viernes, 2 de abril de 2021

Volver a lo sólido. Contra la posmodernidad y el neoliberalismo. Advertencias a la pedagogía.

Leer al sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, en obras como  “Amor líquido” o “Sobre la educación en un mundo líquido”, es, desde mi punto de vista,  vislumbrar una mirada taciturna, una añoranza de lo sólido. La contraposición entre líquido y sólido, es el antagonismo entre las instituciones asentadas y la fragilidad de la verdad. Entre la estabilidad y la inseguridad, entre las relaciones humanas y las conexiones humanas. Ante lo líquido, todo se desmenuza, se parcela, se descompone; la Episteme deja paso a la Doxa, el conocimiento se rinde a la mera opinión, a los eslóganes poco madurados pero fáciles de subsumir. Todos tenemos razón y nadie tiene razón, el “todo vale” se asienta como la única verdad incontestable.


Bauman achaca esta liquidez a los sistemas basados en el individualismo, en el miedo y en el frio pragmatismo, adjetivos que entroncan con el llamado neoliberalismo. Un sistema basado en el mercado, para el mercado y por el mercado, donde lo único que importa es crecer al menos un 3% más que en el balance anterior. Las personas consumen y son consumidas; la velocidad no deja tiempo a la madurez. Somos hambre, un hambre incansable que no degusta, sino que devora. Una sociedad de consumo, que como afirma Alba Rico en su libro “Capitalismo y nihilismo: dialéctica del hambre y la mirada”, es una sociedad de destrucción generalizada, donde no hay  diferencia entre lo admirable y lo banal, entre lo bello y lo feo, entre la verdad y la mentira. Desde este ángulo todo se convierte en una nada hambrienta que nos encamina a la destrucción.

La posmodernidad se alinea con el neoliberalismo. La posmodernidad le brinda la relativización de la verdad, el “todo vale”. La Razón deja paso a la emoción, a los populismos, la doxa; todo se deconstruye, deslizándonos, paradójicamente, hacia un determinismo social basado en el construccionismo social y en el paradigma constructivista. Desde esta mirada, ontológicamente, la realidad es construida, no hay nada ahí fuera, todo está dentro de nosotros, todo es subjetivo. Epistemológicamente, no hay conocimiento ahí fuera, está dentro de nosotros, nosotros lo construimos, bien sea individualmente (Constructivismo) o bien socialmente (Construccionismo social). No hay Universales donde agarrarnos, pues todo es líquido, esponjoso, moldeable. Todo es “psicologicismo”.

La posmodernidad se alinea con el neoliberalismo. No hay verdad, solo mercado. El nuevo ser humano se despersonaliza, pierde sus referentes, vaga sin gravedad en un espacio líquido, donde las cosas pierden el significado, pues son solo consumibles. Hablar hoy de Universales parece cosa del pasado, de personas encerradas en monasterios; escolásticos trasnochados. Pero sin Universales donde asentarnos, somos globos de helio que subimos hacia la nada, para más tarde caer desinflados hacia lo existente, un existente que ya no reconocemos.

Un Universal, es una idea general que no desaparece. Yo moriré pero esa idea general permanecerá anclada a nuestra humanidad, no de manera monolítica, sino revisable, modificable como se modifican las montañas con el paso del tiempo, pero manteniendo su esencia de “montañedad”.  Un Universal, es aquello que afecta a todos los individuos, independientemente de la etapa o siglo en el que se viva. Quizás no haya naturaleza humana, como afirmaba Sartre, sino condición humana, pero para que esta condición humana sea posible, se necesita de un mínimo de esencia, unos mínimos de universalidad. Un mínimo exigible para poder entender, para ser realmente libres, un ancla que no nos hunde sino que nos asienta. Pues con unos pilares básicos podemos construirnos en y hacia la libertad. La existencia precede a la esencia pero no la elimina.

La posmodernidad y el neoliberalismo nos están desgastando, dejando paso a los populismos, a las pedagogías mercantilistas y relativistas, donde los valores ilustrados quedan tachados de viejas glorias del pasado, pues ya se venció a la razón. Dos Guerras Mundiales dieron al traste con el compromiso de la Ilustración y la razón quedó en vergüenza, relegada y obligada a no volver a abrir la boca.

Hoy tenemos a la emoción como bandera, tanto en política, como en educación, por poner dos ejemplos. Y aunque se apela a que emoción y razón son inseparables, indivisibles (Antonio Damasio ha escrito sobre esto), la tendencia actual es menospreciar la segunda en pos de la primera. No sabemos mantener el equilibrio, y hoy el subjetivismo emocional devora al objetivismo racional. Quizás se piense que la balanza estaba desequilibrada a favor de la razón y que al añadir más peso a la emoción, se produzca una especie de equilibrio o de “Karma”, pero al hacer esto, lo único que se consigue es un desajuste en la homeostasis que desequilibra el organismo (educación o la política) con el despropósito de un posible colapso hacia la radicalidad entendida como  extremismo (véase como lo extremo en política ha ido creciendo, donde la emoción es el fuego y el fundamento que lo aviva).

Pero es tiempo de sobreponerse. La necesidad de volver a lo sólido  nos impele a enfrentarnos contra los relativismos, los construccionismos y los constructivismos. Es hora de apelar a un realismo, llamémoslo Ilustrado. Realismo ilustrado, donde la verdad recobra su estatus. La realidad existe, cambiante pero lo suficientemente estable como para no sucumbir al hambre enfermizo; una solidez revisable, como por ejemplo, los valores en los que se asientan los Derechos Humanos. El conocimiento no solo es construido, sino que permanece ahí fuera. Hay conocimiento y hay realidad, ambas sustentadas en las ideas ilustradas de Igualdad, Libertad y Fraternidad, que junto a universales como el Amor, son los escudos y las lanzas con las que enfrentarnos a la “liquidez” y al “todo vale”. La episteme recobra su fuerza ante la mera doxa, ante el mero eslogan del que defiende algo sin saber las consecuencias reales.

Los contenidos son tan importantes como los procesos. El que sabe, tiene el valor y la responsabilidad de enseñar al que desea aprender; el que aprende tiene que entender que hay conocimientos que merecen la pena conocer independientemente de su utilidad marcada por el mercado.  Conocer es aprender estos universales, que son el antídoto contra el relativismo y el neoliberalismo. Memorizar es tan importante como experimentar. Esforzarse es tan importante como aprender divirtiéndonos. El aprendizaje por deducción es tan importante como por inducción. “Saber” es tan importante como “saber hacer” y como “saber ser”. La directividad es tan importante como la afectividad.

