Gran parte de los problemas solubles que mantienen las parejas, se deben a creencias erróneas que posee uno de los miembros de la relación o ambos y que perjudican a la convivencia e imposibilita una comunicación fluida y sana. Estos errores sistemáticos en el procesamiento de la información, que dan lugar a respuestas desadaptadas, se denominan: distorsiones cognitivas.
Las distorsiones cognitivas son creencias erróneas que suponen la aplicación rígida e inapropiada de esquemas mentales preconcebidos y preexistentes, que dan lugar a respuestas desajustadas alejadas de la realidad. Una creencia errónea conlleva a más que a una posible conducta errónea y a unos sentimientos y emociones distorsionados que crean malestar tanto en la persona que los padece como, en el caso que nos ocupa, en la pareja, puesto que estas distorsiones suelen versar sobre la relación, sobre el amado y sobre la persona misma que las sufre. Por ello vamos a nombrar los tipos de distorsiones más comunes dentro de las relaciones de pareja y a describirlos de forma sencilla, para que el lector obtenga una idea clara y concisa sobre en qué consisten cada una de ellas.
A continuación, la lista de distorsiones cognitivas más comunes en las relaciones de pareja:
Filtraje o atención selectiva
Pensamiento polarizado
Sobregeneralización
Interpretación del pensamiento
Visión catastrófica o error del adivino
Falacia de cambio
Etiquetas globales.
Culpabilidad
Afirmación: debería.
Falacia de recompensa divina.
Minimización/Magnificación
Veamos en qué consiste cada una de ellas.
Filtraje o atención selectiva
El miembro de la pareja solo se fija en aquello que falla, obviando los progresos y éxitos. La persona se centra en sus temores magnificándolos y se ve incapaz de enfrentarse a estos. Puede suceder cuando un miembro de la pareja solo se fija en los momentos malos, obviando todos los buenos momentos que han pasado juntos y cada vez que hay un pequeño percance lo sobreestima y magnifica, devaluando los buenos recuerdos experimentados. Puede deberse al miedo irracional a ser abandonado y por ello se centra sobremanera en circunstancias que pueden dar lugar al fracaso de la relación. En este caso el sujeto debe cambiar sus expresiones negativas por otras que relativicen los hechos como: ”no es para tanto” o “yo puedo con esto”.
Pensamiento polarizado
Los acontecimientos vividos se valoran en grados extremos de todo o nada, de bueno o malo o del
blanco al negro, sin grises o grados intermedios. Son pensamientos extremos irracionales que pueden afectar a la relación de pareja cuando solo se valora muy negativamente la actitud de la pareja o la calidad de la relación, no teniendo en cuenta grados intermedios, pues la relación o va muy bien o muy mal. La persona olvida los matices, utilizando palabras o frases extremas: “esta relación va fatal”, “es un fracaso rotundo”. La idea principal es que el miembro de la pareja que padece esta distorsión comience a juzgar los acontecimientos vividos de manera más graduada, teniendo en cuenta los matices y las diversas situaciones experimentadas en pareja.
Sobregeneralización
El miembro de la pareja saca conclusiones generales de un hecho particular; se establecen reglas generales de un simple hecho que incluso puede ser anecdótico (como la expresión popular: “maté a un gato y mata-gatos me llamaron”). Esta persona utiliza palabras como: siempre, nunca, todos, nadie, ninguno. Por ejemplo cuando uno de los cónyuges le dice al otro: “Nunca puedo contar contigo para salir a cenar”, cuando en realidad hacia dos semanas que habían salido a cenar sin percances. Lo ideal es que el miembro de la pareja que sufre esta distorsión comience a concretar y buscar pruebas antes de lanzar acusaciones del tipo “tú nunca…” teniendo en cuenta los casos contrarios a ese pensamiento o circunstancia.
