lunes, 3 de diciembre de 2012

El vendedor de humo: toda tú.

No sé cómo he llegado hasta aquí, hasta la rendición, hasta el desplome de las armas y de las flores, no tengo ni idea de quién soy, me he perdido de nuevo, te he perdido a ti. Eras tan intensa, tan jovial, tan sana para mis neuronas, que parece que me he molestado lo bastante para acabar con todo lo bueno que existía, me he esforzado en hacerte sentir lo suficientemente mal como para salir a beber sin compañía, como para caminar en soledad, como para desnudarme y quedarme tan transparente que nadie pudiera reírse de mí.  He perdido a una gran heroína, una fuerza impulsadora de alegría y me siento ahora como el vendedor de humo que te engañaba e incitaba a cometer actos impuros con la inocencia del que todo lo sabe pero nada conoce, un vendedor de humo avergonzado pues tu le has descubierto, no soy ni tan fuerte, ni tan seguro de mí mismo, ni tan buen cuidador, no soy nada de nada, solo humo oscuro que envenena tus pulmones. Pero ahora me conoces y puedes elegir sabiamente lo que te conviene; y estar con alguien que vende sustancias toxicas no creo que se la mejor opción ni siquiera la peor. Por eso te vas a alejar, dejando morir para poder vivir, para aprender a vivir mejor. Y yo me auto-compadezco, pues he perdido a alguien que me ha conocido como pocas personas y quizás sea eso, que ahora me conoces y no soy el buen ejemplo que añoras todas las noches, me miras y ya no ves lo que veías, ni lo que sentías y eso me hace pensar que cuando alguien me conoce de verdad desea alejarse, pues no eres la única que abandona esta habitación cuando sabe que la madera que la sujeta está podrida. Yo seguiré durmiendo aquí, y con mis lágrimas pudriré aun más la consumida madera, a ver si por fin se derrumba y puedo comenzar de nuevo, con la suerte de no morir en el intento. Y te necesito mucho más de lo que aparento, pues bien sabes que no se expresar mis emociones, te necesito entera, toda tú persona, pues eras un apoyo de fuerza incalculable, una fortaleza dentro de mis endebles muros de seguridad etérea  y volátil. Esta noche hablaremos de despedidas, de abrazos, de que en un futuro quizás volvamos a navegar juntos y yo mientras hablas, solo podré escuchar los pasos que te alejan de mí para siempre, porque cuando una pareja se dice hasta luego, es muy difícil que con el tiempo pueda recordar el camino que le llevaba hasta las llamas de la pasión y la cálida intimidad, pues estas sustancias son más endebles que las cenizas y con el paso del tiempo se vuelven fútiles e insustanciales, como las llaves que ya no abren ninguna puerta. Tú querrás dejar esta historia con una sonrisa con brotes de amistad o con la sensación de poder mantener una fuerte relación que va más allá de la amistad pero peor avenida que el amor verdadero y eso me va a terminar de consumir, será como regalarme balas para mi nueva pistola comprada expresamente para suicidarme, porque tienes que entender que aun así habremos perdido la parte en la que nos sentimos únicos, entendidos y abrazados con miles de sensaciones placenteras recorriéndonos mientras nos besamos, eso se habrá perdido y con ello la sensación de lo que significa habernos encontrado en este espacio y tiempo, en esta vida llena de incertidumbre.

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