La pedagogía no puede olvidar esto. No puede sucumbir a las modas posmodernas y neoliberales, sino la misma pedagogía se convierte en una simple moda, vapuleada por los reveses de la innovación constante, el emprendimiento y lo que dicte la actualidad. No puede olvidar los pilares que ofrece la filosofía. Pilares sólidos, que ejercen de escudo  “antimodas”. La pedagogía actual desea introducir tanto a la escuela en el barrio, en la comunidad, que la inunda de mercado, de relativismo. A veces es bueno aislar lo que merece la pena conservar. Los grandes universales están por encima del barro de las aceras, no dejemos que ese barro, esas modas, ese mercado, destroce lo que es digno de ser conservado.

El neoliberalismo, el “turbocapitalismo”, el constructivismo, el construccionismo social, tienen distintos modos de actuar, incluso ideologías opuestas (unos defendidos por ideas de derechas y otros por ideas de izquierdas) pero que consiguen al final promover los mismos resultados, resultados dañinos para por ejemplo, la educación.

En definitiva, a la pedagogía se le podría advertir con la frase popular: “ten cuidado con lo que deseas que se puede cumplir”, pues no es lo mismo lo que se dice que lo que realmente se está queriendo decir. Al defender ciertas ideas o paradigmas que creemos que van a nuestro favor, o a favor de toda la humanidad, posiblemente estemos cometiendo un “delito” contra nuestros propios pensamientos radicales (de raíz, esenciales, profundos, sin connotación violenta) e incluso haciéndole un flaco favor a esta humanidad a la que pretendemos ayudar. Y cuando vean el barco naufragar, siempre se podrá apelar a que nunca se pudo llevar a cabo tal idea defendida, por las inclemencias provocadas de los que se oponían. Persistentemente podremos tirar de justificaciones ante la evidencia del fracaso.

lunes, 8 de marzo de 2021

De íncubos, súcubos y poluciones nocturnas

La sexualidad durante siglos ha sido entendida, por parte de la humanidad, con un cariz oscuro, paranormal y mágico. Que las mujeres pudieran albergar vida dentro de ellas, fue un misterio, que provocó tanto la admiración, como el miedo a lo desconocido. El hombre, quedaba fascinado a la misma vez que aterrado por dicho suceso. A la mujer se la consideraba tanto reina de la naturaleza, como bruja. La desconfianza se cernió sobre ellas; el hombre se sintió inferior y su afán ha sido, durante siglos, el control de la mujer por su capacidad única de albergar vida.


Para contrarrestar dicho evento,   se le dio una importancia esencial y omnipotente al semen, siendo su composición, la premisa única de la vida. Se consideró que la mujer solo era un recipiente vacio, que esperaba al semen del macho para engendrar a un nuevo ser.  Este fluido, era la fuerza que daba sentido a la humanidad, a la creación, dejando a la hembra en un segundo plano, como  un mísero receptáculo descontextualizado.

Para muchas tribus, el semen era un producto sagrado, que no se podía malgastar, pues, su emisión, venia  acompañada de una pérdida de fuerza vital, tal era este desgaste que podía provocar la muerte, por un desplome de dicha energía. Las nociones básicas que se transmitían a este respecto eran: “El semen no se malgasta y la mujer es un ser malvado que viene a desposeernos de energía, sustrayendo el semen para su rejuvenecimiento. Ellos mueren un poco más por cada emisión y ellas renacen continuamente, apoderándose y absorbiendo el líquido de la vida”. El semen, era el protagonista, capaz de dar vida y de desposeerla si se malgastaba inadecuadamente.

Sexo, poder, control, muerte, magia y sucesos paranormales, han estado continuamente relacionados durante siglos. Este es el caso de los íncubos, súcubos y las poluciones nocturnas.

Los íncubos, eran seres demoníacos macho que aparecían mientras dormíamos, con el objetivo de mantener relaciones carnales con mujeres humanas y engendrar vástagos, entrelazando la vida humana y la del averno (el Mago Merlín era hijo de un íncubo y de una prostituta). Los súcubos son sus homónimos femeninos. Estas surgían para apropiarse del semen de los hombres, haciéndoles enfermar, pues como hemos advertido, se apropiaban de este fluido, dejando al ser humano debilitado e inmóvil.

Las emisiones involuntarias nocturnas de semen, mientras se está dormido se denominan: poluciones nocturnas. Son emisiones ocasionales que aparecen durante la adolescencia y que pueden mantenerse en la vida adulta. Surgen por tener fantasías sexuales mientras dormimos o cuando el hombre pasa cierto periodo de tiempo sin tener eyaculaciones. La mitología antigua, sobre todo, desde la edad media, ha relacionado las poluciones nocturnas al hecho de mantener relaciones sexuales con estos seres demoniacos. Comprobamos una vez más como, un hecho natural sexual se tiñe de negatividad y maldad, al reconstruir la realidad biológica con la perversión  deshumanizada de ultratumba apocalíptica.

Estos seres, no han aparecido por excentricidades de alguna cultura maquiavélica concreta, pues resulta, que estos son mencionados en diversas culturas, apodados, eso si, con otros nombres (Trauco, Mohán, el Duende, Liderc…) pero con la misma misión sexual: para dar explicación, tanto de las poluciones nocturnas, como a embarazos no deliberados, puesto que, en este caso, se concebía por supuestas “infidelidades involuntarias sobrenaturales”.

El ser humano ha divinizado tanto como “diabolizado”  al hecho sexual humano. Desde el principio de los tiempos, hemos tenido una relación de amor-odio hacia esta realidad. Somos seres sexuados, el sexo es importante para nosotros y por ello todas las culturas durante  la historia, han tratado de constreñir y regular la sexualidad, utilizando, como una de las grandes fuerzas disuasorias, la mano de un dios (o dioses) que imponía sus reglas subyugadoras para entender y controlar la necesidad natural humana de sexo. Hoy albergamos una mezcolanza de tantos tabús añejos que siguen perturbando perjudicialmente nuestras vidas sexuales. Nos toca desposeer de magia negra a nuestra transparente, noble y bienintencionada sexualidad humana.

martes, 16 de febrero de 2021

El sexo que nos mató. Sexualidad a cambio de nuestra mortalidad.

El ser humano es un ser finito. Se nos dice desde los comienzos de nuestra vida escolar, que los humanos, como seres vivos que somos: nacemos, crecemos, nos reproducimos y morimos. Nos reproducimos y morimos. Nos angustia la muerte y la sobrellevamos con la fusión con el otro, con la sexualidad.


