El enamoramiento y el amor pueden causar un estado de dependencia en la pareja, pero si el amor decrece sustancialmente y la dependencia aumenta, podemos estar ante una relación de pareja toxica y poco fructífera.
Podemos definir dependencia afectiva como un estado fisiológico y psicológico caracterizado por la necesidad de estar o seguir con el amado aunque la presencia de este no nos gratifique, manteniendo la relación tan solo porque su pérdida es dolorosa.
El psicólogo Richard Lester Solomon (1918-1995), explica esta dependencia afectiva a través de su teoría del Proceso Oponente de Adquisición de Motivos, que comentaremos brevemente a continuación.
Solomon explica porque las parejas se interesan una en la otra a través de un proceso en el que intervienen dos ideas o conceptos fundamentales:
Todo sentimiento positivo que experimentamos va acompañado de un sentimiento contrario u oponente negativo, por ejemplo, el sentimiento que nos produce ver a alguien que nos gusta es positivo y cuando este se aleja, nos sobreviene un sentimiento negativo de perdida.
Cualquier sentimiento positivo que se experimente muchas veces de forma sucesiva, pierde gran parte de su intensidad, por un proceso de habituación.
Un estimulo, por ejemplo una persona que nos atrae, en un primer momento nos evoca un sentimiento positivo de alegría al verlo (entre otros sentimientos positivos, pero lo dejaremos en alegría para no complicar el ejemplo), al principio nos sentiremos muy contentos al advertir su presencia, esta excitación se irá apaciguando con forme pasa el tiempo, no obstante seguiremos contentos, si pasan unos días y no lo hemos vuelto a ver, nuestras emociones no volverán a un estado de neutralidad, lo más probable, según esta teoría, es que surjan sentimientos contrarios de tipo negativo, es decir echaremos de menos a esta persona, y esta añoranza se irá disipando progresivamente según pase más tiempo.
Así pues la aparición de un estimulo (ver al amado) activador de la emoción, produce una respuesta emocional intensa como puede ser la alegría, alcanzando esta rápidamente un punto máximo (fisiológicamente hablando), esta fase extrema va seguida de un proceso de adaptación, con lo que la alegría va disminuyendo, hasta alcanzar un punto de equilibrio. Nuestro amado, continúa produciéndonos alegría durante este estado de adaptación, pero cuando nuestra pareja se aleja de nosotros, el estado emocional se transforma rápidamente, produciéndose unos sentimientos contrarios a los que aparecían en presencia del estímulo, pasando de la alegría de estar con el amado a la tristeza y añoranza de perderlo o a causa del alejamiento. Solomon llama a esta inversión de la emociones “posrreacción afectiva” y esta va decayendo gradualmente provocando que la persona vuelva a su estado normal.
Y cuando el estimulo inicial, como ver a alguien nuevo que nos atrae se convierte en rutina, pues ya hemos establecido una relación estable con esta persona ¿Qué puede ocurrir? Cuando vemos y estamos continuamente con la persona que nos atrae, la emoción intensa primaria se mitiga, pues se produce un proceso de adaptación y habituación a tal estimulo, sin embargo si nuestro amado se aleja de nosotros o rompe la relación, acarreara un malestar y añoranza más intensas incluso que la primera vez que nuestra pareja se alejó; cuando nos hemos acostumbrado a tener una pareja a nuestro lado (aunque ya no la amemos igual), su pérdida origina un malestar intenso. En definitiva, estar con nuestro amado ya no es igual de emocionante que al principio, por este proceso de habituación, sin embargo su pérdida acarrea una tremenda tristeza, puesto que los estados positivos se apaciguan pero los negativos se intensifican.
