La educación sexual se ha convertido, para bien o para mal, en un tema recurrente en el momento actual, en el que nuestra sociedad está debatiendo qué elementos han de entrar en el currículo escolar y cuáles hemos de dejar fuera, qué papel juegan las familias en todo esto y qué papel el Estado. Muchas son las opiniones, informada y desinformadas que se lanzan en los distintos medios de comunicación y redes sociales, pero ¿qué entendemos por educación sexual? ¿Qué elementos se trabajan en ella? ¿Cuáles son los perfiles profesionales que deberían encargarse de impartir talleres? ¿Qué educación sexual necesitamos? Vamos a intentar desenmarañar un poco este panorama.
La educación sexual es el proceso educativo que pretende
apoyar al desarrollo integral de las personas a través de la comprensión de que
los seres humanos somos sexuados, tratando de conocernos a nosotros mismos,
nuestro cuerpo, nuestros gustos, nuestros anhelos, como a comprender a los
demás, favoreciendo actitudes erotofílicas, responsables y saludables; este
proceso se ampara en la información científica y los Derechos Humanos y
Sexuales. Veamos a continuación, alguno de estos elementos de forma algo más
detallada.
Desarrollo integral de
las personas. En la
actualidad el objetivo esencial del sistema educativo es que el alumnado
alcance un desarrollo integral óptimo. Esto significa que no solo se muestran contenidos
científicos derivados de la mera instrucción a través de la transmisión de
conocimientos, sino que se tendrán en cuenta otros factores que ayuden a
conformar la personalidad de nuestros jóvenes como son los llamados elementos
transversales, la educación para la salud, la educación en valores. Que en las
escuelas se den todos estos temas es un signo de calidad en la enseñanza y la
educación sexual es uno de estos elementos que ayudan al desarrollo integral
del alumnado por ende, a la calidad de la educación.
Los seres humanos somos
sexuados. Nacemos con
dispositivos sexuales que nos preparan para sentir placer y tener la capacidad
de reproducirnos. Desde el nacimiento, el cerebro se muestra operativo para
experimentar placer. Es una necesidad básica de supervivencia que afectará al
desarrollo posterior. Si desde que nacemos no somos queridos, abrazados,
masajeados, cuidados, nuestro cerebro se resentirá pudiendo afectar a nuestra
vida afectiva, social e intelectual, posterior.
Actitudes erotofílica. Son actitudes que una persona muestra
ante los temas relacionados con la sexualidad. En este caso, estas actitudes
son abiertas en cuanto a la sexualidad, no hay miedo, ni sentimiento de culpa o
rechazo hacia lo sexual, pues esta se vive con naturalidad, curiosidad y de
forma no traumática. Es uno de los
objetivos fundamentales de la educación sexual, pues como asevera la OMS, la
salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con
la sexualidad y este bienestar se alcana de forma satisfactoria gracias a fomentar
posturas o actitudes erotofílicas.
La
educación sexual se ampara en los Derechos
Humanos y Sexuales, son su timón ético, la guía que protege de la
discriminación, la intolerancia, y que asume la diversidad como un elemento
esencial e inherente al ser humano.
Y
desde los estudios que emanan de la Sexología podemos nutrir de conocimientos
científicos a la educación sexual. Desde los desarrollos filosóficos de Freud,
las investigaciones de Kinsey, Maters y Johnson, hasta los actuales manuales de
Sexología de autores como Francisco Cabello y toda la extensa bibliografía del
Catedrático de Psicología de la Sexualidad, Félix López, tenemos una amplia
gama de estudios que dan cobertura científica a la educación sexual, alejándola
de ideologías, opiniones y creencia particulares.
Por
todo ello, la educación sexual tiene un sentido en nuestro sistema escolar,
pues ayuda al objetivo fundamental del desarrollo integral del alumnado, se
basa en una ética fundamentada en los Derechos Humanos y Sexuales y se nutre de
conocimientos científicos aportados por la Medicina y la Psicología compilados
en una disciplina concreta denominada Sexología.
