Según
la Real Academia Española la palabra
honestidad hace referencia a aquel que es decente, decoroso, recatado, pudoroso, razonable, justo, recto u honrado. Es una cualidad humana que ensalza
la sinceridad y la verdad. La persona honesta busca la verdad para sí mismo y
para los demás.
El pensador chino Confucio distinguió tres tipos de
honestidad:
Ø Li (nivel superficial): acciones encaminadas a cumplir los propios deseos,
demostrando sinceridad en ello.
Ø Yi (nivel profundo): conocido como la bondad. No se persigue el
propio interés sino alcanzar el principio moral de la justicia, a través de la
reciprocidad. La persona es honesta consigo misma con respecto a sus
obligaciones y deberes.
Ø Ren (nivel más profundo): conocido como empatía, donde la persona ha
de autocomprenderse primero para después poder comprender a los demás. Se basa
en la frase: “trata a los demás como te
gustaría que te trataran a ti”.
Así pues una persona honesta
busca la verdad, la ofrece y para ello se basa en la bondad de sus acciones, apoyándose
en la reciprocidad y la empatía, alcanzando dicha honestidad cuando primero se
conoce a sí mismo para después conocer y respetar a los demás.
Y en las relaciones de pareja la
honestidad ha de ser la base de su vínculo, de la que se parte y a la que se
llega con sinceridad, esfuerzo y motivación. Y como hemos dicho, esta se
alcanza primero, conociéndose uno mismo, sabiendo que se desea de la vida,
estando al tanto de nuestras propias emociones, sensaciones y sentimientos, no camuflándolos
ni engañándonos a nosotros mismos, ni reprimiéndolos. Pues cuando reprimimos o
camuflamos lo que sentimos o necesitamos, estamos autoengañándonos y engañando
a nuestra pareja, fomentando el alejamiento y la separación, ya que al esconder
lo que deseamos o sentimos, vamos acrecentando una bola de frustración y
desdicha la cual acaba explotando y arrasando con nosotros, con la pareja y en
definitiva con la relación.
Entonces debemos mostrarnos
sinceros con el otro, exponiendo que necesitamos y que sentimos, no de forma impulsiva,
sino eligiendo el momento adecuado con la intensidad conveniente, controlando
pero no reprimiendo. Si lo hacemos de esta forma, nuestra pareja sabrá en todo
momento quiénes somos y qué necesitamos, nos conocerá y reconocerá y la relación
podrá ser fluida, reciproca, empática y envuelta en complicidad, y todos estos ingredientes
ayudan a que nuestra historia de amor sea sana y saludable.
Y recuerda: “Tú eres lo mejor que te ha
pasado en la vida”, si aprendes a conocerte y a
quererte, podrás ser honesto contigo mismo y con los demás, y alcanzarás la
intimidad y madurez necesaria para mantener un vinculo sano con las personas
que te rodean, entre ellas, tu pareja.
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