¿Qué mecanismos en nuestro organismo están provocando estos estados? Para Domjan y Burkhard: “La teoría del proceso oponente de la motivación sostiene que los mecanismos neurofisiológicos que intervienen en la conducta emocional actúan para mantener la estabilidad emocional. Así pues, la teoría del proceso oponente es una teoría homeostática (proceso de regulación, para mantener estable el sistema interno corporal). Según esta teoría, una función importante de los mecanismos que controlan la conducta emocional es minimizar las desviaciones de la neutralidad (o estabilidad) emocional”. Por lo que este proceso intenta mantener en equilibrio el estado emocional psicológico, contrarrestando una emoción positiva con otra opuesta negativa. Así un cuerpo estable, se desestabiliza ante un estímulo (el ser amado) provocando emociones positivas, por lo que para volver a mantenerse estable recurre a un proceso opuesto de sensaciones negativas. Siguiendo la teoría de Solomon, un estimulo activador (el amado) suscita una emoción como es la alegría, a esta emoción activada se denomina proceso A, que aparece ante la presencia del estimulo (ser amado), este proceso A provoca un proceso oponente o contrario denominado proceso B (descontento), entonces cuando el estimulo (ser amado) se presenta por primera vez, aun no se experimenta el proceso B (descontento), por lo que la reacción de alegría puede ser intensa, pero una vez prolongado el proceso A, se activa el proceso B, reduciendo la intensidad de la respuesta (alegría), provocando el estado de adaptación, regulando el estado interno. En definitiva, primero experimentamos una sensación positiva extrema al ver al amado para después experimentar una sensación extrema negativa cuando este se aleja con lo que se produce una regulación interna (como un balancín, de positivo a negativo hasta alcanzar el equilibrio). Pero al entablar una exposición prolongada al estimulo positivo (estamos mucho tiempo con nuestro amado), este estimulo deja de provocar reacciones emocionales intensas y la posrreacción negativa (descontento por su pérdida) se hace mucho más fuerte, puesto que mientras que el proceso A (alegría al ver al amado) tiende a la habituación y a estabilizarse, el proceso B se activa más rápidamente y se fortalece cada vez que aparece (el descontento aumenta cada vez que el amado se aleja). En definitiva, nos habituamos a la felicidad que nos produce el amado, pero nos cuesta mucho más habituamos a su perdida, por lo que podemos no sentir amor hacia nuestra pareja pero si un gran dolor si esta nos abandona (o incluso al abandonarla nosotros). En conclusión, después de la habituación, el proceso B (descontento) se opone con más fuerza a las respuestas emocionales primarias (alegría).
Para Domjan y Burkhard: “Los recién casados están normalmente muy entusiasmados y se muestran muy cariñosos uno con otro cuando están juntos. Esta reacción emocional primaria sufre habituación conforme pasan los años. Gradualmente la pareja de va asentando y llega a mantener una cómoda relación que carece de entusiasmo de la luna de miel.
Sin embargo esta habituación de la reacción emocional primaria va acompañada de un fortalecimiento de la posrreacción afectiva. Cuanto más tiempo haya pasado junta una pareja peor se sentirá cuando se separen, y más durará su malestar (“la distancia aumenta el cariño”)”.
Por lo que en definitiva, si nuestra relación se ha convertido tan solo en un intento de no sentirnos mal cuando nos abandona o abandonamos y no percibimos ninguna sensación positiva por nuestro amado, con sentimientos de estancamientos continuos, podríamos empezar a pensar que la base que sustenta esta relación no es el amor sino la dependencia afectiva, dañina para continuar con una relación sana y placentera.
Y es que la dependencia afectiva sigue los mismos pasos que la adicción a las drogas, pues la sensación de placer que se experimenta al tomar una droga sigue el mismo proceso oponente del enamoramiento, puesto que esta sensación positiva (de drogarse) va seguida de una sensación negativa de echar de menos cuando no se consume. No solo meterse una droga reconforta, sino que volver a estar cerca de ella es doblemente reforzante pues detenemos la sensación negativa de echarla de menos. Además a medida que disminuye la sensación positiva de consumir (por la habituación comentada), la sensación de echarla de menos se hace más intensa, motivándonos a volver a probarla. Así pues al principio tomamos una droga por el efecto positivo que nos produce, al igual que mantener una primera cita amorosa con alguien, pero poco a poco según va pasando el tiempo, el efecto positivo de estar con el amado o la sensación placentera de la droga se va mitigando por el proceso de habituación, y ya no tomamos dicha droga porque nos guste su efecto positivo, sino para no experimentar el sentimiento negativo de echarla de menos (síndrome de abstinencia o “mono”), ya no estamos con el amado porque lo seguimos queriendo sino porque la echamos de menos cuando no está a nuestro lado.
