miércoles, 27 de junio de 2012

Efecto Coolidge. ¿Cantidad o calidad en las relaciones sexuales?

En busca de la comprobación de que el ser humano no es monógamo por naturaleza se han realizado diversos estudios, tanto en etología (comportamiento animal) como en psicología evolutiva y en otras especialidades. Dentro de toda la investigación alcanzada en pro de la poligamia humana se halla un efecto conocido como Efecto Coolidge.

La idea central de este efecto es que los machos de muchas especies mamíferas (y algunas hembras) incrementan el interés sexual cuando aparece una nueva compañera sexual distinta a la habitual.

El nombre de este efecto proviene de Calvin Cary Coolidge, 30º presidente de los EEUU (desde 1923 hasta 1929), el cual visitando una granja avícola con su esposa dio lugar a un chascarrillo, por una ocurrencia aguda.

La esposa del presidente paseaba por la granja avícola, accedió al área de las gallinas, y advirtió que uno de los gallos se apareaba con mucha frecuencia. Le preguntó al encargado por la frecuencia de estos apareamientos, y éste le respondió: «Docenas de veces al día». La Sra. Coolidge dijo: «Cuénteselo al presidente cuando pase por aquí». Tras habérselo contado, Coolidge preguntó: « ¿Con la misma gallina cada vez?». La respuesta fue: «Oh, no, señor Presidente; con una gallina distinta cada vez». Coolidge concluyó: «Cuénteselo a la Sra. Coolidge». (Relato hallado en: http://es.wikipedia.org/wiki/Efecto_Coolidge).


Así tanto machos como algunas hembras muestran un aumento en la disposición sexual cuando tienen cerca una nueva/o compañero sexual. En ratas por ejemplo, una investigación llevada a cabo con estos animales, comprobó que cuando tenían a un macho encerrado con varias hembras en estado de estro, este se apareaba frecuentemente con ellas, hasta que se habituaba y descendía la cantidad de interacciones, pese a que ellas le instaban a más sexo, él exhausto acababa reusando las invitaciones, pero en cuanto le pusieron una nueva hembra distinta a las anteriores, este macho volvió a sentirse vigoroso y realizó el coito con la nueva “amiga de juegos íntimos”.

En humanos ha quedado comprobado que cuando realizamos el acto sexual, en los hombres se produce un periodo refractario del pene tras el orgasmo y la expulsión de semen, pues bien si en este momento refractario se halla una nueva mujer dispuesta al coito, este periodo se acorta o se extingue, para dar paso a una pronta erección y predisposición al acto sexual. Incluso algunas investigaciones han ido más halla y han comprobado que mantener relaciones sexuales con alguien nuevo incrementa la producción de semen. Parece que ante estímulos nuevos nos comportamos más vigorosos y excitados.

De ahí a que surja la cuestión ¿el ser humano al final prefiere la calidad o la cantidad en las relaciones sexuales? Tras lo leído, parece que al menos la mayoría de machos mamíferos prefieren la cantidad, a un nivel biológico e inconsciente, puesto que es su organismo el que les predispone a la variedad sexual. Quizás el ser humano está más cerca de la poligamia que de la monogamia que queda instaurada a nivel social. Pero no por ello debemos convertirnos en infieles para apoyar la causa. Siempre hay soluciones para afrontar la relación en pareja (soluciones monógamas).

Resulta que muchas quejas en la consulta del psicólogo provienen de la disminución de la frecuencia y variedad del acto sexual en la pareja. Pues cuando la pareja amorosa lleva tiempo practicando el acto sexual puede producirse un proceso de habituación-saciación donde la gratificación sexual se reduce con el paso del tiempo, pues la novedad ha expirado entre ambos y se puede agravar si incluso las pautas del acto sexual son repetidas, es decir si siempre practicamos el sexo de la misma forma y en el mismo lugar.

Para solucionar este problema de habituación (y de encaminamiento humano hacia la promiscuidad), debemos aprovechar que los humanos son seres lúdicos e imaginativos por naturaleza, para no habituarnos al sexo monótono en la relación de pareja y realizar el acto sexual con nuestro cónyuge utilizando la imaginación y abstrayéndose de los tabúes y de la educación represiva que tanto daño hace a la renovación de la pareja y por supuesto a la renovación sexual.

Practica el sexo de forma divertida, huyendo de la habituación que sabemos que existe, alejándonos de las pautas monótonas sexuales y acariciando la novedad con experimentos y juegos que nos hagan volver a sentir tan excitados como la primera vez.

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