Interpretación del pensamiento
Tendencia a la interpretación de los pensamientos de los demás sin base real alguna. La persona puede proyectar sus propios pensamientos, sentimientos y emociones en los demás, creyendo que lo que él siente o cree lo están sintiendo o creyendo también los demás (como indica la frase popular: “el ladrón cree que todo el mundo es de su condición”). Un miembro de la pareja puede creer que su amado le está mintiendo o engañando porque llega tarde a una cita, sin mediar prueba objetiva alguna. Las frases que suelen utilizarse en estos casos son: “Eso que dices es porque…”, “Eso se debe a que…”. Lo que debe de hacer el miembro de la pareja que lo padece, es dejar de suponer y/o buscar pruebas objetivas para comprobar sus suposiciones.
Visión catastrófica o error del adivino
Esta distorsión consiste en anticipar, sin evidencia objetiva, que las cosas van a ir mal o no van a salir bien, dándose como inmodificable tal predicción catastrofista. Se produce cuando por ejemplo, un miembro de la pareja, comienza a pensar que el final de la relación esta próximo o puede ser inminente, sin pruebas objetivas o reales de tal creencia. Por ejemplo, esta persona puede pensar que muchas relaciones de parejas acaban sucumbiendo ya que las estadísticas sobre divorcio son muy elevadas y cree que le puede pasar a su relación también, sin hechos claros o reales de tal predicción, en cuanto a su relación amorosa. Estas personas suelen utilizar frases del tipo: “¿y si me ocurriera a mi?”. Para modificar dichos pensamientos y creencias erróneas, lo ideal es que estas personas dejen de anticipar los sucesos, centrándose en las vivencias presentes, valorando diversas alternativas como validas o posibles y no solo teniendo en cuenta la idea catastrofista.
Falacia de cambio
Las personas que cometen esta distorsión creen que su felicidad corre a cargo, de manera exclusiva, de los actos de los demás. Piensan que para cubrir sus necesidades, los demás son quienes han de cambiar, pues creen que su bienestar depende solo de estos cambios. Es el caso de las parejas que intentan, a toda costa, cambiar conductas, pensamientos y creencias del amado para felicidad propia, creyendo también que si la relación va mal es porque el amado no hace lo correcto y debe modificar su conducta por el bien de ambos. Se producen pensamientos del tipo: “Para que la relación mejore mi pareja tiene que cambiar”. Lo ideal es pensar que uno mismo también puede hacer algo para cambiar las situaciones conflictivas y que no toda la responsabilidad recae en el amado.
Etiquetas globales.
Consiste en encasillar al amado, a la relación o a uno mismo con etiquetas globales, utilizando en la mayoría de los casos el verbo “Ser”, con lo que se produce una visión de las personas, de uno mismo o de la relación estereotipada e inflexible. Así el cónyuge puede idealizar o denostar al amado o a la relación. En modo positivo podemos creer que nuestra pareja es mejor que el resto de personas, idealizándolo y minimizando u obviando cuando se equivoca o falla o en negativo, podemos etiquetar a nuestra pareja como egoísta “Tú eres egoísta” encasillándola por siempre en ese cliché, menospreciando o no teniendo en cuenta cuando ella hace algo altruista por nosotros. El sujeto que sufre esta distorsión debe ser consciente de que las personas no son 100% buenas o malas, sino que actúan de forma gradual.
Culpabilidad
La persona en este caso responsabiliza totalmente de los actos al cónyuge o a sí mismo, sin base suficiente o sin tener en cuenta otros factores o variables que contribuyen a la ocurrencia de los hechos. Utiliza palabras y frases del estilo: “Tu culpa”, “mi culpa”, “es culpa de…”. Por ejemplo, un miembro de la pareja que está engordando culpa al otro porque siempre van de cena y comen alientos grasos, no teniendo en cuenta la propia responsabilidad de los actos, haciendo únicamente responsable al amado. La persona que posee esta distorsión debe empezar a tener en cuenta otras variables o motivos de los hechos ocurridos.
Afirmación: debería.
