miércoles, 26 de octubre de 2022

Breve reseña del libro: Ortodoxia de Chesterton



Hoy traigo este libro. Uno de los ensayos más representativos de Chesterton.

Defiende el cristianismo ortodoxo como guía para la humanidad, por encima de los pensamientos antiguos y modernos. La fe está más cuerda que la razón. Pues el ingenio y la ciencia, a veces, están más cerca del colapso de la locura que la fe. El riesgo de enloquecer procede más de la razón que de la imaginación. La razón es en sí misma cuestión de fe, pues afirmar que nuestros pensamientos guardan relación con la realidad no deja de ser un acto de fe.

Realiza una crítica al materialismo que es tachado de una simplicidad insana. El materialismo con su inmanencia no es capaz de valorar lo que hay de trascendente en el mundo, en el ser humano. Afirma que el materialismo tiene más contradicciones que el espiritualismo. Los materialistas son esclavos de sus ojos, no creen en las hadas, ni en los milagros, cuando estos ocurren ante nosotros. Un cristiano es más libre que un materialista, pues ellos están atados al determinismo y el cristiano es libre de creer, de que todo puede suceder. Pueden entenderlo todo con la ayuda de cosas que no se entienden.

Realiza una crítica al escepticismo, al progreso, al evolucionismo y al pragmatismo. Crítica al hombre de ciencia y lo ve como un sentimental pues se deja llevar por meras asociaciones de ideas que cree que son leyes. Quizás la repetición en la naturaleza pueda ser una especie de bis teatral, actos repetidos de alguna voluntad, un relato con un narrador.

Defiende lo universal y crítica el relativismo. Comenta que se ha extendido la estúpida costumbre de afirmar que una creencia determinada puede defenderse en una época pero no en otra. Lo que equivale a afirmar que determinada filosofía es creíble los lunes pero increíble los martes. Mientras que con la ciencia cristiana una persona del siglo XII defenderá lo mismo que otra del siglo XIX. Es fácil dejarse arrastrar por las modas de la época y difícil no perder el rumbo.

Defiende la idea de tradición. Entendida como democracia extendida en el tiempo. Consiste en confiar en un consenso de voces normales. Es conceder el voto a nuestros antepasados,en una democracia donde los muertos también siguen opinando. No se puede separar tradición de democracia. La tradición es incluir a los muertos en nuestros concejos.

El autor prefiere hablar de reforma antes que evolucionismo o progreso. Significa que hay cosas informes y que hay que darles forma, sabiendo que forma queremos otorgarle. Los jóvenes modernos nunca cambiarán su entorno porque están demasiado ocupados cambiando de opinión. La idea es estar insatisfecho con tu obra pero contento con tu trabajo. Hace falta un ideal fijo para cualquier tipo de revolución. El progreso habla de cambios lentos hacia la mejora de la humanidad y no se permiten el cambio rápido, amparado en lo universal, pues la justicia bajo determinadas circunstancias debe aplicarse cuanto antes. El ideal es fijo pues hay un universal (Dios) que estableció los cimientos del mundo antes de que nacieramos.

Con respecto a la moralidad humana, nos dice que posiblemente cada vez podamos tocar menos cosas. De no comer carne, a no matar animales, a no pisar las flores, incluso a no perturbar el espíritu de nuestros semejantes ni si quiera con una argumentación y a no carraspear para no perturbar el sueño de los pájaros, hasta acabar sentandonos en el suelo sin atrevernos a mover un dedo por si perturbamos a los microbios, y nos pregunta ¿Esto es lo que queremos? Apuesta por un término medio, cierta contención sumada a cierto dominio y energía. Si queremos reforma debemos ser ortodoxos y trascendentes. Si insistimos en la inmanencia obtenemos aislamiento, quietismo e indiferencia social, si apostamos por la trascendencia de Dios obtenemos capacidad de asombro, curiosidad y una justa indignación.

La ortodoxia es la única salvaguarda de la moralidad, el orden y el guardián de la libertad, la innovación y el progreso. Podemos derribar al próspero opresor con la doctrina del pecado original. Con esta doctrina podemos compadecer al mendigo y desconfiar del rey. La sociedad moderna confía demasiado en el rico. El cristianismo ortodoxo es la manera eficaz de combatir al capitalismo y al rico. Un pueblo dominado por los curas es un pueblo que no está dominado por los señores.

El cristianismo es una paradoja sobrehumana en la que dos pasiones opuestas brillan juntas. El cristianismo no es tristeza sino alegría. Los modernos viven una vida en la superficie alegre pero triste o vacía en el interior. El cristiano en su superficie puede ser un abnegado pero por dentro un ser feliz. El moderno no encuentra sentido a la vida, el cristiano tiene la esperanza de aventuras, de hadas, de milagros, de fe.

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