domingo, 29 de mayo de 2011

Sin brújula

Me fumé el cigarro de la derrota mientras miraba por el balcón pensando que será de mi vida de ahora en adelante. ¿Cuántas derrotas más le quedan a mi cuerpo desgastado? ¿Cuántos sueños rotos, distorsionados por la dopamina me quedan por soñar? ¿Qué efecto producirá en mí la decisión de seguir adelante sabiendo que no tengo la brújula que me indicaba mi destino? Y no soy distinto a los demás, sufro cuando me golpean, rio cuando me dicen algo agradable, suspiro cuando siento ese globo hinchado de felicidad en mí. Soy normal intento pensar, un tipo normal que pierde el sueño.
Y es que querer cosas distintas en aspectos mundanos nos distorsiona el ego, nos hace recapacitar, maduramos, envejecemos y morimos, es ahora cuando más miedo le tengo a la muerte, porque no hay nadie que me llore, no hay nadie que me coja la mano y diga yo te recordaré siempre, tengo miedo de que otros ojos no sean los tuyos, de creerme esas verdades que se las lleva el tiempo, de creérmelas de nuevo.
Es una pesadilla, solo eso. Mañana seguro que estaré sonriendo de nuevo camino hacia tu casa. Negación es lo que necesito, negar para seguir adelante negar que soy un negado que no puede mantener el mismo rumbo más de dos años. Y me flagelo, porque recuerdo todas los intentos inconscientes de boicotear lo nuestro, todas esas razones que te dije por las que no deberíamos estar juntos ahora me golpean la cara para que despierte, yo era el realista y tú la entusiasmada, pero un día nos dimos la mano y los papeles cambiaron, yo idealicé mi futuro y tu lo serenaste con dolorosa realidad, pero la realidad siempre podemos cambiarla nosotros, somos dueños de pequeños cambios que hacen que nuestra vida cambie sustancialmente, somos dueños de decir quiero bajarme de esta nube, quiero equivocarme y sentir que debo volver. Pero el camino se diluye, se extingue a cada paso que damos en dirección opuesta al otro y por ello ni el mar salado podrá curar mis heridas porque era contigo con quien me bañaba, con quien jugaba, con quien reía y lloraba. Si al menos nos odiáramos, si al menos fuéramos postes indiferentes a los sentimientos del otro, el rio correría suavemente, pero no es así. Ya no estábamos juntos pero volvíamos de la mano, ya no estábamos juntos pero nos decíamos te quiero, ya no estábamos juntos y por ello cayeron las últimas gotas de energía, las últimas señales de que aquello era amor de verdad.

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