Hace miles de años, a ciertas células, se les ocurrió la maravillosa idea de unirse para  adaptarse eficazmente a los entornos y mantener una vida en común, con el objetivo final de la supervivencia. En ese momento dejamos de ser asexuales e inmortales. Superamos el mundo de la clonación y la inmortalidad y elegimos mantener relaciones eróticas, para incrementar nuestra complejidad y sofisticación como especie. Cada uno de nosotros se convirtió en un ser único, irremplazable pero mortal. El sexo nos ha vuelto mortales. Morimos porque un día decidimos mudarnos a seres que se reproducirían por meiosis, abandonando la clonación, necesitando gametos masculinos y femeninos para crear un ser nuevo, único pero igual de mortal.

La clonación era la que nos hubiera  otorgado el estatus de inmortales. Un ser que se clona a sí mismo sobrevive indefinidamente, se crea  de nuevo, es autosuficiente, arcaico e inmortal. Sin embargo pagará el peso de la simpleza. Nosotros somos sexuados y complejos y la dote que pagamos a cambio es nacer aprendiendo a aceptar que vamos a morir. Un aprendizaje que se hace más dulce, gracias a que podemos fusionarnos con otros seres en sesiones de erotismo y “pequeñas muertes”.

Por lo que, desde el inicio de nuestra existencia, la sexualidad y la muerte han ido de la mano. No en vano, en Francia, al orgasmo de la mujer y de algunos hombres se le conoce como la “petite mort”, pequeña muerte. Esta sucede cuando justo en el orgasmo y segundos después, uno siente una pérdida de conciencia y queda totalmente extasiado, una primorosa inexistencia efímera, donde parece costar volver al cuerpo. En este estado, al que no todos pueden llegar y que se identifica más con el sexo femenino, parece que sexo y muerte se entrelazan, se rozan y se sienten como uno. Morimos un poco en cada orgasmo. El orgasmo nos acerca, por unos instantes, a la visualización inexorable de nuestro futuro inconsciente.

La fusión con el otro nos devuelve las ganas de vivir, de estar despiertos, de sentir plenamente, podemos huir por momentos de la carrera hacia el fin. La fusión sexual nos da vida, nos hace olvidar que somos finitos. El amor y el erotismo son nuestras armas contra la mortalidad, funcionando como una pastilla placebo que provoca el olvido momentáneo de quiénes somos y de cuánto podemos llegar a durar conscientes en este mundo.

No obstante, puede que donde más ganas de vivir se experimente, sea en los lugares donde la muerte está más cercana o presente, en los tanatorios. La visión de una muerte real, nos conduce a querer seguir viviendo y será a través de la sexualidad donde deseemos experimentar que aun estamos vivos, que aun nos emocionamos.  Al salir de un tanatorio, sentimos la imperiosa necesidad de festejar la vida y lo manifestamos al llegar a casa y fusionarnos eróticamente con el otro.

El ser humano muere una vez pero vive cada vez que siente la fusión y el erotismo con el otro. 

miércoles, 10 de febrero de 2021

Don Juan y Casanova. Dos maneras opuestas de seducir.

Si tuviéramos que nombrar dos personajes que encarnan, por excelencia, el arte de la seducción, saldrían de nuestros labios los nombres de Don Juan, mito literario y de Giacomo Casanova, conquistador veneciano del siglo XVIII. Ambos conquistadores, pero con grandes diferencias personales, que nos desvelan los por qué, de esta necesidad de seducción y galantería.


La figura del Don Juan fue creada por Tirso de Molina  y recreada, más tarde, por José Zorrilla en el siglo XIX en su Don Juan Tenorio. Mucho se ha hablado de la personalidad de este mito literario. Un seductor insaciable, que con dinero y contactos, puede conquistar a cualquier dama que se le ponga por delante. ¿Pero que encierra la personalidad de este Don Juan conquistador?

 Desde un punto de vista psicológico, podemos encontrar un Don Juan que nunca está satisfecho, que detrás de su bravuconería, alegría y altanería, esconde una mirada triste, un vacío existencial que lo devora. No sabe amar. La vida trágica de este personaje, es la necesidad de redención a través del amor, un amor que nunca llega, pues está impedido para esta labor. La  necesidad de conquista continua, le lleva a la soledad, al vacío, no es nadie si no conquista y no es nadie cuando conquista. Subyace en él, una misoginia ardiente. Cree entender a las mujeres, pero no entiende al amor. Se enfada, siente rabia, no logra una estabilidad y odia. Conquista mujeres para abandonarlas, para provocarles, la misma tristeza que siente él, el mismo vacío interior. Menosprecia al sexo opuesto, lo infravalora, son objetos a los que amar y no sujetos. Así, el amor es imposible, pues parte de una premisa errónea: los hombres son superiores a las mujeres. Una asimetría fatal, que conlleva a su enorme insatisfacción. No podemos amar a lo que consideramos inferior a nosotros, solo podemos compadecernos, sentir lástima y ser condescendientes. Don Juan es víctima de sí mismo.

Para otros autores, imbuidos por las teorías freudianas, consideran que Don Juan posee una homosexualidad latente. Busca acallar esta homosexualidad exacerbando la necesidad de conquista, la cual le lleva a un vacío interno, puesto que continuamente se traiciona así mismo. No es lo que quiere, pues no es lo que realmente siente. En este caso, la imagen de Don Juan, prototípica de macho varonil se disipa, dando paso a un Don Juan, barbilampiño, de gestos más gráciles. Donde el “pelo en el pecho” deja paso a una juvenil androginia neutral.

Según Justo Fernández López, para Gregorio Marañón, Don Juan era un hombre incapaz de establecer relaciones interpersonales, que huía de cualquier compromiso o ligazón, lo que algunos psicólogos catalogarían  como “compromisofóbico” o filofóbico. Marañón clasifica, también a Don Juan como un bisexual u homosexual latente.

Lo que nos queda claro, es que la forma de relacionarse de este personaje, es tóxica, tanto para las damas a las que conquista, como para sí mismo. La tristeza rodea el mundo interno y externo de Don Juan. Desde la ciencia, este comportamiento, puede ser visto, como un miedo profundo al compromiso, atrapado en una misoginia que no le permite valorar al sexo opuesto desde la igualdad, desde el respeto. La seducción se torna, en este caso, como un arma para hacer daño, una perversión emocionalmente suicida, donde nadie sale ganando.

Por su lado, Giacomo Girolamo Casanova, era otro seductor, en este caso, real, con una personalidad diferente. Escribió, entre otras obras: “Hstorie de ma vie”, donde relata sus experiencia amorosas con 122 mujeres. Dos hombres, dedicados a la seducción pero con grandes diferencias de raíz.