Consiste en mantener pensamientos e ideas rígidas de cómo tienen que ser o suceder las cosas, la desviación de esta regla o norma se considera intolerable y conlleva una alteración emocional extrema. La pareja tiene una idea preconcebida de cómo ha de ser la relación o su pareja y si no se cumple se enfada y frustra, castigando al amado y así mismo. El camino marcado rígido, solo puede empeorar y empobrecer la relación amorosa promoviendo la frustración al no conseguir los deseos previstos, puesto que las expectativas no se cumplen y frustrando al amado ya que este puede empezar a sentir que la pareja le menosprecia a él y/o a la relación. Lo conveniente es empezar a flexibilizar estas reglas marcadas, comprobando que no es tan grave que no se cumplan las expectativas o ideas previstas.
Falacia de recompensa divina.
La persona que padece esta distorsión tiende a no buscar soluciones a los problemas suponiendo que la situación mejorará con el tiempo. El cónyuge suele mostrase pasivo ante los conflictos o desavenencias, esperando que el tiempo curé las heridas o apacigüe los problemas, sin hacer nada por resolver el conflicto. Esto suele provocar a corto/medio plazo irritación, resentimiento y sentimientos de soledad en la pareja que se siente desatendida. Los pensamientos suelen ir en torno a estas frases: “las cosas mejoraran en un futuro”, “el tiempo todo lo cura”. Lo ideal es que la persona comience a buscar soluciones plausibles en el presente, conversando con el amado.
Minimización/Magnificación
Consiste en minimizar las experiencias positivas o maximizar las negativas. Un ejemplo de minimización sería cuando nuestra pareja hace algo por nosotros que llevamos diciéndole tiempo que lo haga y lo lleva a cabo, en vez de alegrarnos, pensamos que lo hace solo porque se lo hemos pedido muchas veces y no por que desee hacerlo por sí misma (a este pensamiento se denomina “Paradoja de la Espontaneidad”). Lo que el sujeto hace es reducir o alterar la realidad, provocando malestar e irritación. La persona debe empezar a valorar los hechos de forma más objetiva y atendiendo a diversas variables.
Estas son las distorsiones más comunes que suelen padecer las parejas que poseen creencias o pensamientos desajustados e irracionales. Lo ideal es tratar estas ideas toxicas de forma profesional a través de un especialista que nos ayude a identificarlas, entenderlas y a hacernos conscientes del malestar que provocan, puesto que incluso pueden causar la ruptura de la relación.
Las distorsiones cognitivas son creencias erróneas que suponen la aplicación rígida e inapropiada de esquemas mentales preconcebidos y preexistentes, que dan lugar a respuestas desajustadas alejadas de la realidad. Una creencia errónea conlleva a más que a una posible conducta errónea y a unos sentimientos y emociones distorsionados que crean malestar tanto en la persona que los padece como, en el caso que nos ocupa, en la pareja, puesto que estas distorsiones suelen versar sobre la relación, sobre el amado y sobre la persona misma que las sufre. Por ello vamos a nombrar los tipos de distorsiones más comunes dentro de las relaciones de pareja y a describirlos de forma sencilla, para que el lector obtenga una idea clara y concisa sobre en qué consisten cada una de ellas.
A continuación, la lista de distorsiones cognitivas más comunes en las relaciones de pareja:
Filtraje o atención selectiva
Pensamiento polarizado
Sobregeneralización
Interpretación del pensamiento
Visión catastrófica o error del adivino
Falacia de cambio
Etiquetas globales.
Culpabilidad
Afirmación: debería.
Falacia de recompensa divina.
Minimización/Magnificación
Veamos en qué consiste cada una de ellas.
Filtraje o atención selectiva
El miembro de la pareja solo se fija en aquello que falla, obviando los progresos y éxitos. La persona se centra en sus temores magnificándolos y se ve incapaz de enfrentarse a estos. Puede suceder cuando un miembro de la pareja solo se fija en los momentos malos, obviando todos los buenos momentos que han pasado juntos y cada vez que hay un pequeño percance lo sobreestima y magnifica, devaluando los buenos recuerdos experimentados. Puede deberse al miedo irracional a ser abandonado y por ello se centra sobremanera en circunstancias que pueden dar lugar al fracaso de la relación. En este caso el sujeto debe cambiar sus expresiones negativas por otras que relativicen los hechos como: ”no es para tanto” o “yo puedo con esto”.
