Vamos a distinguir y diferenciar las discusiones de las peleas, como hacia Gottman con las críticas y las quejas.
Desde esta percepción, una discusión es un enfrentamiento entre dos puntos de vista opuestos, en los que se intenta, mediante el dialogo, llegar a un acuerdo que deje satisfecha a las dos partes confrontadas, mientras que una pelea es un enfrentamiento de corte defensivo y egocéntrico, donde se pretende la victoria de nuestro ego sobre el ego del oponente; la discusión es constructiva, pues sirve para que la pareja conozca las necesidades de ambos miembros, satisfaciéndolas a través de negociaciones, mientras que la pelea es de corte destructivo, pues el objetivo final es imponer nuestro criterio sobre el criterio del amado, dejando de lado la empatía y la negociación. La discusión esta enlazada a las quejas, mientras la pelea se conecta con las críticas, propuestas por Gottman en su teoría.
Y en todo este juego de peleas y discusiones se revela con gran importancia la comentada vía inferior (la vía impulsiva de nuestro cerebro), pues es la que puede provocar que toda discusión inocente se convierta en una batalla campal gobernada por la amígdala implacable.
Pero, ¿las peleas de una pareja suelen seguir unos patrones comunes y estables?, la respuesta en la mayoría de casos se torna afirmativa. Vamos a describir brevemente cuál es la secuencia clásica en una pelea de pareja
Dejando de lado las discusiones en la pareja, pues estas, como hemos podido comprobar son productivas y por ello recomendables, vamos a centrarnos en las peleas, por su carácter improductivo y dañino para la salud de la relación matrimonial.
Toda pelea que se enquista en el matrimonio o en una relación amorosa suele pasar por cuatro estadios, que van agravando la situación emocional de la pareja, provocando que los cuatro jinetes de Gottman (según el autor, los cuatro jinetes que provocan tensiones e incluso la ruptura de la pareja son: las críticas, el desprecio, mostrar una actitud defensiva y mostrar por fin una actitud evasiva que promueve una gran sensación de soledad en cada uno de los miembros de la pareja) vayan asomando por las mentes de los discordantes amantes. Estos cuatro estadios son:
1. Pelea.
2. Morros y silencios
3. Reinicio sin aclarar el enfado
4. Agravamiento de la crisis.
A continuación vamos a comentar cada uno de los estadios de una pelea típica.
1. Pelea.
Una pareja puede entrar de inicio en una pelea destructiva o como comentamos anteriormente, puede pasar de una discusión constructiva a una pelea egocéntrica y dañina, cuando ambos miembros se van acalorando más, perdiendo el sentido de la empatía, dejándose llevar por la amígdala y la vía inferior. Esta pelea es una lucha de egos y como tal lucha pretende que el otro miembro se rinda ante las evidencias (seguramente distorsionadas) que propone el amado, no dejando paso a ninguna negociación ni cortesía, por lo que el problema no se soluciona, incentivando la aparición del segundo estadio.
2. Morros y silencios.
El problema sigue candente entre ambos miembros, pero el dialogo distorsionado, provoca que la conversación se torne circular, sin el sentimiento ni la sensación de que se esté avanzando, por lo que se acaba optando por el silencio resentido y la impresión de sentirse abrumado, agobiado e incomodado. La pareja se distancia sin hallar ninguna solución, esperando a que progresivamente se vaya frenando el huracán interno provocado por la vía inferior, lo que conlleva al siguiente estadio.
3. Reinicio por parte de uno de los dos sin aclarar el enfado.
Uno de los miembros de la pareja, decide acercarse al otro de manera apaciguadora pero sin nombrar el hecho que les llevó a estar enfadados, ambos intentan enterrar el problema, en un amago de “si no se habla del tema, este desaparece”, pero nada más lejos de la realidad, pues cada disputa no resuelta conlleva a un resentimiento disimulado, que aflora con una nueva discusión, fomentándose por tanto una situación aditiva, pues cada pelea no resuelta se añade a la lista de reproches ante un nuevo enfrentamiento. Y no aclarar el enfado de forma conciliadora y negociadora, provoca la aparición del el último estadio.
