Podemos entender ética como un juicio de valor sobre qué es
lo que está bien y qué es lo que está mal, discernir lo que nos conviene de lo que no nos conviene.

Los valores y principios morales son los caminos que nos guían para alcanzar
una socialización plena y adaptada al entorno social en el que vivimos. Según
van cambiando y avanzando las costumbres de las poblaciones estos principios se
transforman con ellas, pudiendo hablar de tipos de moralidades: represivas, permisivas,
liberalistas, etc.
La moral y la ética son elementos inherentes de la humanidad al igual que la sexualidad y por ello nos planteamos la cuestión de si la sexualidad actual necesita de una ética y moral, de unos principios y valores concretos que guíen a los seres humanos en esta parcela de sus vidas y vivencias: ¿se hacen necesarios? ¿Qué puede ocurrir si los obviamos?
La moral y la ética son elementos inherentes de la humanidad al igual que la sexualidad y por ello nos planteamos la cuestión de si la sexualidad actual necesita de una ética y moral, de unos principios y valores concretos que guíen a los seres humanos en esta parcela de sus vidas y vivencias: ¿se hacen necesarios? ¿Qué puede ocurrir si los obviamos?
Corremos el riesgo de entender
estos principios y valores sobre la
sexualidad como algo privado que cada uno cultiva, partiendo de la idea de ser un campo puramente subjetivo
en el cual nadie debe entrar a imponer sus creencias. El riesgo es sobre todo
para los más jóvenes pues pueden quedar a merced de modas como la
comercialización de la sexualidad, del capitalismo sexual, del consumismo sin
escrúpulos y del libertinaje sexual, confundiendo la libertad individual con el
libertinaje salvaje y egocéntrico. Por ello desde la educación hablamos de la educación en valores la cual desea
que los jóvenes hallen una vida personal y social equilibrada, desde la
libertad y la solidaridad, respetando los límites de esta libertad,
dignificando la sexualidad y fomentando que puedan enfrentarse de forma
crítica a la realidad.
Educar en valores, desde una
ética y moral del respeto, la
tolerancia, la diversidad y la dignificación de la sexualidad se hace
plenamente necesaria.
Varios caminos hemos ido
adoptando en occidente con respecto a la sexualidad y su manera de entenderla
moral, ética y antropológicamente, sin ánimo de ser exhaustivo veamos estos
caminos[2]:
1)
Modelo
represivo: cultura judeocristiana. Idea básica: la sexualidad es negativa y
dañina, salvo el sexo para la reproducción dentro del matrimonio. El hombre es visto como: impetuoso,
desbordante, atrapado bajo el instinto carnal el cual si deja crecer dentro de
sí arruinará su moral, por lo que hay que educar en la represión de los instintos. Comprenden
que el hombre es débil y comete fallos, por lo que pueden ser perdonados ante
el arrepentimiento. La masturbación y prostitución son vistas como vías para el
desahogo. La imagen de la mujer: no
tiene sexualidad, solo útero. Destino: ser virgen, soltera, esposa y madre,
casta y asexuada. No está permitido la
fantasía sexual ni para hombres ni para mujeres.
2)
Modelo
burgués: Doble moral burguesa: la sexualidad es buena para los varones pero mala para las
mujeres. El discurso oficial acerca de la sexualidad es negativo, pero en círculos masculinos es positivo y en el
que impera el fanfarroneo y la competición de ver quién es el que más mujeres
consigue seducir para conseguir favores sexuales. La imagen de la mujer es doble, están las puras y
castas nombradas madres y esposas, las cuales sirven para el matrimonio y las “putas”
que son las que se dejan seducir y asumen su sexualidad sin pudor, estas
segundas son para las experiencias extramaritales.

Nuestra sociedad actual arrastra
mitos sexuales provenientes de los tres modelos, pues cada uno de ellos trata
de una manera parcial y reduccionista al ser humano de manera general y a la
sexualidad en concreto. Ninguno de estos tres modelos parece funcionar
actualmente ya que no ayudan a que las personas se desarrollen de manera sana e integral.
Estos modelos tienen ciertas
semejanzas, pero también notables diferencias con los tres modelos clásicos de la antropología
sexual:
1) Emancipador: liberación del sexo de las garras del Estado y la Religión. Ataque a la moral represora y religiosa tradicional. La sexualidad es una necesidad biológica que ha de ser liberada y no reprendida. Liberación sexual como liberación humana. Críticas: visión política de la sexualidad y reducir esta a pura animalidad.
2) Liberal: Romper con las viejas ideas represoras victorianas, se intenta acabar con la doble visión moral de la permisividad sexual para el hombre y represora para la mujer. Se mantiene la irrenunciabilidad del matrimonio, pero este es visto como un acuerdo más permisivo, ambos cónyuges pueden decidir y consensuar tener relaciones extramaritales si lo desean. Sexualidad responsable, no discriminatoria, ni represiva, ni manipuladora.
3)
Personalistas:
El amor es la guía de la sexualidad, el
amor humaniza al ser humano. Hombres y mujeres como seres sexuados tienen
una responsabilidad personal y social.
En este caso parece que la
sociedad puede alcanzar una plenitud sexual si atendemos a los rasgos positivos
del modelo emancipador y liberal, en
cuanto a ver a hombres y mujeres como iguales en derechos humanos y sexuales,
sin guerras de poder, una simetría sexual donde ambos son igual de importantes
y valiosos y tener en el amor un aliado, para alejarnos de las relaciones
vacías, amor entendido como afecto y respeto
hacia uno mismo y hacia el otro.
Y desde la educación sexual hablamos de una serie de modelos que han ido
superponiéndose en relación a la
sexualidad y su forma de ser entendida y educada:
1)
Modelo
moral: modelo basado en ideas religiosas. El sexo es visto como un don de
Dios que no puede banalizarse y utilizarse de cualquier manera y es a través
del matrimonio donde este se consagra.
La abstinencia y el autocontrol son dos de los valores a los que aluden
y en la educación de las habilidades sociales para decir no a la sexualidad.
Visión represora.
2)
Modelo
médico: basado en la prevención secundaria y terciaria, cuando hay riesgo
inminente de un problema con la sexualidad o ya ha sucedido (educación
apagafuegos). Los valores que enseñan
van asociados a aspectos como la higiene
y la prevención de riesgos. No se
habla de los aspectos positivos de la sexualidad, es un modelo reduccionista
centrado en el problema y la enfermedad.
3)
Modelo
revolucionario: revolución sexual, la sexualidad es positiva, búsqueda del
placer sexual a toda costa. Poseen una metodología directiva en la que se nos
enseña o adoctrina en técnicas útiles
para el mejor aprovechamiento de nuestra sexualidad. Se enseñan habilidades
sociales para decir si a la sexualidad. Crítica feroz al patriarcado.
4)
Modelo
integrador o Biográfico-profesional
(según Félix López): El
propio sujeto decide el camino de su sexualidad, el profesional ayuda a conseguir el bienestar personal y social. La sexualidad no se reduce a genitalidad,
se amplía el horizonte a todo el cuerpo y la mente (mapa corporal). Se
educa en asertividad, en toma de decisiones y en habilidades de comunicación. Se acepta el principio de diversidad,
incluso no se habla de sexualidad sino de sexualidades,
pues cada uno la vive a su manera.