Lo
temas que abarca la educación sexual son amplios, pero haciendo una síntesis,
un taller de educación sexual no puede olvidar trabajar los siguientes temas:
1.
Diferenciar entre sexo, sexualidad y
erótica. Saber qué es la sexualidad, para qué sirve, mitos y tabúes al
respecto, tanto de la sexualidad como de las relaciones de pareja (mitos del
amor romántico).
2.
Infecciones de transmisión sexual y
métodos anticonceptivos. Siempre trabajados desde un modelo positivo de la
sexualidad. Pues la idea no es de hacerles ver los peligros que entraña la
sexualidad, sino de que sean responsables de su cuerpo y de su salud.
3.
Diversidad afectivo-sexual. Entender
las diferentes manifestaciones de la sexualidad, identidades y orientaciones
desde el respeto a la diversidad.
4.
Igualdad, perspectiva de género y Sexología
sustantiva. Entender que los seres humanos somos tanto biología como
cultura y que estamos indivisiblemente conformados por ambos elementos.
Entender las diferencias entre hombres y mujeres tanto desde el enfoque sexual
como el de género.
5.
Educación emocional. Consiste en
trabajar temas como la resolución de conflictos, el manejo de la presión de
grupo a la hora de iniciar relaciones eróticas, la asertividad y empatía.
6.
Derechos Sexuales y ética de la
sexualidad. Conocer cuáles son los Derechos Sexuales que nos amparan y basar nuestras relaciones en
una ética de los cuidados, de la dignidad, la libertad y la igualdad.
7.
Pensamiento crítico. Esta es la raíz
metodológica de toda educación, que el alumnado alcance un pensamiento crítico
propio, basado en los conocimientos científicos otorgados y la reflexión
personal y grupal. Si no fomentamos el pensamiento crítico, estaremos
cercenando el desarrollo integral.
Podemos
ampliar el abanico de temas a trabajar en este ámbito, pero considero
fundamentales estos puntos para alcanzar una educación sexual de calidad.
En
cuanto a los perfiles profesionales
que han de hacerse cargo de la educación sexual, tenemos que entender que no
todo el mundo está preparado para impartir una charla con las responsabilidades
que conlleva que el alumnado alcance una visión erotofílica de la sexualidad.
Muchos profesores y profesoras nos manifiestan que no saben cómo abordar este tema más allá de
los conocimientos que aparecen en los libros de texto sobre biología humana y
reproducción. Y es una percepción acertada, pues asumir esta responsabilidad
requiere de unos conocimientos concretos que no siempre están disponibles en la
formación inicial y continua del profesorado. Entonces ¿quién ha de hacerse
cargo de este cometido? ¿Qué perfil profesional estamos buscando? Buscamos expertos en sexología con conocimientos
básicos en psicología y medicina, con cierta preparación pedagógica que ilustre
su puesta en escena en el ámbito educativo. Y si fuera posible, con conocimientos
básicos en filosofía, pues esta abre el abanico de las posibilidades, del
pensamiento crítico y del método socrático o mayéutica. Los Máster de Sexología suelen contener una
síntesis multidisciplinar que abarca temas desde la psicología, la medicina y
la pedagogía. Por ello, las personas más
capacitadas para realizar talleres de educación sexual son aquellas que tienen
los conocimientos que puede otorgar un posgrado como el de Sexología.
Así
pues, ¿qué educación sexual necesitamos?
Necesitamos una educación sexual que se fundamente en las investigaciones
científicas sobre el hecho sexual humano y las relaciones interpersonales, que
se ampare en los Derechos Humanos y Sexuales, que fomente la igualdad, la
diversidad, las actitudes erotofílicas, el pensamiento crítico y que promueva
el desarrollo integral del alumnado. Para ello contamos con profesionales de la
Sexología con conocimientos básicos en Medicina, Psicología, Pedagogía (y a
poder ser, Filosofía).
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