4. Agravamiento de la crisis, ante un mayor malestar.
La suma de peleas no resueltas intoxica la relación, los cuatro jinetes de Gottman hacen su aparición, bloqueando a la pareja, dejándola desolada y con grandes sentimientos de soledad y vacío. Las reconciliaciones cada vez son menos efusivas, la luna de miel que vive la pareja se va tornando en una luna más menguante y el sabor de la miel es vuelve más amargo y ante la negatividad manifiesta y creciente, las distorsiones cognitivas y los pensamientos negativos afloran, pudiendo dejar la relación muy deteriorada. Silenciar los problemas no resueltos con la intención errónea de no volver a levantar vientos violentos, solo provoca el resentimiento continuo y disimulado que conllevará a que cada nueva disputa comporte mayores armas y odios posteriores. Los problemas solubles(problemas de la relación que si tienen posibles soluciones) pueden solventarse con una bien lograda negociación en la que a ambos miembros queden satisfechos por igual. Si la pelea proviene de una problemática insoluble (problemas irresolubles en la relación por conllevar otros efectos internos más complejos), la aceptación, el sentido del humor, la empatía y la amistad son las armas necesarias para afrontar estas situaciones y que los problemas no alteren la convivencia de forma negativa.
Se puede frenar el avance de estos cuatro estadios si conseguimos aminorar la intensidad de la vía inferior y posteriormente intentamos solucionar la situación, aclarando los problemas no resueltos que afectan de manera negativa a la pareja.
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[1] Datos hallados en: http://jalomanda.blogspot.com.es/2012/07/parejas-que-funcionan-la-teoria-de.html
Desde esta percepción, una discusión es un enfrentamiento entre dos puntos de vista opuestos, en los que se intenta, mediante el dialogo, llegar a un acuerdo que deje satisfecha a las dos partes confrontadas, mientras que una pelea es un enfrentamiento de corte defensivo y egocéntrico, donde se pretende la victoria de nuestro ego sobre el ego del oponente; la discusión es constructiva, pues sirve para que la pareja conozca las necesidades de ambos miembros, satisfaciéndolas a través de negociaciones, mientras que la pelea es de corte destructivo, pues el objetivo final es imponer nuestro criterio sobre el criterio del amado, dejando de lado la empatía y la negociación. La discusión esta enlazada a las quejas, mientras la pelea se conecta con las críticas, propuestas por Gottman en su teoría.
Las parejas que comienzan discutiendo pueden acabar peleando si
pierden el sentido constructivo de la discusión y se dejan llevar por la necesidad de victoria de
sus egos, arrastrados por la vía inferior de sus sistemas cerebrales. Y a la
inversa, una acalorada pelea puede volverse una discusión cuando los intentos de
desagravio[1] (formas que tienen las parejas para sosegar
el acaloramiento en el conflicto) actúan eficazmente y la empatía hacia el otro
se manifiesta como apaciguadora, entonces ambos miembros se relajan y pueden
transformar una pelea egocéntrica en una discusión constructiva.
Y en todo este juego de peleas y discusiones se revela con gran importancia la comentada vía inferior (la vía impulsiva de nuestro cerebro), pues es la que puede provocar que toda discusión inocente se convierta en una batalla campal gobernada por la amígdala implacable.
Pero, ¿las peleas de una pareja suelen seguir unos patrones comunes y estables?, la respuesta en la mayoría de casos se torna afirmativa. Vamos a describir brevemente cuál es la secuencia clásica en una pelea de pareja
Dejando de lado las discusiones en la pareja, pues estas, como hemos podido comprobar son productivas y por ello recomendables, vamos a centrarnos en las peleas, por su carácter improductivo y dañino para la salud de la relación matrimonial.