En la actualidad, en cuanto a
valores y principios morales, nos movemos en la dualidad dicotómica extrema
entre el modelo represivo
(judeocristiano) y el permisivo/revolucionario.
Se nos insta constantemente a reprimir nuestros impulsos, educamos con el
silencio ante la sexualidad, se nos dice que el sexo es algo sagrado, un
privilegio humano que no debemos banalizar o de manera radicalmente opuesta, permitimos
todo comportamiento como válido pues no hay que constreñir la libertad sexual
del individuo y la sexualidad no es más que otra conducta común sin importancia,
el resultado es una esquizofrenia bipolar en la que, sobre todo, los jóvenes se
ven envueltos. Atendiendo a las palabras del filósofo y pedagogo español José
Antonio Marina Torres en un
artículo suyo titulado: “incoherencias de
la sexualidad” podemos entender perfectamente esta dicotomía histérica
actual:
“¿Por qué vamos a
escandalizarnos por el turismo sexual o por la paidofilia si la relación sexual
es un simple intercambio de estremecimientos agradables? La trivialización lo
trivializa todo. (…) A veces nos parece un pasatiempo intrascendente y a ratos
una realidad trascendental. O banalizamos el sexo o la sacralizamos. Oscilamos
entre una sexualidad del chimpancé o de arcángel, y no nos salen las cuentas
¿Qué hacemos[4]?”
Como decía el poeta Horacio (65 AC- 8 AC): “la virtud es el punto medio entre dos
vicios opuestos”, los vicios y mitos que aportan los modelos permisivos y
represivos, han de mitigarse a través de la búsqueda del equilibrio entre ambas
partes. Una de las herramientas clave de la educación para combatir este
desmerito es la educación en valores.
El objetivo primordial es que las personas
aprendan a vivir, escogiendo como quieren que sean sus vidas, ayudándoles a que
sean críticos con los mandatos que
la sociedad les inculca. Para ello se trabaja a partir de elaborar unos
principios acordes con la salud y el bienestar psicológico y físico:
- Educar para un consumo responsable no solo de objetos inertes sino de personas y relaciones, acabamos viendo al otro como un mero objeto que utilizamos y dejamos caer cuando ya no nos sirve, reemplazándolo por otro nuevo.
- Utilización responsable del ocio y el tiempo libre. No solo a la hora de marcar tiempos, dentro de la sexualidad podemos correr el riesgo de que esta se frivolice de tal manera que se convierta en un entretenimiento vacio que al terminar nos deje con un malestar psicológico (tristeza postcoital[5]).
- Valores de igualdad: para que una relación afectiva sea sincera y sana tiene que partir del principio de igualdad, nadie puede sentirse con más poder que la otra parte, puesto que entonces la relación se intoxica y pudre.
Al final parece que practicamos
más sexo que sexualidad, nos volvemos
coitocentristas y nos olvidamos de otros placeres que van más allá de la penetración,
haciendo que, al fin y al cabo, nuestras acciones queden vacías de valor. La educación sexual vuelve a ser la
clave para orientar a todas las personas, a lo largo de su ciclo vital, sobre
la adquisición de valores que les ayuden a hacer su día a día un poco más feliz
y saludable.
[1]
Datos hallados en: http://definicion.de/moral/#ixzz3JXF73Uiu
[2]
Datos hallados: material de la ponencia de Julián Fernández de Quero en el
Máster de Sexología y Terapia de pareja de la AEPCCC en Madrid, edición
2012-2013.
[3]
Para profundizar en erotofilia acudir a: http://jalomanda.blogspot.com.es/2013/02/erotofilia-y-erotofobia-dos-maneras.html
[4]
Datos hallados en: Equipo de ponentes de SPIDO (2009) .La sexualidad y la
educación sexual en el marco de la educación para la salud y para la igualdad
de género. Murcia.
[5]
Para saber más sobre tristeza postcoital acudir a: http://jalomanda.blogspot.com.es/2013/04/la-tristeza-postcoital-nos-sentimos.html
buen articulo indagando en conexion del respecto con la sexualidad de la pareja
ResponderEliminar¡Muy bueno!
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