¿Cuáles son estas diferencias notorias entre Don Juan y Casanova?  Si para Don Juan, lo importante era la conquista amorosa, en la que la dama se sentía irremediablemente atraída y enamorada, donde la sexualidad, jugaba un papel secundario, o incluso innecesario, en Casanova, la sensualidad y la sexualidad, era uno de los objetivos buscados. Las mujeres, al ver a Giacomo, sabían qué era lo que este podía aportarles a sus vidas, sin engaños, desde la honestidad. Sensualidad, juego, placer, intriga, Casanova era más un niño grande, en el que el mundo era su mesa de juego, donde investigar, donde correr aventuras, sin la necesidad del engaño, ni el uso de una seducción traicionera.

Casanova si respeta al sexo opuesto, no miente, seduce desde la honestidad, desea vivir experiencias eróticas. No hay un doble juego. Sí para Don Juan, cualquier fémina era válida para ser conquistada, para Casanova cada mujer era distinta, de las que podía o no enamorarse. No eran objetos, sino sujetos a los que amar.

Don Juan, buscaba la redención en el amor. Casanova, disfrutaba de la erótica. Don Juan, no desea sexo, esto le es superfluo, puesto que el objetivo central era, poder al fin, amar a una mujer. En Casanova, la sexualidad es vivida de modo placentero, como un objetivo en sí mismo, sin ambages ni ambigüedades.

En el día a día, podemos encontrarnos muchos Don Juanes, preocupados por la seducción, desde la visión del otro como objeto y no como sujeto. Desde una mirada toxica. Pero también podemos cruzarnos con “Casanovas”, personas juguetonas, honestas, que desean vivir aventuras desde la sinceridad. Aman de verdad cuando surge el amor y viven una sexualidad placentera y abierta. Ciertamente, por nuestra salud emocional, será preferible cruzarse con más “Casanovas” que con Don Juanes. 

martes, 2 de febrero de 2021

Andorra, Youtubers y la Verdad, la Libertad, la Justicia y la Belleza

Analicemos la actual polémica de los Youtubers que se mudan a Andorra por el tema de los impuestos. Pero lo haremos desde la perspectiva de la Verdad, la Libertad, la Justicia y la Belleza, con mayúsculas.



Desde el ángulo de la Verdad, nos basaremos en la argumentación razonada. ¿Es una argumentación razonada el hecho de que un Youtuber exponga que se marcha de España porque paga más impuestos que en Andorra? Nada nos puede hacer pensar que esta no es una argumentación racional, no falta a la verdad, es un hecho e incluso una obviedad. Nada hay que reprochar desde esta visión.

Desde la vertiente de la Libertad, entendida como la capacidad de tomar decisiones autónomas, sin estar alienado o coaccionado. Desde este prisma, cada uno es libre de elegir un destino en el que vivir, trabajar y establecerse. Nada hay que recriminar desde este enfoque.

Desde el ángulo de la Justicia, entendida como el respeto al cumplimiento de la ley. Desde este prisma, siempre y cuando se cumplan las condiciones legales, no se produzca fraude de ley y se tengan en cuenta las premisas que Hacienda y los países pongan como necesarias para que todo se haga de forma legal, nada hay que reprobar. La pregunta de si es justo o no que una persona que nace y ha vivido en España,  obtenga ingresos elevados y prefiera irse a otro país porque allí paga menos impuestos, lo vamos a debatir desde el siguiente punto de vista. Pues concebimos ahí justicia como moral o ético (una ética estética, por así decirlo) y la moral puede encuadrarse desde el ángulo de lo bello como justo.

Desde el prisma de la Belleza, entendida desde dos ángulos: el de la belleza como fraternidad y el procomún y desde el ángulo de la estética (juicio estético). Aquí la situación  parece tornarse distinta.

Usando el enfoque de la belleza entendida como estética o juicio de la estética, podemos juzgar los actos como atractivos o armónico o disarmónico, estéticamente hablando (una estética que conlleva una ética. No es estético porque nos invade un sentimiento de "no ético" ). Salir de tu país para pagar menos impuestos, sabiendo cual es la función de estos para la sociedad, puede atribuirse este comportamiento como poco estético, poco atractivo y armónico por insolidario e individualista. Este sería el enfoque más superficial de la Belleza, su lado estético o políticamente correcto por lo que se le pueden hacer objeciones. Podemos vislumbrar que uno no tiene que actuar pensando si será políticamente correcto o no (esa “supuesta” visión ética), pues puede tacharse hasta de argumento populista. Se podrán aceptar estas objeciones, aunque la sensación de fealdad y actitud poco ética/estética aún seguirá presente.

La Belleza entendida como fraternidad y procomún. La Belleza provoca un sentimiento de unión con los demás, pues nos descubrimos iguales cuando observamos universalmente algo bello. Y no hablamos de ese parecer propio sino del sentido de Belleza que todos apreciamos ante una puesta de sol, un monumento, o cualquier otro símbolo que, aunque uno muera (yo muera), el resto del mundo seguirá observándolo como bello. Yo moriré con mi percepción propia, pero al morir, la belleza de ese símbolo seguirá intacta pues el resto de personas seguirán viendo Belleza. Y esa Belleza nos hace concebirnos como fraternales, todos vemos lo mismo y sentimos lo mismo, vamos en la misma dirección. Comprendemos, cuando apreciamos lo bello de forma compartida, que la vida debe entenderse como hermandad, la belleza nos une. Y estamos unidos por un procomún. El provecho común de todo lo que tiene de aprovechable (sin un sentido neoliberal de mercancía que hay que consumir) y disfrutable la cultura y la naturaleza. Es todo aquello que heredamos, que disfrutamos y que en un momento dado esperamos legar. La sanidad pública, la educación pública, son dos de esos bienes que se han de mantener, disfrutar y legar. Los impuestos sirven para mantener este legado. Son un tributo para mantener este procomún. Es lo opuesto al individualismo, del sálvese quien pueda, del yo primero. Sin fraternidad, toda ciudadanía queda coja, pues el sentido de Libertad, Verdad y Justicia, quiebra. De nada sirve una Justicia sin Belleza, sin Fraternidad. Legislamos para proteger al prójimo. De nada sirve la Libertad sin Fraternidad, sin Belleza. Somos libres para disfrutar con los demás de este hecho, sin los demás no puedo ser libre. De nada sirve la búsqueda de la Verdad sino es en y para con los demás.

Por todo ello, desde la visión de la Belleza entendida como fraternidad y procomún, es reprochable la conducta de mudarse a otro país con el objetivo de pagar menos impuestos. La acción de cada persona repercute en los demás. Es ingenuo pensar que nuestros actos no causan ningún impacto en los otros y menos en un mundo tan interconectado. Mudarse para pagar menos impuestos significa asestar un golpe a la Fraternidad, al procomún, a la Belleza. Y como hemos dicho, sin Belleza, sin Fraternidad,  empobrecemos la Libertad, la Justicia y la Verdad. La humanidad deja de ser tan libre, tan justa y tan verdadera.