Toda pelea que se enquista en el matrimonio o en una relación amorosa suele pasar por cuatro estadios, que van agravando la situación emocional de la pareja, provocando que los cuatro jinetes de Gottman (según el autor, los cuatro jinetes que provocan tensiones e incluso la ruptura de la pareja son: las críticas, el desprecio, mostrar una actitud defensiva y mostrar por fin una actitud evasiva que promueve una gran sensación de soledad en cada uno de los miembros de la pareja) vayan asomando por las mentes de los discordantes amantes. Estos cuatro estadios son:
1. Pelea.
2. Morros y silencios
3. Reinicio sin aclarar el enfado
4. Agravamiento de la crisis.
A continuación vamos a comentar cada uno de los estadios de una pelea típica.
1. Pelea.
Una pareja puede entrar de inicio en una pelea destructiva o como comentamos anteriormente, puede pasar de una discusión constructiva a una pelea egocéntrica y dañina, cuando ambos miembros se van acalorando más, perdiendo el sentido de la empatía, dejándose llevar por la amígdala y la vía inferior. Esta pelea es una lucha de egos y como tal lucha pretende que el otro miembro se rinda ante las evidencias (seguramente distorsionadas) que propone el amado, no dejando paso a ninguna negociación ni cortesía, por lo que el problema no se soluciona, incentivando la aparición del segundo estadio.
2. Morros y silencios.
El problema sigue candente entre ambos miembros, pero el dialogo distorsionado, provoca que la conversación se torne circular, sin el sentimiento ni la sensación de que se esté avanzando, por lo que se acaba optando por el silencio resentido y la impresión de sentirse abrumado, agobiado e incomodado. La pareja se distancia sin hallar ninguna solución, esperando a que progresivamente se vaya frenando el huracán interno provocado por la vía inferior, lo que conlleva al siguiente estadio.
3. Reinicio por parte de uno de los dos sin aclarar el enfado.
Uno de los miembros de la pareja, decide acercarse al otro de manera apaciguadora pero sin nombrar el hecho que les llevó a estar enfadados, ambos intentan enterrar el problema, en un amago de “si no se habla del tema, este desaparece”, pero nada más lejos de la realidad, pues cada disputa no resuelta conlleva a un resentimiento disimulado, que aflora con una nueva discusión, fomentándose por tanto una situación aditiva, pues cada pelea no resuelta se añade a la lista de reproches ante un nuevo enfrentamiento. Y no aclarar el enfado de forma conciliadora y negociadora, provoca la aparición del el último estadio.
4. Agravamiento de la crisis, ante un mayor malestar.
La suma de peleas no resueltas intoxica la relación, los cuatro jinetes de Gottman hacen su aparición, bloqueando a la pareja, dejándola desolada y con grandes sentimientos de soledad y vacío. Las reconciliaciones cada vez son menos efusivas, la luna de miel que vive la pareja se va tornando en una luna más menguante y el sabor de la miel es vuelve más amargo y ante la negatividad manifiesta y creciente, las distorsiones cognitivas y los pensamientos negativos afloran, pudiendo dejar la relación muy deteriorada. Silenciar los problemas no resueltos con la intención errónea de no volver a levantar vientos violentos, solo provoca el resentimiento continuo y disimulado que conllevará a que cada nueva disputa comporte mayores armas y odios posteriores. Los problemas solubles(problemas de la relación que si tienen posibles soluciones) pueden solventarse con una bien lograda negociación en la que a ambos miembros queden satisfechos por igual. Si la pelea proviene de una problemática insoluble (problemas irresolubles en la relación por conllevar otros efectos internos más complejos), la aceptación, el sentido del humor, la empatía y la amistad son las armas necesarias para afrontar estas situaciones y que los problemas no alteren la convivencia de forma negativa.
Se puede frenar el avance de estos cuatro estadios si conseguimos aminorar la intensidad de la vía inferior y posteriormente intentamos solucionar la situación, aclarando los problemas no resueltos que afectan de manera negativa a la pareja.
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[1] Datos hallados en: http://jalomanda.blogspot.com.es/2012/07/parejas-que-funcionan-la-teoria-de.html
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