sábado, 3 de noviembre de 2012

La falta de toma de decisiones en la pareja. La abulia.

Vamos a entender como falta de toma de decisiones a la carencia de respuesta ante un suceso o pregunta, puesto que el individuo no sabe qué hacer o no le apetece pensar en ello. Podemos clasificar la falta de toma de decisiones en dos vertientes:

¨       Falta de toma de decisiones ante sucesos o acontecimientos importantes, como elegir un lugar donde vivir con la pareja, si casarse o permanecer como pareja de hecho, etc. Son decisiones importantes para la historia de vida del individuo y/o de la relación.

¨       Falta de toma de decisiones ante sucesos cotidianos de menor importancia, como decidir si se va al cine o a un restaurante, si se elige cine, qué tipo de película ver, si se va al restaurante a qué tipo de restaurante, etc. Son decisiones menores que aparecen de forma constante a lo largo del día, cotidianamente.

Toda relación de pareja está condicionada por ambos tipos de decisiones, el problema proviene cuando ninguno de los miembros de la pareja toma la voz cantante en ninguna decisión.

Si nos remitimos al pasado a la forma tradicional de relación entre hombres y mujeres, el varón se erigía como el miembro dominante, donde la toma de decisión la adoptaba unilateralmente él, en la mayoría de los casos, y cuanto más relevante era la decisión a tomar más levantaba la voz para hacerse imperar, mientras que la mujer permanecía en su rol de sumisión. El problema entonces venía de los sentimientos de impotencia, desvalorización y frustración de la mujer, puesto que quedaba relegada a un segundo plano, en decisiones que atañían a su futuro individual, como ser humano.

Gracias al avance de las sociedades modernas como la nuestra, la mujer ha adquirido una igualdad merecida pues ya puede tomar tanto decisiones cotidianas como ayudar, en las mismas condiciones, a su pareja a adoptar, entre ambos, decisiones de gran calado para la relación. Tanto el hombre como la mujer son libres para tomar decisiones.

El problema aparece a hora desde otra trinchera, el hombre ha empezado a relegar las pequeñas decisiones y a veces incluso las grandes en las mujeres, y estas no desean tomar el mando, sino que entre ambos se lleguen a acuerdos. Algunas féminas aun están en proceso de saberse con poder como para tomar decisiones, otras siguen prefiriendo que las pequeñas decisiones las sigan tomando los hombres, pues quieren sentirse sorprendidas por la capacidad de decisión de sus parejas, por ejemplo, que su cónyuge desee invitarla a lugares que pueden ser románticos o divertidos, no quieren que el hombre pierda su capacidad de sorprender a la mujer, tomando pequeñas decisiones sobre lugares de ocio a los que acudir, por ejemplo. Pero cuando nadie toma el control de estas pequeñas decisiones, comienza el problema, que puede distinguirse rápidamente cuando oímos y/o nos encontramos en medio de frases como estas:

-¿Dónde vamos hoy?
-Donde tú quieras, elige tú
-Me da igual, elige tú.
- Mejor tú.

Y así hasta un interminable sinfín de “túes”, que al final agotan a ambos miembros de la pareja y acaban optando por quedarse en casa sin hacer nada y encima enfadados y frustrados.

En algunas parejas este desequilibrio esta siendo un hecho y al final la monotonía de la no decisión puede comerse literalmente a la relación. Los hombres que han empezado a relegar las pequeñas tomas de decisiones en su pareja, deben tener en cuenta que a muchas mujeres aun les gusta que su maridos tome la iniciativa en estos apartados de la vida en común, no siempre, está claro, pero es mucho peor que lo releguen tan despiadadamente, pues las mujeres pueden tomarse esta sumisión como un desprecio hacia la relación y una falta de interés. La mujer también desea tomar pequeñas decisiones (quieren que sus parejas hagan cosas que ellas han propuesto), pero lo que no quieren es que el hombre deje de hacerlo.

Y cuando ninguno toma las pequeñas decisiones de manera crónica, la relación puede caer en un proceso abúlico. Rojas-Marcos (2010) define la abulia como “una excesiva dificultad para tomar decisiones”. Por su lado la Real Academia Española (RAE), define la abulia como la falta de voluntad o disminución notable de energía. La falta de interés domina en la relación amorosa, produciéndose una ausencia de respuesta emocional, nada apetece, pero tampoco disgusta, nada atrae pero tampoco repele y uno queda a expensas de lo que el otro desee hacer, de forma apática, sin fuerzas. Sí ambos miembros se muestran de esta manera podemos decir que la relación ha caído en un estado de abulia o abúlico, llamando a las puertas de la monotonía y la desidia, promoviendo que la relación se resienta gravemente incluso llegando al extremo de la muerte de esta.

Se torna por ello tan importante, como siempre la palabra: equilibrio. Está claro que no siempre nos va a apetecer decidir, incluso a veces a ningún miembro de la pareja se le ocurre nada por hacer y se siente algo abúlico, es normal, en toda relación que esto aparezca alguna vez y por ello no es el fin del mundo, el problema surge cuando esta falta de decisión se vuelve crónica e imperante. Por otro lado, no podemos tomar o querer tomar siempre las decisiones unilateralmente, ni las pequeñas ni por supuesto las importantes, debe de haber una compensación o mejor dicho una sensación de compensación, entre ambos miembros, es decir, ambos tienen que sentir que hay un equilibrio entre las cosas que desea hacer un miembro y las cosas que quiere hacer el otro (aunque no haya una compensación real, pero al menos si ha de ser percibida como tal).

En definitiva, debemos buscar el equilibrio entre la carencia de toma de decisiones y la toma continua de decisión por parte de un solo miembro de la pareja, para que la relación pueda fluir y no aparezca la monotonía, el desinterés, la frustración o la sensación de sentirse ninguneado.

Bibliografía

Definición de abulia disponible en: http://definicion.de/abulia/#ixzz2AtwdwRfq.
Rojas-Marcos, L. (2010). El sentimiento de culpa. Madrid: Punto de Lectura.

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