La sexualidad femenina ha sido
tabú durante muchos siglos, siendo el movimiento feminista el revulsivo
necesario para que se comenzara hablar de esta. Y una de las cuestiones que
quedaba pendiente ha sido la posibilidad de que la mujer, al tener un orgasmo,
expulsara un fluido parecido al líquido segregado por la próstata en hombres,
lo que los expertos han denominado, eyaculación
femenina.
En la actualidad en ciertos círculos
científicos aún se debate sobre la existencia o no de esta, pero para expertos
como Sharon Moalem: “la existencia de la eyaculación femenina es
ampliamente aceptada por la comunidad científica”[1],
por lo que la cuestión parece que se va resolviendo, la eyaculación femenina es
un hecho más que un mito.
¿Y por qué las mujeres pueden
segregar este fluido? Según las investigaciones realizadas, la eyaculación
femenina es posible en mujeres que poseen un grupo de glándulas que se asemejan
o equiparan a la próstata masculina, como afirma el propio Moalem: “la eyaculación
femenina tiene un claro parecido familiar con el fluido prostático, desde un
punto de vista químico”. Así pues ciertas mujeres poseen glándulas que
segregan este líquido que químicamente se asemeja al producido por la próstata masculina.
¿Y dónde se sitúan estas glándulas? Al parecer, en el mismo lugar en el que Ernst Grafenberg descubrió que existía un punto de máximo
placer dentro de la vagina de la mujer al que llamó Punto G. Sabemos que en hombres, la estimulación de la próstata
puede proporcionar gran placer, pues en un porcentaje elevado de mujeres, la
estimulación de estas glándulas prostáticas genera unas sensaciones similares y
placenteras. Estas glándulas se sitúan en el interior de la vagina, al
principio, a lo largo de la pared superior de esta (si la mujer está tumbada
boca arriba, es la zona cercana a la barriga). Muchas mujeres que son
estimuladas en la zona descrita, afirman percibir cierta necesidad de orinar,
por lo que suelen poner freno a la sensación parando la estimulación, al creer
que si continúan podrían orinarse, pero lo cierto es que la estimulación
continuada no les produce la micción sino la aparición de esta eyaculación
femenina, es por ello que posiblemente algunas mujeres, al frenarlo, no tengan
la vivencia de la expulsión de este líquido.
¿Y para qué le sirve este líquido
a la mujer? Por lo visto, su función básica es prevenir infecciones en el
tracto urinario, producidas en gran medida por las propias relaciones sexuales.
Las mujeres tienen una tendencia mayor a padecer infecciones urinarias, por lo que
la eyaculación femenina, debido a los compuestos químicos que posee, podría defenderlas
de posibles infecciones.
En la actualidad no hay un consenso
científico unánime sobre la existencia del punto G, entre otras cuestiones,
porque los estudios realizados no han observado una constante en todas las
mujeres con las que se han llevado a cabo los experimentos, es decir que no todas
las mujeres manifestaban tener este punto. Pero por otro lado, tiene sentido
que, si las mujeres poseen glándulas prostáticas, la estimulación de estas
glándulas a parte de producirles la segregación del mencionado líquido, también
pueda proporcionarles un intenso placer. En definitiva, la eyaculación femenina
en muchas mujeres es un hecho real, y en ciertos casos, el placer al ser
estimuladas en un punto concreto de la vagina, puede proporcionarles cierto
goce adicional en sus relaciones eróticas.