Que te vayas a Andorra significa que dejas a un lado lo bello, lo fraternal, que poco te importa la Verdad, la Justicia y la Libertad aunque estés apelando a ellas para justificarte. Dices la verdad (“pago menos impuestos ahí fuera”), te amparas en lo legal de tus actos (“no hago nada ilegal”) y apelas a tu libertad (“soy libre de ir a donde quiera”) pero al mismo tiempo fallas a todas esas premisas pues arruinas tus actos. Dejando de ser fraternal, te alejas de lo Bello, rompes la misma baraja que dices estar defendiendo. Nos disparas en el pie y con ello te disparas en el pie. La pena es que aún no ves que la sangre ya ha empezado a llegar al rio. Pregúntate, ¿estoy siendo Fraternal con este acto? Si eres honesto, tu respuesta es la misma que la mía. Pregúntate ¿te importan algo los demás, el procomún? Buen viaje. 

domingo, 24 de enero de 2021

La educación sexual que necesitamos. Guía para el siglo XXI

La educación sexual se ha convertido, para bien o para mal, en un tema recurrente en el momento actual, en el que nuestra sociedad está debatiendo qué elementos han de entrar en el currículo escolar y cuáles hemos de dejar fuera, qué papel juegan las familias en todo esto y qué papel el Estado. Muchas son las opiniones, informada y desinformadas que se lanzan en los distintos medios de comunicación y redes sociales, pero ¿qué entendemos por educación sexual? ¿Qué elementos se trabajan en ella? ¿Cuáles son los perfiles profesionales que deberían encargarse de impartir talleres? ¿Qué educación sexual necesitamos? Vamos a intentar desenmarañar un poco este panorama.



La educación sexual es el proceso educativo que pretende apoyar al desarrollo integral de las personas a través de la comprensión de que los seres humanos somos sexuados, tratando de conocernos a nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestros gustos, nuestros anhelos, como a comprender a los demás, favoreciendo actitudes erotofílicas, responsables y saludables; este proceso se ampara en la información científica y los Derechos Humanos y Sexuales. Veamos a continuación, alguno de estos elementos de forma algo más detallada.

Desarrollo integral de las personas. En la actualidad el objetivo esencial del sistema educativo es que el alumnado alcance un desarrollo integral óptimo. Esto significa que no solo se muestran contenidos científicos derivados de la mera instrucción a través de la transmisión de conocimientos, sino que se tendrán en cuenta otros factores que ayuden a conformar la personalidad de nuestros jóvenes como son los llamados elementos transversales, la educación para la salud, la educación en valores. Que en las escuelas se den todos estos temas es un signo de calidad en la enseñanza y la educación sexual es uno de estos elementos que ayudan al desarrollo integral del alumnado por ende, a la calidad de la educación.

Los seres humanos somos sexuados. Nacemos con dispositivos sexuales que nos preparan para sentir placer y tener la capacidad de reproducirnos. Desde el nacimiento, el cerebro se muestra operativo para experimentar placer. Es una necesidad básica de supervivencia que afectará al desarrollo posterior. Si desde que nacemos no somos queridos, abrazados, masajeados, cuidados, nuestro cerebro se resentirá pudiendo afectar a nuestra vida afectiva, social e intelectual, posterior. 

Actitudes erotofílica. Son actitudes que una persona muestra ante los temas relacionados con la sexualidad. En este caso, estas actitudes son abiertas en cuanto a la sexualidad, no hay miedo, ni sentimiento de culpa o rechazo hacia lo sexual, pues esta se vive con naturalidad, curiosidad y de forma no traumática.  Es uno de los objetivos fundamentales de la educación sexual, pues como asevera la OMS, la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad y este bienestar se alcana de forma satisfactoria gracias a fomentar posturas o actitudes erotofílicas.

La educación sexual se ampara en los Derechos Humanos y Sexuales, son su timón ético, la guía que protege de la discriminación, la intolerancia, y que asume la diversidad como un elemento esencial e inherente al ser humano.

Y desde los estudios que emanan de la Sexología podemos nutrir de conocimientos científicos a la educación sexual. Desde los desarrollos filosóficos de Freud, las investigaciones de Kinsey, Maters y Johnson, hasta los actuales manuales de Sexología de autores como Francisco Cabello y toda la extensa bibliografía del Catedrático de Psicología de la Sexualidad, Félix López, tenemos una amplia gama de estudios que dan cobertura científica a la educación sexual, alejándola de ideologías, opiniones y creencia particulares.

Por todo ello, la educación sexual tiene un sentido en nuestro sistema escolar, pues ayuda al objetivo fundamental del desarrollo integral del alumnado, se basa en una ética fundamentada en los Derechos Humanos y Sexuales y se nutre de conocimientos científicos aportados por la Medicina y la Psicología compilados en una disciplina concreta denominada Sexología.

Lo temas que abarca la educación sexual son amplios, pero haciendo una síntesis, un taller de educación sexual no puede olvidar trabajar los siguientes temas:

1. Diferenciar entre sexo, sexualidad y erótica. Saber qué es la sexualidad, para qué sirve, mitos y tabúes al respecto, tanto de la sexualidad como de las relaciones de pareja (mitos del amor romántico).

2. Infecciones de transmisión sexual y métodos anticonceptivos. Siempre trabajados desde un modelo positivo de la sexualidad. Pues la idea no es de hacerles ver los peligros que entraña la sexualidad, sino de que sean responsables de su cuerpo y de su salud.

3. Diversidad afectivo-sexual. Entender las diferentes manifestaciones de la sexualidad, identidades y orientaciones desde el respeto a la diversidad. 

4. Igualdad, perspectiva de género y Sexología sustantiva. Entender que los seres humanos somos tanto biología como cultura y que estamos indivisiblemente conformados por ambos elementos. Entender las diferencias entre hombres y mujeres tanto desde el enfoque sexual como el de género.

5. Educación emocional. Consiste en trabajar temas como la resolución de conflictos, el manejo de la presión de grupo a la hora de iniciar relaciones eróticas, la asertividad y empatía.

6. Derechos Sexuales y ética de la sexualidad. Conocer cuáles son los Derechos Sexuales que  nos amparan y basar nuestras relaciones en una ética de los cuidados, de la dignidad, la libertad y la igualdad.

7. Pensamiento crítico. Esta es la raíz metodológica de toda educación, que el alumnado alcance un pensamiento crítico propio, basado en los conocimientos científicos otorgados y la reflexión personal y grupal. Si no fomentamos el pensamiento crítico, estaremos cercenando el desarrollo integral.

Podemos ampliar el abanico de temas a trabajar en este ámbito, pero considero fundamentales estos puntos para alcanzar una educación sexual de calidad.

