miércoles, 10 de febrero de 2021

Don Juan y Casanova. Dos maneras opuestas de seducir.

Si tuviéramos que nombrar dos personajes que encarnan, por excelencia, el arte de la seducción, saldrían de nuestros labios los nombres de Don Juan, mito literario y de Giacomo Casanova, conquistador veneciano del siglo XVIII. Ambos conquistadores, pero con grandes diferencias personales, que nos desvelan los por qué, de esta necesidad de seducción y galantería.


La figura del Don Juan fue creada por Tirso de Molina  y recreada, más tarde, por José Zorrilla en el siglo XIX en su Don Juan Tenorio. Mucho se ha hablado de la personalidad de este mito literario. Un seductor insaciable, que con dinero y contactos, puede conquistar a cualquier dama que se le ponga por delante. ¿Pero que encierra la personalidad de este Don Juan conquistador?

 Desde un punto de vista psicológico, podemos encontrar un Don Juan que nunca está satisfecho, que detrás de su bravuconería, alegría y altanería, esconde una mirada triste, un vacío existencial que lo devora. No sabe amar. La vida trágica de este personaje, es la necesidad de redención a través del amor, un amor que nunca llega, pues está impedido para esta labor. La  necesidad de conquista continua, le lleva a la soledad, al vacío, no es nadie si no conquista y no es nadie cuando conquista. Subyace en él, una misoginia ardiente. Cree entender a las mujeres, pero no entiende al amor. Se enfada, siente rabia, no logra una estabilidad y odia. Conquista mujeres para abandonarlas, para provocarles, la misma tristeza que siente él, el mismo vacío interior. Menosprecia al sexo opuesto, lo infravalora, son objetos a los que amar y no sujetos. Así, el amor es imposible, pues parte de una premisa errónea: los hombres son superiores a las mujeres. Una asimetría fatal, que conlleva a su enorme insatisfacción. No podemos amar a lo que consideramos inferior a nosotros, solo podemos compadecernos, sentir lástima y ser condescendientes. Don Juan es víctima de sí mismo.

Para otros autores, imbuidos por las teorías freudianas, consideran que Don Juan posee una homosexualidad latente. Busca acallar esta homosexualidad exacerbando la necesidad de conquista, la cual le lleva a un vacío interno, puesto que continuamente se traiciona así mismo. No es lo que quiere, pues no es lo que realmente siente. En este caso, la imagen de Don Juan, prototípica de macho varonil se disipa, dando paso a un Don Juan, barbilampiño, de gestos más gráciles. Donde el “pelo en el pecho” deja paso a una juvenil androginia neutral.

Según Justo Fernández López, para Gregorio Marañón, Don Juan era un hombre incapaz de establecer relaciones interpersonales, que huía de cualquier compromiso o ligazón, lo que algunos psicólogos catalogarían  como “compromisofóbico” o filofóbico. Marañón clasifica, también a Don Juan como un bisexual u homosexual latente.

Lo que nos queda claro, es que la forma de relacionarse de este personaje, es tóxica, tanto para las damas a las que conquista, como para sí mismo. La tristeza rodea el mundo interno y externo de Don Juan. Desde la ciencia, este comportamiento, puede ser visto, como un miedo profundo al compromiso, atrapado en una misoginia que no le permite valorar al sexo opuesto desde la igualdad, desde el respeto. La seducción se torna, en este caso, como un arma para hacer daño, una perversión emocionalmente suicida, donde nadie sale ganando.

Por su lado, Giacomo Girolamo Casanova, era otro seductor, en este caso, real, con una personalidad diferente. Escribió, entre otras obras: “Hstorie de ma vie”, donde relata sus experiencia amorosas con 122 mujeres. Dos hombres, dedicados a la seducción pero con grandes diferencias de raíz.

¿Cuáles son estas diferencias notorias entre Don Juan y Casanova?  Si para Don Juan, lo importante era la conquista amorosa, en la que la dama se sentía irremediablemente atraída y enamorada, donde la sexualidad, jugaba un papel secundario, o incluso innecesario, en Casanova, la sensualidad y la sexualidad, era uno de los objetivos buscados. Las mujeres, al ver a Giacomo, sabían qué era lo que este podía aportarles a sus vidas, sin engaños, desde la honestidad. Sensualidad, juego, placer, intriga, Casanova era más un niño grande, en el que el mundo era su mesa de juego, donde investigar, donde correr aventuras, sin la necesidad del engaño, ni el uso de una seducción traicionera.

Casanova si respeta al sexo opuesto, no miente, seduce desde la honestidad, desea vivir experiencias eróticas. No hay un doble juego. Sí para Don Juan, cualquier fémina era válida para ser conquistada, para Casanova cada mujer era distinta, de las que podía o no enamorarse. No eran objetos, sino sujetos a los que amar.

Don Juan, buscaba la redención en el amor. Casanova, disfrutaba de la erótica. Don Juan, no desea sexo, esto le es superfluo, puesto que el objetivo central era, poder al fin, amar a una mujer. En Casanova, la sexualidad es vivida de modo placentero, como un objetivo en sí mismo, sin ambages ni ambigüedades.

En el día a día, podemos encontrarnos muchos Don Juanes, preocupados por la seducción, desde la visión del otro como objeto y no como sujeto. Desde una mirada toxica. Pero también podemos cruzarnos con “Casanovas”, personas juguetonas, honestas, que desean vivir aventuras desde la sinceridad. Aman de verdad cuando surge el amor y viven una sexualidad placentera y abierta. Ciertamente, por nuestra salud emocional, será preferible cruzarse con más “Casanovas” que con Don Juanes. 

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