Vamos
a entender como falta de toma de
decisiones a la carencia de respuesta ante un suceso o pregunta, puesto que
el individuo no sabe qué hacer o no le apetece pensar en ello. Podemos clasificar
la falta de toma de decisiones en dos vertientes:
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Falta de toma de decisiones ante
sucesos o acontecimientos importantes,
como elegir un lugar donde vivir con la pareja, si casarse o permanecer como
pareja de hecho, etc. Son decisiones importantes para la historia de vida del
individuo y/o de la relación.
¨
Falta de toma de decisiones ante
sucesos cotidianos de menor importancia, como decidir si se va al cine o a un restaurante,
si se elige cine, qué tipo de película ver, si se va al restaurante a qué tipo
de restaurante, etc. Son decisiones menores que aparecen de forma constante a
lo largo del día, cotidianamente.
Toda
relación de pareja está condicionada por ambos tipos de decisiones, el problema
proviene cuando ninguno de los miembros de la pareja toma la voz cantante en
ninguna decisión.
Si
nos remitimos al pasado a la forma tradicional de relación entre hombres y
mujeres, el varón se erigía como el miembro dominante, donde la toma de
decisión la adoptaba unilateralmente él, en la mayoría de los casos, y cuanto
más relevante era la decisión a tomar más levantaba la voz para hacerse imperar,
mientras que la mujer permanecía en su rol de sumisión. El problema entonces
venía de los sentimientos de impotencia, desvalorización y frustración de la
mujer, puesto que quedaba relegada a un segundo plano, en decisiones que atañían
a su futuro individual, como ser humano.
Gracias
al avance de las sociedades modernas como la nuestra, la mujer ha adquirido una
igualdad merecida pues ya puede tomar tanto decisiones cotidianas como ayudar, en
las mismas condiciones, a su pareja a adoptar, entre ambos, decisiones de gran
calado para la relación. Tanto el hombre como la mujer son libres para tomar
decisiones.
El
problema aparece a hora desde otra trinchera, el hombre ha empezado a relegar
las pequeñas decisiones y a veces incluso las grandes en las mujeres, y estas
no desean tomar el mando, sino que entre ambos se lleguen a acuerdos. Algunas féminas
aun están en proceso de saberse con poder como para tomar decisiones, otras
siguen prefiriendo que las pequeñas decisiones las sigan tomando los hombres,
pues quieren sentirse sorprendidas por la capacidad de decisión de sus parejas,
por ejemplo, que su cónyuge desee invitarla a lugares que pueden ser románticos
o divertidos, no quieren que el hombre pierda su capacidad de sorprender a la mujer,
tomando pequeñas decisiones sobre lugares de ocio a los que acudir, por ejemplo.
Pero cuando nadie toma el control de estas pequeñas decisiones, comienza el
problema, que puede distinguirse rápidamente cuando oímos y/o nos encontramos
en medio de frases como estas:
-¿Dónde vamos hoy?
-Donde tú quieras,
elige tú
-Me da igual, elige
tú.
- Mejor tú.
Y
así hasta un interminable sinfín de “túes”, que al final agotan a ambos
miembros de la pareja y acaban optando por quedarse en casa sin hacer nada y
encima enfadados y frustrados.
En
algunas parejas este desequilibrio esta siendo un hecho y al final la monotonía
de la no decisión puede comerse literalmente a la relación. Los hombres que han
empezado a relegar las pequeñas tomas de decisiones en su pareja, deben tener en cuenta que a muchas mujeres aun les gusta que su maridos tome la iniciativa en estos
apartados de la vida en común, no siempre, está claro, pero es mucho peor que
lo releguen tan despiadadamente, pues las mujeres pueden tomarse esta sumisión
como un desprecio hacia la relación y una falta de interés. La mujer también desea tomar pequeñas
decisiones (quieren que sus parejas hagan cosas que ellas han propuesto), pero
lo que no quieren es que el hombre deje de hacerlo.
Y
cuando ninguno toma las pequeñas decisiones de manera crónica, la relación
puede caer en un proceso abúlico. Rojas-Marcos
(2010) define la abulia como “una
excesiva dificultad para tomar decisiones”. Por su lado la Real Academia Española (RAE), define la
abulia como la falta de voluntad o disminución notable de energía. La falta de interés
domina en la relación amorosa, produciéndose una ausencia de respuesta
emocional, nada apetece, pero tampoco disgusta, nada atrae pero tampoco repele
y uno queda a expensas de lo que el otro desee hacer, de forma apática, sin
fuerzas. Sí ambos miembros se muestran de esta manera podemos decir que la relación
ha caído en un estado de abulia o
abúlico, llamando a las puertas de la monotonía y la desidia, promoviendo
que la relación se resienta gravemente incluso llegando al extremo de la muerte
de esta.
Se
torna por ello tan importante, como siempre la palabra: equilibrio. Está claro que no siempre nos va a apetecer decidir,
incluso a veces a ningún miembro de la pareja se le ocurre nada por hacer y se
siente algo abúlico, es normal, en toda relación que esto aparezca alguna vez y
por ello no es el fin del mundo, el problema surge cuando esta falta de
decisión se vuelve crónica e imperante. Por otro lado, no podemos tomar o
querer tomar siempre las decisiones unilateralmente, ni las pequeñas ni por
supuesto las importantes, debe de haber una compensación o mejor dicho una sensación
de compensación, entre ambos miembros, es decir, ambos tienen que sentir que
hay un equilibrio entre las cosas que desea hacer un miembro y las cosas que
quiere hacer el otro (aunque no haya una compensación real, pero al menos si ha
de ser percibida como tal).
En
definitiva, debemos buscar el equilibrio
entre la carencia de toma de decisiones y la toma continua de decisión por
parte de un solo miembro de la pareja, para que la relación pueda fluir y no aparezca
la monotonía, el desinterés, la frustración o la sensación de sentirse
ninguneado.
Bibliografía
Rojas-Marcos,
L. (2010). El sentimiento de culpa. Madrid: Punto de Lectura.
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