En cuanto a los perfiles profesionales que han de hacerse cargo de la educación sexual, tenemos que entender que no todo el mundo está preparado para impartir una charla con las responsabilidades que conlleva que el alumnado alcance una visión erotofílica de la sexualidad. Muchos profesores y profesoras nos manifiestan que  no saben cómo abordar este tema más allá de los conocimientos que aparecen en los libros de texto sobre biología humana y reproducción. Y es una percepción acertada, pues asumir esta responsabilidad requiere de unos conocimientos concretos que no siempre están disponibles en la formación inicial y continua del profesorado. Entonces ¿quién ha de hacerse cargo de este cometido? ¿Qué perfil profesional estamos buscando? Buscamos expertos en sexología con conocimientos básicos en psicología y medicina, con cierta preparación pedagógica que ilustre su puesta en escena en el ámbito educativo. Y si fuera posible, con conocimientos básicos en filosofía, pues esta abre el abanico de las posibilidades, del pensamiento crítico y del método socrático o mayéutica. Los Máster de Sexología suelen contener una síntesis multidisciplinar que abarca temas desde la psicología, la medicina y la pedagogía. Por ello, las personas más capacitadas para realizar talleres de educación sexual son aquellas que tienen los conocimientos que puede otorgar un posgrado como el de Sexología.

Así pues, ¿qué educación sexual necesitamos? Necesitamos una educación sexual que se fundamente en las investigaciones científicas sobre el hecho sexual humano y las relaciones interpersonales, que se ampare en los Derechos Humanos y Sexuales, que fomente la igualdad, la diversidad, las actitudes erotofílicas, el pensamiento crítico y que promueva el desarrollo integral del alumnado. Para ello contamos con profesionales de la Sexología con conocimientos básicos en Medicina, Psicología, Pedagogía (y a poder ser, Filosofía).

La educción sexual es un elemento necesario para alcanzar el bienestar personal y social. Desde el ámbito educativo hemos de promover espacios para trabajar dicho cometido, teniendo siempre de aliados a las familias, pues junto a ellas podemos alcanzar el objetivo de que nuestros jóvenes se desarrollen como personas criticas, democráticas y con una salud sexual optima

Noticias falsas ¿Por qué se propagan con tanta rapidez? Cómo combatir las fake news en nuestra sociedad posmoderna

La OMS  alertaba de una creciente infodemia desde el inicio del brote del coronavirus. Este término se utiliza para referirnos a la sobreabundancia de información falsa. Se caracteriza por su rápida propagación entre las personas y las redes sociales. Relacionado directamente con la infodemia, otro concepto empieza a hacerse viejo conocido entre nosotros, se trata del término fake news. Las fake news son un tipo de engaño o bulo con contenido pseudoperiodístico. Estas noticias falsas se difunden rápidamente a través de las redes sociales, blogs y otras plataformas. La cuestión que se hace evidente es ¿para qué sirven?


Su primer objetivo es la desinformación para sacar rédito político y obtener control social. Pero otros motivos, en este caso económicos, también pueden ser relevantes en esta cuestión, pues las fake news sirven para obtener una renta económica con el uso de lo que actualmente se conoce como clickbait, entendido como cebo o anzuelo para alcanzar ingresos publicitarios si consiguen llamar nuestra atención y con ello logran que hagamos click con el ratón para visitar dicha pseudonoticia. La premisa es básica: cuanto más viral se vuelve una noticia falsa, más dinero gana la persona que la ha creado o que la está utilizando para tal fin.

Una vez que entendemos que son las fake news y cuáles son sus posibles objetivos, podríamos preguntarnos ¿cuál es el alimento de estas noticias falsas? Son varios los factores que hacen que estas pseudonoticias se propaguen con tanta facilidad, entre ellos destacaremos los sociológicos, culturales y psicológicos. Veámoslos a continuación.

Factores culturales: Para algunos autores vivimos en la era de la posmodernidad, esta se caracteriza por una relativización de la verdad, donde las meras opiniones y creencias se sitúan a la altura del conocimiento científico. Por ejemplo, circula por las redes sociales un meme en el que se ve a dos sujetos uno enfrente del otro y en medio un número que, según sea la perspectiva, puede observarse un 6 o un 9. La leyenda dice: solo porque tú tengas razón, no significa que yo esté equivocado. Nos da a entender que ante una realidad es igual de importante una opinión que otra, pues lo significativo es la perspectiva. Pero la ciencia nos dice que ante esa circunstancia, hemos de reorientarnos, informarnos, comprobar y refutar, pues puede que uno esté en lo cierto o más próximo a la certeza que el otro. Relativizar el conocimiento nos conduce a un callejón sin salida epistemológico, donde se acaba confundiendo doxa (mera creencia) con episteme (conocimiento). El resultado de este relativismo es que cualquier noticia puede ser entonces válida y acabar jugando con un “todo vale” que invalida la acción, la cultura y el conocimiento.

Por otro lado, nos invade una ola de populismo generalizado que promueve el uso de las emociones para movilizar a las personas. Desde algunas corrientes filosóficas se entiende el populismo como legítimo para hacer política. Sin embargo, tiene sus limitaciones. Cuando la emoción se impone a la razón, nubla nuestro juicio y podemos cometer actos irreflexivos. El populismo es una tendencia política, que utiliza artimañas sofistas, donde no interesa argumentar bien, sino de manera eficaz. Ser eficaz argumentando es mantenerse sujeto a las contingencias de los contextos y auditorios concretos; en otras palabras, si conoces a tu auditorio y sabes qué quieren escuchar, argumentar de manera eficaz es decirles lo que quieren oír con independencia de la calidad de los argumentos y el sustento empírico. Si, además, le añadimos contenidos emotivos, música fervorosa, cánticos inspiradores y otros elementos ornamentales y nos basamos en conseguir que el público sucumba a las emociones, alejando cualquier postura crítica, tenemos el cóctel perfecto para penetrar en las mentes ajenas con las palabras que deseaban escuchar como ciertas. En definitiva, el populismo se basa en la manipulación a través del uso de las emociones, intentándonos provocar miedo, rabia, indignación, según sea el objetivo trazado para modificar nuestros esquemas cognitivos a su favor. Las fake news suscitan en nosotros emociones que nos conducen a la acción y el movimiento (creer y compartir), aunque sea sobre un sendero hacia el abismo. Debemos dejar de lado el fanatismo y atender a la razón como nos avisaba Voltaire: “El gran procedimiento de disminuir el número de maniáticos, es someter esta enfermedad del espíritu al imperio de la razón. Esta razón es dulce, es humana, inspira indulgencia, ahoga la discordia, fortalece la virtud”.

