domingo, 23 de diciembre de 2012

Las cargas emocionales. Nuestros recuerdos pasados afectan a las relaciones futuras.

Conforme pasan los años y vivimos experiencias nuevas, vamos incorporando en nosotros dichas vivencias de forma positiva pero también negativa, a esta última forma la podemos denominar: carga emocional.

Por cargas emocionales entendemos, todas las emociones intensas negativas que vamos absorbiendo de manera tanto consciente como inconsciente, que no se superan, ya que quedan ancladas en nosotros, afectando de forma perjudicial a las futuras relaciones que mantenemos.

En la serie popular llamada: “Cómo conocí a vuestra madre”, en uno de sus episodios más conocidos, mencionan este concepto, desde una perspectiva tan sincera como divertida, enfocando las cargas emocionales como maletas invisibles que cada persona lleva consigo, descubriéndose cuando mantenemos una conversación, pues estas son expulsadas al exterior de una forma u otra, como por ejemplo, la carga del protagonista es que le dejaran plantado en el altar y está carga provoca que le cueste confiar en las futuras parejas que va encontrando.

Las cargas emocionales funcionan a modo de profecía autocumplida, pues son emociones provocadas por situaciones que no queremos volver a repetir ni sentir y al intentar evitarlo, podemos acabar provocándolas, pues al pensar en ellas las proyectamos en los demás.

Estas pueden ser muy diversas, comenzando a tenerlas desde la infancia, ya que la relación familiar marcará de forma importante nuestras primeras cargas emocionales que arrastraremos durante toda la vida. La relación con nuestros padres, el fallecimiento de ellos cuando éramos pequeños, las malas interacciones, etc., forman un abanico amplio de posibilidades de almacenar dichas cargas. Y de adultos quizás vayamos buscando todo lo contrario que tuvimos de pequeños, en cuanto a afectos y cuidados o deseamos exactamente lo mismo, según cada caso. Si un padre o madre nos marcó de una forma u otra posiblemente vayamos rechazando, si esta marca es negativa, a las futuras parejas que nos recuerden dichos aspectos nocivos que no queremos volver a vivir o incluso al intentar rechazarlas, hay una especie de atracción invertida por la que cuanto más intentamos huir de dichas experiencias mas cercanos acabamos de ellas.

Y cuando buscamos pareja, al interactuar, tanto nuestras cargas como las del otro antes o después se ponen en juego. Estas suelen quedar ocultas en el proceso de enamoramiento conocido como idealización. Dicho término se define como el proceso por el que no vemos al otro como es sino transformado a como queremos verle nosotros, es un ideal, el otro se ve perfecto, genial, único, pero solo es una visión trastocada de la realidad, creada por nosotros mismos. Durante este proceso las cargas pueden ya haber sido expuestas, pero la idealización no nos deja avistarlas, y las relegamos como factores externos, es decir lo malo o extraño que hay en el otro, no se debe a su personalidad sino a una circunstancia externa que nada tiene que ver con él, cuando en realidad esta carga ha empezado a ser una parte importante de la personalidad del amado.

Nuestras cargas afectan directamente a la calidad de la relación y cuanto más inconscientes son estás más difícil es verlas en nosotros mismos y más complejas se tornan. Toda experiencia negativa de corte traumático es una carga emocional, si nuestra anterior pareja nos dejó por otro, si nos dejaron plantados en el altar, si nuestras experiencias familiares fueron difíciles, todos estos traumas, aparecerán antes o después, como fantasmas, en nuestras relaciones amorosas.

El primer paso es reconocer que las poseemos, debemos pensar en nosotros mismos, meditar qué nos da miedo y porque, qué experiencias pasadas no queremos volver a repetir, de qué tipo de personas o de relaciones huimos, pues la reflexión promueve el autoconocimiento y al autoconocernos podemos hacer frente a estas cargas, llegando a redimirnos, perdonar y perdonarnos a nosotros mismos, aceptándolas y superándolas, sin pasar por la represión, pues al conocerlas, podemos sacarlas fuera y controlarlas, no quedando reprimidas en nuestro inconsciente.

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