Todo estado de enamoramiento pasa
por un proceso denominado: idealización.
Podemos definir la idealización
como un proceso transitorio de distorsión de la realidad que afecta a la forma
en la que vemos al ser amado, dándole un valor extremadamente positivo, negando
cualquier atisbo de fallo en su personalidad. La idealización es un sesgo en las atribuciones de las
conductas del enamorado, es decir, todo lo bueno que hace el otro se debe a su
personalidad agraciada y todo lo negativo que podamos intuir se debe a factores
externos “él no es así, son las
circunstancias que le llevaron a comportarse de esa manera”. Por lo que el
ser amado no hace nunca nada malo y si lo hace no se debe a su personalidad.
Con la idealización creemos ver
en el otro lo que nos falta o complementa, lo que encaja con nuestras
perspectivas de lo que es una pareja y de lo que puede ser con él una relación,
vemos lo que queremos ver, lo que necesitamos ver. El otro se convierte en una
figura moldeada por nuestras expectativas y deseos, no es real, es una imagen
ideal, más tarde la propia realidad se encargará de redefinir quien es el otro,
en su verdad intrínseca. No queremos ver en el enamorado nuestros propios fallos,
nuestras frustraciones presentes y pasadas, por lo que construimos un futuro
tan bello como irreal, pero necesario, en un principio.
Este proceso es necesario para
poder mantener después un estado de apego con la persona enamorada, ya que si
desde el principio viéramos todos los fallos de forma objetiva, muy
posiblemente frenaríamos el proceso de seguir conociéndolo pues seguramente no
nos compensaría. Con la idealización, nuestro cerebro gana tiempo para
empatizar con el otro, cogerle cariño e iniciar
un estado de admiración que es el que protegerá al enamoramiento en su
recorrido. Nos engañamos a nosotros mismos en pro de ganar tiempo para que después
al ver al otro tal y como es, ya se haya producido un vinculo difícil de
borrar, pues al mirar atrás recordamos todo lo bueno del otro y esto nos será útil
para cuando comiencen las dificultades
en la convivencia; la idealización promueve un saldo positivo sobre la
relación, del que hay que tirar cuando estalla una crisis.
Así cuando estamos idealizando al
otro es cuando más cerca queremos estar, cuando más cosas queremos hacer a su
lado, cuando más brilla el sol en nuestras pupilas. Es un tiempo ganado, una
remuneración amorosa, un plan de pensiones para cuando aparezcan las "vacas
flacas".
Y a parte de ver al otro como el ser magnifico, también él muestra su
parte positiva, es un doble proceso. Puesto que queremos enamorar al otro y por
ello mostramos lo mejor de nosotros, acallamos nuestras pequeñas locuras que
puedan asustar al enamorado y encima este nos ve como seres superiores, es la
conjunción perfecta para el crimen perfecto.
Pero esta idealización no dura
siempre y la realidad acaba imponiéndose. Esto conlleva a que la pareja ha de
ir reestructurando la visión del amado, conforme se convive con él, puesto que
un cambio brusco, es decir, ver de repente al amado tal y como es sin que haya
ido produciéndose una acomodación, es un golpe muy fuerte que puede acabar con
la relación. Por ello lo ideal es que este proceso se vaya produciendo lentamente,
progresivo, para que la pareja se acomode a la verdadera personalidad del otro,
sin traumas ni desengaños.
Una idealización sobre el otro equilibrada,
conlleva a que el enamoramiento siga su curso sin problemas y que al pasar al
periodo de realidad, no surjan grandes traumas ni desengaños, puesto que las
expectativas, aunque altas, no eran desorbitadas. Por el contrario una
idealización exacerbada puede contribuir a un desengaño mayor, pues ya se sabe
que la caída duele más cuanto más altos estamos.
En definitiva, la idealización es
necesaria para adquirir un futuro vínculo de apego con el ser amado, es un
saldo a favor, pero esta debe ser equilibrada y ha de ir cesando gradualmente
para no chocar de manera frontal con la realidad y que se produzcan desengaños
y traumas que afecten mortalmente a la relación.
Una vez más diseccionándonos los misterios del amor y el enamoramiento, señor Jalo.
ResponderEliminarEstá claro que siempre es más bonito el principio, el problema es que hay quien pretende creer que el amor de verdad es sentir eso para siempre jamás. Menos mal que el resto de mortales aprendemos que el amor es otra cosa.
A ver cuándo nos vemos. Un beso.
Hola J.A.Lopez
ResponderEliminarMuy buena publicación.
Coincido contigo, el mayor problema de la idealización es el apego que generamos hacia la otra persona. Un apego que posteriormente utilizamos como justificación para mantenernos en una relación que no es saludable para nosotras.
Muchos éxitos y hasta pronto
Marie - Historias para Mujeres