Pensamiento polarizado
Los acontecimientos vividos se valoran en grados extremos de todo o nada, de bueno o malo o del
blanco al negro, sin grises o grados intermedios. Son pensamientos extremos irracionales que pueden afectar a la relación de pareja cuando solo se valora muy negativamente la actitud de la pareja o la calidad de la relación, no teniendo en cuenta grados intermedios, pues la relación o va muy bien o muy mal. La persona olvida los matices, utilizando palabras o frases extremas: “esta relación va fatal”, “es un fracaso rotundo”. La idea principal es que el miembro de la pareja que padece esta distorsión comience a juzgar los acontecimientos vividos de manera más graduada, teniendo en cuenta los matices y las diversas situaciones experimentadas en pareja.
Sobregeneralización
El miembro de la pareja saca conclusiones generales de un hecho particular; se establecen reglas generales de un simple hecho que incluso puede ser anecdótico (como la expresión popular: “maté a un gato y mata-gatos me llamaron”). Esta persona utiliza palabras como: siempre, nunca, todos, nadie, ninguno. Por ejemplo cuando uno de los cónyuges le dice al otro: “Nunca puedo contar contigo para salir a cenar”, cuando en realidad hacia dos semanas que habían salido a cenar sin percances. Lo ideal es que el miembro de la pareja que sufre esta distorsión comience a concretar y buscar pruebas antes de lanzar acusaciones del tipo “tú nunca…” teniendo en cuenta los casos contrarios a ese pensamiento o circunstancia.
Interpretación del pensamiento
Tendencia a la interpretación de los pensamientos de los demás sin base real alguna. La persona puede proyectar sus propios pensamientos, sentimientos y emociones en los demás, creyendo que lo que él siente o cree lo están sintiendo o creyendo también los demás (como indica la frase popular: “el ladrón cree que todo el mundo es de su condición”). Un miembro de la pareja puede creer que su amado le está mintiendo o engañando porque llega tarde a una cita, sin mediar prueba objetiva alguna. Las frases que suelen utilizarse en estos casos son: “Eso que dices es porque…”, “Eso se debe a que…”. Lo que debe de hacer el miembro de la pareja que lo padece, es dejar de suponer y/o buscar pruebas objetivas para comprobar sus suposiciones.
Visión catastrófica o error del adivino
Esta distorsión consiste en anticipar, sin evidencia objetiva, que las cosas van a ir mal o no van a salir bien, dándose como inmodificable tal predicción catastrofista. Se produce cuando por ejemplo, un miembro de la pareja, comienza a pensar que el final de la relación esta próximo o puede ser inminente, sin pruebas objetivas o reales de tal creencia. Por ejemplo, esta persona puede pensar que muchas relaciones de parejas acaban sucumbiendo ya que las estadísticas sobre divorcio son muy elevadas y cree que le puede pasar a su relación también, sin hechos claros o reales de tal predicción, en cuanto a su relación amorosa. Estas personas suelen utilizar frases del tipo: “¿y si me ocurriera a mi?”. Para modificar dichos pensamientos y creencias erróneas, lo ideal es que estas personas dejen de anticipar los sucesos, centrándose en las vivencias presentes, valorando diversas alternativas como validas o posibles y no solo teniendo en cuenta la idea catastrofista.
Falacia de cambio
Las personas que cometen esta distorsión creen que su felicidad corre a cargo, de manera exclusiva, de los actos de los demás. Piensan que para cubrir sus necesidades, los demás son quienes han de cambiar, pues creen que su bienestar depende solo de estos cambios. Es el caso de las parejas que intentan, a toda costa, cambiar conductas, pensamientos y creencias del amado para felicidad propia, creyendo también que si la relación va mal es porque el amado no hace lo correcto y debe modificar su conducta por el bien de ambos. Se producen pensamientos del tipo: “Para que la relación mejore mi pareja tiene que cambiar”. Lo ideal es pensar que uno mismo también puede hacer algo para cambiar las situaciones conflictivas y que no toda la responsabilidad recae en el amado.