Para que usted pueda verificar si su relación ha caído en un estado de dependencia emocional, piense si le ha ocurrido algo parecido a esta circunstancia que voy a relatar.
María ya no soporta a Miguel, desde hace casi un año, cuando le mira no siente absolutamente nada, un vacio en su interior se apodera, consumiendo las arcaicas sensaciones de amor y placer que sentía al mirarlo, ahora entiende que no le queda nada por saber, conocer, sentir o experimentar cerca de él. Pero no puede dejarlo, le aterra y atormenta, se estremece tan solo al pensar que puede levantarse un día de la cama y no sentir su presencia. Se agobia al ver la casa intensamente vacía, no puede imaginarse pasear por las calles sola, pero sabe que no le quiere y que está siendo egoísta. Algunas veces se engaña así misma e incluso tiene periodos de tiempo que cree que, aunque no es feliz, al menos siente que posee una relación estable, se engaña, puesto que lo que realmente está haciendo es acallar sus necesidades de salir corriendo, de dejar a Miguel porque sinceramente no siente nada. La primera vez que le dejó, tuvo unos iniciales sentimientos de placer y libertad, pero al pasar unas horas empezó a ahogarse en sí misma, no podía pensar en otra cosa que no fuera volver a los brazos de su amado. Recorrió todas las innumerables calles que le llevaban hasta él y le suplico que no tuviera en cuenta esa tontería. Volvieron, pero nada más regresar a su casa, retornaron sus sentimientos de vacío, pues seguía sin quererle. “Ni contigo, ni sin ti” pensaba continuamente, mientras el tiempo continuaba pasando inexorable. No es amor lo que ella siente, sino la dependencia de la perdida, no le ama, pero lo necesita para no sentirse mal ante el abandono y la soledad.
La dependencia afectiva no es amor, es una sensación desagradable ante una pérdida real o imaginaria y como todo síndrome de abstinencia, conlleva un sufrimiento inicial pero una sensación de libertad absoluta cuando se consigue pasar de página, cuando uno comprueba que puede continuar sin el miedo al abandono, sin el miedo al dolor.
Delirios sobre el amor,el enamoramiento, la sexualidad, las relaciones interpersonales, los celos, el equilibrio, las emociones, el deseo, el humor, la imaginación y la conducta humana.
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DELIRIOS Y LOCURA
Delirios y otros problemas
Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.
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2 comentarios:
Hola, me.gusta mucho leer lo que escribes , llevo ya algún año sufriendo este problema de dependencia afectiva. Soy plenamente consciente de ello y aún así no tengo herramientas para solucionarlo. Él ha rehecho su vida totalmente, pero seguimos hablando. Es como si lo necesitara y no soy capaz de empezar otra relación a pesar de no querer estar con él. Como ponía arriba.... Ni contigo ni sin ti .
Estoy estudiando para el examen de condicionamiento que tengo para la semana que viene y me ha resonado tanto lo de la teoria del proceso opuesto que me he puesto a buscar mas info y he llegado aqui.
Estoy en una situacion parecida a la que dices, hace 5 meses que terminé con una relacion de maxima dependencia, con mi expareja eramos una sola persona casi, no habia limites. Los primeros dos meses fueron geniales, me sentia libre y mas viva que nunca, despues fueron volviendo recuerdos... y ultimamente como "ya ha pasado un tiempo" nos hemos ido viendo algun dia y me he sentido genial a su lado... MI pregunta es..: puede ser que el haber saldio de la dependencia y del pasar las 24h del dia juntas, ahora q nos hemos distanciado, pueda sentir y darme cuenta que de verdad la amo o sigue siendo parte de el "mono"? pq yo me siento enamorada, pero me da miedo estar confundiendolo y volver a apostar por algo que en realidad ya se acabo. Cuanto dura el mono de amor?;)
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