Factores sociológicos: Como factor sociológico voy a utilizar el término acuñado por Eli Pariser y sus investigaciones sobre el denominado por él como filtro burbuja. Se denomina filtro burbuja a una búsqueda personalizada, en el que el algoritmo de una plataforma (red social como Facebook) selecciona, a través de predicciones, la información que al usuario le gustaría obtener. Se basa en un registro anterior de información sobre en qué elementos el sujeto ha clicado o buscado (historial de búsqueda). El problema de este algoritmo es que elimina o reduce a la mínima expresión todo aquello que parece no gustarnos o que rechazamos, por lo que solo se mostraran los elementos que queremos o deseamos encontrar, como si acabáramos viviendo en una burbuja, encerrados en aquello que nos hace más felices que no más sabios. Así pues, imaginemos que somos usuarios de una red social que tiene un muro con noticias. Este algoritmo seleccionará las noticias y mensajes que se han procesado como adecuados para nosotros según nuestras preferencias. El resto de noticias, memes y otras informaciones dejarán de aparecer; ¿Qué consecuencias tiene observar solo noticias o informaciones que se corresponden con nuestra forma de ver la vida? La polarización de las opiniones, la reducción de nuestro conocimiento y la pobreza informativa. Correremos el riesgo de creer que “todos” piensan como nosotros, polarizando aún más nuestras opiniones, pudiendo radicalizarlas. Las fake news se alimentan de este filtro burbuja, por lo que estaremos en una mayor predisposición a compartir noticias falsas que se acomodan a nuestro sentir.

Factores psicológicos: vemos desde los ojos del prejuicio que nos favorece. Las noticias falsas se alimentan de nuestros prejuicios, creencias desiderativas y opiniones personales. Se basa en la premisa: “creerás y aceptaras como válido aquello en lo que quieras creer”. Una fake news, puede darnos de lleno en nuestros prejuicios, alimentando nuestras creencias y haciendo que no escaneemos desde la Razón aquello que se nos muestra como verdad. El resultado, acabamos publicando en nuestros muros (o mandando memes por WhatsApp) noticias falsas, basadas en el anhelo de que aquello que nos cuentan sea verdadero (o por morbo) cuando lo cierto es que lo que acaban de conseguir es marcarnos un tanto garrafal.

Estos son algunos de los factores que pueden estar alimentando el aumento masivo de noticias falsas, ahora ¿cómo podemos combatirlo? Educación, educación y más educación a través del fomento del pensamiento crítico.

Sabemos que la educación no es la panacea que todo lo cura. Siempre acudimos a ella como la magia que brota de un chaman. Parece convertirse en la religión que todo lo puede. Entendemos que la educación no logra abarcarlo todo, por lo que en los currículos se hace necesario seleccionar aquellos contenidos sociológicos, epistemológicos, filosóficos y psicopedagógicos imprescindibles para una vida mejor y un desarrollo integral de la persona. Por ello, hemos de poner sobre la mesa el debate de si se hace necesaria una educación para el pensamiento crítico como método para prevenir la desinformación e incluso la pérdida de los valores democráticos. Desde nuestro punto de vista, decantamos este debate hacia el sí. Se hace necesaria esta educación en nuestras aulas ¿De qué aspectos puede nutrirse esta educación para el pensamiento crítico? Sin ánimos de ser exhaustivos vamos a citar los siguientes:

1. Entender que las fake news existen y que todos podemos ser víctimas de ellas. El primer paso es aprender a identificarlas y comprender que toda persona independientemente de su cociente intelectual puede ser víctima potencial de entender por válida una información que realmente no lo es.

2. Aprender a contrastar la información: cuando nos llegue cierta noticia (esta suele ser suculenta y nos hace clicar o reenviar antes de pasarla por ese escáner racional) hemos de comprobar las fuentes, buscar si son oficiales, y qué personas o entidades están detrás o respaldan la información vertida. En la actualidad, existen asociaciones que buscan y desmienten bulos, podemos utilizarlas como herramientas. Antes de compartir una noticia, no nos dejemos llevar por el primer impacto emocional que nos causa y analicemos de dónde sale. Recordemos las palabras de Diderot: “El escepticismo es el primer paso a la verdad”.

3. La mayéutica: Es un método que fomenta el pensamiento crítico a través de preguntas y del diálogo. Un interlocutor nos interpela con preguntas para ir descubriendo nuestras lagunas de conocimiento, prejuicios y creencias. Requiere de cierta pericia, y de conocimientos básicos de filosofía. Existen trabajos como los de Lipman (1998) en EEUU que han dado buenos resultados escolares allí donde se ha incorporado esta herramienta educativa.

4. Argumentación lógica y falacias argumentativas: Una falacia es un razonamiento engañoso o inválido que se usa para justificar una idea. El truco es que para cualquier persona distraída, el argumento falaz parece válido pero realmente no lo es. Detectar las falacias en un discurso puede servirnos como una alerta que nos puede hacer dudar de la veracidad o idoneidad de una argumentación. Cuando uno incurre en una falacia, ha de volver sobre sus pasos y argumentar desde otras premisas. Es un callejón sin salida del que debemos retroceder. Enseñar a argumentar de forma lógica y a ser capaces de detectar falacias es un arma contra la desinformación, fomentando el pensamiento crítico.

La educación para el pensamiento crítico puede ser una herramienta efectiva para prevenir que las fake news sigan propagándose con tanta rapidez. Es un escudo que nos sirve para proteger nuestra democracia de los intentos de desestabilizarla ante la visión utilitarista con intenciones económicas y sociopolíticas.

 

miércoles, 20 de enero de 2021

Rituales para sobrevivir a la nada. Cómo escapar momentáneamente de la muerte engañando al tiempo el cual siempre vence al final.

Aceptemos y partamos de las siguientes premisas y conceptos:

1.       Venimos de la nada y vamos hacia la nada. Se acepta la inexistencia de Dios o por lo menos la inexistencia de su acción y compromiso para con nosotros. Dios no actúa, no ve, no siente, no está humanizado. Es en todo caso, pura naturaleza (Spinoza). Cuando morimos nos deja ir, no hay fiesta de bienvenida.

2.       La nada: espacio vacío, inexistencia.

3.       Ritual: concepciones, acción o acciones realizadas para encontrar sentido a la vida, caracterizadas por la superstición (esta acción o concepción puede basarse en creencias más o menos alejadas de argumentos racionales y/o científicos, medido en grados o graduadas, es decir hay unos rituales más alejados de la superstición que otros). Hay acciones o concepciones que per se no son rituales, pero que las ritualizamos para sobrevivir, y no en todo caso, para vivir. No es ritual todo aquello que es verdad, independientemente de si estoy vivo o no, como es el caso de las matemáticas, el amor o la razón (dos más dos son cuatro independientemente de si yo vivo o muero). El amor per se no es un ritual pero sí toda la parafernalia que le incluimos para darle sentido o utilidad, por ejemplo el matrimonio.

