martes, 13 de marzo de 2012

La soledad

El diccionario ilustrado de la lengua española, define soledad como: “Carencia de compañía. Pesar y melancolía que se siente por la ausencia, muerte o perdida de alguna persona o cosa”.

Y es que en definitiva la gran mayoría de nosotros somos seres con genes sociales, nos motiva la búsqueda incansable del calor humano, del abrazo sincero, de la sonrisa cómplice, necesitamos estar rodeados de los demás, no como átomos alocados y fríos, sino cerca de personas que consideramos que realmente lo son. Porque en las ciudades siempre caminamos al lado de desconocidos y no por ello nos sentimos arropados, agrupados, reconocidos, ese tipo de cercanía, es una cercanía lejana, inmunda y sinsentido, buscamos la unión con los demás de forma significativa. Y cuando la poseemos corremos el riesgo de perderla y al perderla nos sentimos solos, melancólicos, perdidos, vacios.

Juramos que intentaremos ser más independientes la próxima vez, que no necesitamos a nadie especial en nuestras vidas, que no queremos depender de besos, abrazos, caricias, susurros al oído. Dejamos relaciones con la esperanza de volvernos más nosotros mismos, pero al poco tiempo una pesada losa nos estrangula, nos aplasta y hunde, la losa de la soledad y del vacío existencial. Dejamos, nos desplazamos, pero no hacia nosotros mismos, sino hacia otros mares, otras espaldas a las que abrazar, otros labios, pues no sabemos estar solos, nos aterra y como dice la definición nos sentimos melancólicos ante la pérdida de lo que tuvimos y volvemos a nadar, a dormir y a bailar acompañados.

Las estadísticas muestran que las personas divorciadas o separadas viven menos años que las felizmente casadas, entre los factores que influyen están:

• La peor calidad en la alimentación.
• Mayores niveles de ansiedad
• Mayores niveles de estrés
• Mayores niveles de depresión.

Estos mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión a su vez causan mayores tasas de enfermedad como los problemas circulatorios, hipertensión, carencias en el sistema inmunológico con la probabilidad de contraer mayores infecciones por virus y bacterias y un no menos extenso etcétera, que añadido a una alimentación precaria o no sana, provocan que la vida de las personas divorciadas y viudas decrezca considerablemente.

Por lo que parece que estamos hechos para ser felices en compañía, necesitamos el apoyo de los demás en los momentos difíciles, como si ellos se convirtieran en un tubo de canalización de nuestras tensiones y dificultades, necesitamos reír acompañados de los demás, no podemos, ni queremos estar solos.

La idea es alcanzar el punto equilibrado entre necesidad e independencia. Solo los seres ermitaños pueden vivir alejados de la complacencia de los demás sin que un vacio les corroa por dentro, pero no se trata de ser un ermitaño austero emocional, sino de encontrar un estado a medio camino, justo en el punto medio entre la cordura y la razón. No debemos ser seres volátiles, ligeros y gráciles que se dejan arrastrar por los vientos de la imperiosa necesidad de relación con los demás, necesitamos, para el equilibrio, poder gozar de nosotros mismos, sin que la angustia existencial de la soledad nos arroye y nos destruya. Somos seres sociales, pero no seres dependientes de afecto. Si somos capaces de disfrutar de nosotros mismos sin la necesidad imperiosa del afecto del prójimo, habremos recorrido un largo camino hacia la felicidad individual.

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DELIRIOS Y LOCURA

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Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
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No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
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