viernes, 4 de octubre de 2013

Decidimos bailar.

Y dimos el paso, con los pies juntos al mismo compás, con la misma energía y con la vergüenza del que sabe que todo puede cambiar. 

Pero alegres, decididos, sin pronunciar la palabra tabú por si se nos erizan los pelos del alma y nos arrepentimos de bailar a la par, y aquí estamos mirándonos fijamente, sonriendo, danzando, estimulando nuestras cavidades ocultas, con ganas de que el mundo se paralice y nos aplauda.

Nada te detiene, ni el parón de la música a causa del fallo de electricidad que nos producen las confusiones de la comunicación ambigua, nada me detiene, ni los silencios incómodos de los recuerdos que nos ocasiona saber que estuvimos a punto de ser otros, distintos, con otros recuerdos y otras caricias ajenas.

Bailamos porque hemos decidido unirnos, sin terceros pies que nos hagan la zancadilla, pues sobran las multitudes ahora que entendemos como es el baile de dos. Cómo es el baile que tú me enseñas, cómo es el baile que yo te muestro, como dos energías que se fusionan apagando las miradas deshonestas de los demás. Baila un poco más y quédate dormirá a mi lado. 

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