4.       Superstición: creencia sin fundamento racional.  Realizar un acto supersticioso conlleva un sentido de orden, seguridad y paz en la persona que lo realiza. Todo acto ritual conlleva o se basa en una superstición.

5.       Sentido de la vida: objetivo que una persona se marca para afrontar la vida con un fin. Este objetivo produce placer, tranquilidad, orden, paz. Puede producir todos esos efectos al mismo tiempo o solo algunos. Uno puede ser consciente o no de estar buscando el sentido a su vida. Podemos vivir con objetivos propuestos,  sin verbalizar que ese es nuestro sentido de la vida, siéndolo aun así.

6.       Nihilimo: negación del valor de todas las cosas. Somos nada pues vamos hacia la nada. Al final todo se reduce a nada. Sartre a esta angustia nihilista le brinda un cariz positivo, pues ante la nada (y partiendo de que no hay determinismos biológicos ni culturales, pues somos condición y no naturaleza) somos responsables, y al entender esta responsabilidad sentimos angustia por el vacío que comporta pero al mismo tiempo, cuando se comprende, sentimos liberación, pues somos libres al fin, libres de dirigir nuestro rumbo, aun sabiendo que el destino final es la nada.

7.       Relativismo: no hay verdad universal, todo es cambiante. No hay nada solido a lo que aferrarse, la verdad cambia según el momento histórico, las circunstancias y ethos social del momento.

Aceptemos el siguiente gráfico:

En el transcurso del viaje de la nada hacia la nada, el ser humano necesita llenar ese vacío con experiencias que denominaremos rituales, con el objetivo de darle un sentido a su vida, que es el motor que le mueve a la acción. La persona que no le encuentra sentido a la vida, cae en un vacio y/o en una pulsión de muerte. El sentido de la vida de cada uno puede aparecer y desaparecer, entrar en crisis, modificarse, extinguirse o no hallarse nunca.

El ritual más utilizado por el ser humano para darle sentido al vacio de su existencia ha sido la Religión. Una gran superstición a modo de teatro que ha mantenido a raya las inquietudes existenciales de miles de personas.

Los rituales son experiencias basadas en la superstición que tienen una utilidad básica, mantener al ser humano distraído de su viaje hacia la nada. Y todo mortal tiene sus rituales, sus propios engaños para sobrellevar su neurosis. El amor, que en si no es un ritual, lo embadurnamos de rituales, como por ejemplo el matrimonio, tener hijos (en algunos casos), vivir una vida convencional o incluso buscar relaciones abiertas, ser promiscuo. El amor es una verdad sin ritual, está ahí, y todo lo que hacemos son añadidos para sobrevivir. El amor está ahí y nos inventamos la institución y el ritual del matrimonio para sobrevivir. El amor está ahí y nos inventamos el ritual de las relaciones abiertas para sobrevivir. Los rituales es todo aquello que hacemos mientras las verdades están ahí, para mantenerlas y para en definitiva sobrevivir como podamos. Por ello, a priori, no es más acertado o más equivocado casarse y mantenerse en monogamia que buscar relaciones abiertas, una cosa no es mejor que la otra, son dos manifestaciones para sobrevivir, mientras el amor está ahí y existe. Esta postura no es relativista, pues partimos de la verdad que conlleva el amor. El amor es verdad, el resto son las cosas que hacemos para sobrevivir.

Otros conceptos o acciones no tienen porqué nacer de una ritualización, son digamos, neutrales, pero a veces los utilizamos para llenar nuestro vacio y es en ese momento cuando los convertimos en un ritual, como por ejemplo el hecho de tener o buscar un hijo. Por si mismo, tener un hijo puede ser el fruto del amor entre dos personas, un hecho buscado y querido. Se ritualiza cuando, realmente lo que esconde esta búsqueda es la necesidad de acallar un vacío existencial, entonces la neurosis de la persona le lleva a crear una nueva vida, un neonato. Un acto supersticioso, pues cree que un hijo llenará su vacio. Una pantomima consciente o inconsciente.  Un salvarse por la campana, una necesidad supersticiosa de virar para alejarse del viaje hacia la nada, momentáneamente.

Hemos de preguntarnos pues, si estos rituales son necesarios o podemos ir desenmascarándolos, desnudándonos de ellos, haciéndonos más libres, sin menos equipaje supersticioso para viajar hacia la nada ¿Puede la razón o la búsqueda de la verdad acercarnos a la nada sin dolor y al mismo tiempo sin superstición? ¿Es la búsqueda de la verdad el ritual menos supersticioso? ¿Es mejor seguir engañándonos aun destapando la pantomima y sabiendo que detrás está el truco? ¿Seguimos queriendo ser infantes, dejándonos atrapar por la magia o es el momento de ser adultos y destapar el truco?

Los rituales nos alejan de la verdad, de la razón, pues como hemos dicho están preñados de superstición y esta, como sabemos, es una creencia sin fundamento racional. Por ello, ¿una vida más autentica de ser vivida conllevaría la necesidad de destapar todos estos velos? ¿Puede realmente lograrse o nos conformamos con el hecho de ponernos en acción y ser vigilantes? ¿Se puede ser nihilista no relativista? Saber que vamos hacia la nada pero brindar reverencias hacia la verdad y buscar la razón y asumir su existencia, y ser este el sentido de la vida más puro que un ser humano pueda alcanzar a riesgo de parecer un loco no adaptado a la sociedad en la que vive.

Vivimos entre rituales y supersticiones para olvidar que nos dirigimos hacia la nada, no queremos ser del todo relativistas y nos gusta llevar la razón, por eso creemos que nuestros rituales son los verdaderos y los que no nos siguen están equivocados. Mi verdad es absoluta y tu verdad es relativa. Mi verdad, en verdad, está preñada de rituales lo que la convierten en otra cosa distinta a la verdad, pero que me mantiene a flote, camino de la búsqueda del sentido.

Para los que nos gusta hallar verdad entre tanta superstición, quizás nuestro sentido de la vida sea intentar quitar la paja supersticiosa de los actos diarios que acometemos, que adscribimos acríticamente, en el intento final de matar todo ritual para sacar la cruda verdad de entre los prejuicios. Hallar la verdad es pues despojarse de rituales, buscarlos, analizarlos, destapar el truco y alejarnos de ellos.

Pero, sin embargo, un ser sin rituales es un ser sin cultura, un ser abocado a la soledad, al ostracismo, un no humano. Un ser que solo es razón, está destinado al fracaso en sociedad. La ritualidad nos humaniza, y no nos queda otra que aceptarlo, aunque sea a regañadientes. 

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.