opuestos, uno trabaja por la mañana y el otro por la tarde, con lo que acaban viéndose realmente poco y puede ser un grave signo de desavenencias, provocando depresión, llantos y desaparición del deseo. Si los relojes internos y externos suponen un grave problema de convivencia lo mejor es acudir a un especialista que pueda valorar las pautas adecuadas para la solución o adaptación al conflicto.
Amor extranjero. Algunas parejas formadas por dos miembros de culturas dispares, también pueden tener sus ritmos asincrónicos y deben sincronizar sus costumbres para ahorrarse más de un disgusto. Cosas tan triviales como la disparidad a la hora de comer o cenar o ir a dormir, pueden convertirse a la larga en sentimientos de amargura y desilusión si no se dialoga para intentar converger en este tipo concreto de costumbres.
Comunicación intima. Hombres y mujeres utilizan la comunicación de forma distinta, la mujer como centro de relajación y para entablar vínculos estrechos y el hombre para resolver problemas y de forma instrumental: transmitir información. Esta diferencia entre hombres y mujeres provoca que la comunicación muchas veces se vuelva asincrónica, pues ella desea expresar sentimientos y sentirse escuchada y él solo quiere resolver conflictos y pasar rápido de página para relajarse haciendo algo instrumental, provocando el desconcierto en ambos cónyuges, fomentando la aparición de una crisis comunicacional. Entender que somos distintos es la clave para tolerar estas diferencias.
Actitud ante los conflictos. No discutir nunca puede ser más conflictivo que acalorarse de vez en cuando, puesto que toda pareja tiene sus diferencias, desavenencias y asincronías y las parejas que no discuten, más que presumiblemente lo que están haciendo es negar o evitar el conflicto, situación que crea a la larga más problemas que ventajas, porque antes o después un miembro de la pareja explota o lo que es más terrible, el sentimiento de soledad se apodera de la relación, ya no conocemos con quien dormimos pues la falta de comunicación nos ha apartado tanto que ya no nos reconocemos. Por lo que es importante que la pareja discuta de vez en cuando para poner sobre la mesa que necesita cada uno y con respecto a la asincronía, lo importante es como discute esta pareja. Un miembro de la pareja puede ser demasiado efusivo o directo y el otro muy inhibido e indirecto, por lo que hay que aprender a discutir sin poner en peligro la relación. Según Pasini: “El problema es que no todos riñen de la misma manera. En la pareja puede ocurrir que cuando él está dispuesto a hacer las paces ella siga aún rencorosa y arisca, o al revés. Claro que con los años se aprenden también los ritmos de la agresividad en la pareja, pero no siempre ocurre así”. Y lo más decisivo en una riña es cuando ha de establecerse el punto y final, la pareja debe saber acabar un conflicto, sobre todo si el problema se está volviendo circular y sin solución (recuerde a Gottman), la diferencia está en que quizás un miembro puede perdonar y calmarse pero el otro sigue albergando ira y resentimiento. Debemos aprender los ritmos que sigue nuestra relación en cuanto a los conflictos para acomodarlos y que no perjudiquen el matrimonio.
Vida pública y vida íntima. Para Pasini, que la pareja encuentre una forma de pactar en lo referente a la vida pública y privada es crucial para que el amor continúe intacto. Hay personas que enfocan su vida al exterior de la pareja como puede ser conseguir un buen trabajo con ascensos progresivos u obtener dinero para vivir bien, posponiendo sus necesidades intimas, como tener hijos. Otras personas están más enfocadas en cuidar su vida intima, por encima del resto de cosas, priorizando su mundo privado, haciendo del hogar un lugar cálido y seguro. El problema surge cuando ambos miembros de la pareja son asincrónicos a este respecto, a un miembro le encanta quedarse en casa y dedicar tiempo a la relación, mientras que el otro miembro se afana por trabajar o salir de casa para volver tarde, chocando los tiempos públicos con los privados inevitablemente. Cuando un miembro está volcado en su trabajo y queda en situación de paro este hecho puede ser fuente de desavenencias o de mayor unión en la relación. Los hombres pueden acusar el paro afectándole a su vida sexual, pues al perder el empleo pueden sentir que también pierden su virilidad, no siendo un problema de erección sino de deseo, que ha quedado inhibido a causa de la depresión de no tener o encontrar trabajo. Por su lado la mujer al perder el empleo puede sentir la angustia de sentirse de nuevo encerradas en casa. Sin embargo a veces la situación de desempleo ocasiona que la pareja se una más, pues la necesidad de superar un obstáculo juntos puede favorecer que ambos recuperen su complicidad e intimidad. Y otra circunstancia que puede crear desavenencias profundas es la necesidad de tener un hijo. Cuando un miembro desea tener un hijo y el otro no puede provocar la disgregación dolorosa de la pareja.
Por lo comentado hasta ahora podemos entender la importancia que tienen nuestros ritmos internos y externos a la hora de convivir en pareja, nuestras costumbres y las circunstancias externas son variables lo suficientemente potentes como para provocar desavenencias serias, inicios y mantenimientos de crisis o si hay sincronía, promover que la pareja fluya en un mar saludable.
Por último vamos a añadir que debe de hacer una pareja para que perdure en el tiempo según Walter Pasini. Para este autor lo más importante es que el matrimonio no pierda la capacidad de novedad y de sorpresa, renovarse continuamente es el secreto. La pareja debe prestar seria atención a la rutina, pero el énfasis está en qué pensamos a cerca de esta rutina conyugal, pues como él mismo indica: “Todos los rituales que marcan el tiempo del matrimonio (desayuno o leer en el sofá) se pueden considerar vulgares rutinas o la esencia misma de la vida en pareja. El secreto consiste en darle a la vida diaria esa complicidad empática que será el verdadero cemento de la vida en común, aunque los ritmos sean un poco discordantes”. En definitiva: “Saber gozar de los ritmos cadenciosos del vivir juntos es el secreto “temporal” de los matrimonios que duran”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja tu comentario, es valioso.