Etiquetas globales.
Consiste en encasillar al amado, a la relación o a uno mismo con etiquetas globales, utilizando en la mayoría de los casos el verbo “Ser”, con lo que se produce una visión de las personas, de uno mismo o de la relación estereotipada e inflexible. Así el cónyuge puede idealizar o denostar al amado o a la relación. En modo positivo podemos creer que nuestra pareja es mejor que el resto de personas, idealizándolo y minimizando u obviando cuando se equivoca o falla o en negativo, podemos etiquetar a nuestra pareja como egoísta “Tú eres egoísta” encasillándola por siempre en ese cliché, menospreciando o no teniendo en cuenta cuando ella hace algo altruista por nosotros. El sujeto que sufre esta distorsión debe ser consciente de que las personas no son 100% buenas o malas, sino que actúan de forma gradual.
Culpabilidad
La persona en este caso responsabiliza totalmente de los actos al cónyuge o a sí mismo, sin base suficiente o sin tener en cuenta otros factores o variables que contribuyen a la ocurrencia de los hechos. Utiliza palabras y frases del estilo: “Tu culpa”, “mi culpa”, “es culpa de…”. Por ejemplo, un miembro de la pareja que está engordando culpa al otro porque siempre van de cena y comen alientos grasos, no teniendo en cuenta la propia responsabilidad de los actos, haciendo únicamente responsable al amado. La persona que posee esta distorsión debe empezar a tener en cuenta otras variables o motivos de los hechos ocurridos.
Afirmación: debería.
Consiste en mantener pensamientos e ideas rígidas de cómo tienen que ser o suceder las cosas, la desviación de esta regla o norma se considera intolerable y conlleva una alteración emocional extrema. La pareja tiene una idea preconcebida de cómo ha de ser la relación o su pareja y si no se cumple se enfada y frustra, castigando al amado y así mismo. El camino marcado rígido, solo puede empeorar y empobrecer la relación amorosa promoviendo la frustración al no conseguir los deseos previstos, puesto que las expectativas no se cumplen y frustrando al amado ya que este puede empezar a sentir que la pareja le menosprecia a él y/o a la relación. Lo conveniente es empezar a flexibilizar estas reglas marcadas, comprobando que no es tan grave que no se cumplan las expectativas o ideas previstas.
Falacia de recompensa divina.
La persona que padece esta distorsión tiende a no buscar soluciones a los problemas suponiendo que la situación mejorará con el tiempo. El cónyuge suele mostrase pasivo ante los conflictos o desavenencias, esperando que el tiempo curé las heridas o apacigüe los problemas, sin hacer nada por resolver el conflicto. Esto suele provocar a corto/medio plazo irritación, resentimiento y sentimientos de soledad en la pareja que se siente desatendida. Los pensamientos suelen ir en torno a estas frases: “las cosas mejoraran en un futuro”, “el tiempo todo lo cura”. Lo ideal es que la persona comience a buscar soluciones plausibles en el presente, conversando con el amado.
Minimización/Magnificación
Consiste en minimizar las experiencias positivas o maximizar las negativas. Un ejemplo de minimización sería cuando nuestra pareja hace algo por nosotros que llevamos diciéndole tiempo que lo haga y lo lleva a cabo, en vez de alegrarnos, pensamos que lo hace solo porque se lo hemos pedido muchas veces y no por que desee hacerlo por sí misma (a este pensamiento se denomina “Paradoja de la Espontaneidad”). Lo que el sujeto hace es reducir o alterar la realidad, provocando malestar e irritación. La persona debe empezar a valorar los hechos de forma más objetiva y atendiendo a diversas variables.
Estas son las distorsiones más comunes que suelen padecer las parejas que poseen creencias o pensamientos desajustados e irracionales. Lo ideal es tratar estas ideas toxicas de forma profesional a través de un especialista que nos ayude a identificarlas, entenderlas y a hacernos conscientes del malestar que provocan, puesto que incluso pueden causar la ruptura de la relación.
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