domingo, 24 de enero de 2021

La educación sexual que necesitamos. Guía para el siglo XXI

La educación sexual se ha convertido, para bien o para mal, en un tema recurrente en el momento actual, en el que nuestra sociedad está debatiendo qué elementos han de entrar en el currículo escolar y cuáles hemos de dejar fuera, qué papel juegan las familias en todo esto y qué papel el Estado. Muchas son las opiniones, informada y desinformadas que se lanzan en los distintos medios de comunicación y redes sociales, pero ¿qué entendemos por educación sexual? ¿Qué elementos se trabajan en ella? ¿Cuáles son los perfiles profesionales que deberían encargarse de impartir talleres? ¿Qué educación sexual necesitamos? Vamos a intentar desenmarañar un poco este panorama.



La educación sexual es el proceso educativo que pretende apoyar al desarrollo integral de las personas a través de la comprensión de que los seres humanos somos sexuados, tratando de conocernos a nosotros mismos, nuestro cuerpo, nuestros gustos, nuestros anhelos, como a comprender a los demás, favoreciendo actitudes erotofílicas, responsables y saludables; este proceso se ampara en la información científica y los Derechos Humanos y Sexuales. Veamos a continuación, alguno de estos elementos de forma algo más detallada.

Desarrollo integral de las personas. En la actualidad el objetivo esencial del sistema educativo es que el alumnado alcance un desarrollo integral óptimo. Esto significa que no solo se muestran contenidos científicos derivados de la mera instrucción a través de la transmisión de conocimientos, sino que se tendrán en cuenta otros factores que ayuden a conformar la personalidad de nuestros jóvenes como son los llamados elementos transversales, la educación para la salud, la educación en valores. Que en las escuelas se den todos estos temas es un signo de calidad en la enseñanza y la educación sexual es uno de estos elementos que ayudan al desarrollo integral del alumnado por ende, a la calidad de la educación.

Los seres humanos somos sexuados. Nacemos con dispositivos sexuales que nos preparan para sentir placer y tener la capacidad de reproducirnos. Desde el nacimiento, el cerebro se muestra operativo para experimentar placer. Es una necesidad básica de supervivencia que afectará al desarrollo posterior. Si desde que nacemos no somos queridos, abrazados, masajeados, cuidados, nuestro cerebro se resentirá pudiendo afectar a nuestra vida afectiva, social e intelectual, posterior. 

Actitudes erotofílica. Son actitudes que una persona muestra ante los temas relacionados con la sexualidad. En este caso, estas actitudes son abiertas en cuanto a la sexualidad, no hay miedo, ni sentimiento de culpa o rechazo hacia lo sexual, pues esta se vive con naturalidad, curiosidad y de forma no traumática.  Es uno de los objetivos fundamentales de la educación sexual, pues como asevera la OMS, la salud sexual es un estado de bienestar físico, mental y social en relación con la sexualidad y este bienestar se alcana de forma satisfactoria gracias a fomentar posturas o actitudes erotofílicas.

La educación sexual se ampara en los Derechos Humanos y Sexuales, son su timón ético, la guía que protege de la discriminación, la intolerancia, y que asume la diversidad como un elemento esencial e inherente al ser humano.

Y desde los estudios que emanan de la Sexología podemos nutrir de conocimientos científicos a la educación sexual. Desde los desarrollos filosóficos de Freud, las investigaciones de Kinsey, Maters y Johnson, hasta los actuales manuales de Sexología de autores como Francisco Cabello y toda la extensa bibliografía del Catedrático de Psicología de la Sexualidad, Félix López, tenemos una amplia gama de estudios que dan cobertura científica a la educación sexual, alejándola de ideologías, opiniones y creencia particulares.

Por todo ello, la educación sexual tiene un sentido en nuestro sistema escolar, pues ayuda al objetivo fundamental del desarrollo integral del alumnado, se basa en una ética fundamentada en los Derechos Humanos y Sexuales y se nutre de conocimientos científicos aportados por la Medicina y la Psicología compilados en una disciplina concreta denominada Sexología.

Lo temas que abarca la educación sexual son amplios, pero haciendo una síntesis, un taller de educación sexual no puede olvidar trabajar los siguientes temas:

1. Diferenciar entre sexo, sexualidad y erótica. Saber qué es la sexualidad, para qué sirve, mitos y tabúes al respecto, tanto de la sexualidad como de las relaciones de pareja (mitos del amor romántico).

2. Infecciones de transmisión sexual y métodos anticonceptivos. Siempre trabajados desde un modelo positivo de la sexualidad. Pues la idea no es de hacerles ver los peligros que entraña la sexualidad, sino de que sean responsables de su cuerpo y de su salud.

3. Diversidad afectivo-sexual. Entender las diferentes manifestaciones de la sexualidad, identidades y orientaciones desde el respeto a la diversidad. 

4. Igualdad, perspectiva de género y Sexología sustantiva. Entender que los seres humanos somos tanto biología como cultura y que estamos indivisiblemente conformados por ambos elementos. Entender las diferencias entre hombres y mujeres tanto desde el enfoque sexual como el de género.

5. Educación emocional. Consiste en trabajar temas como la resolución de conflictos, el manejo de la presión de grupo a la hora de iniciar relaciones eróticas, la asertividad y empatía.

6. Derechos Sexuales y ética de la sexualidad. Conocer cuáles son los Derechos Sexuales que  nos amparan y basar nuestras relaciones en una ética de los cuidados, de la dignidad, la libertad y la igualdad.

7. Pensamiento crítico. Esta es la raíz metodológica de toda educación, que el alumnado alcance un pensamiento crítico propio, basado en los conocimientos científicos otorgados y la reflexión personal y grupal. Si no fomentamos el pensamiento crítico, estaremos cercenando el desarrollo integral.

Podemos ampliar el abanico de temas a trabajar en este ámbito, pero considero fundamentales estos puntos para alcanzar una educación sexual de calidad.

En cuanto a los perfiles profesionales que han de hacerse cargo de la educación sexual, tenemos que entender que no todo el mundo está preparado para impartir una charla con las responsabilidades que conlleva que el alumnado alcance una visión erotofílica de la sexualidad. Muchos profesores y profesoras nos manifiestan que  no saben cómo abordar este tema más allá de los conocimientos que aparecen en los libros de texto sobre biología humana y reproducción. Y es una percepción acertada, pues asumir esta responsabilidad requiere de unos conocimientos concretos que no siempre están disponibles en la formación inicial y continua del profesorado. Entonces ¿quién ha de hacerse cargo de este cometido? ¿Qué perfil profesional estamos buscando? Buscamos expertos en sexología con conocimientos básicos en psicología y medicina, con cierta preparación pedagógica que ilustre su puesta en escena en el ámbito educativo. Y si fuera posible, con conocimientos básicos en filosofía, pues esta abre el abanico de las posibilidades, del pensamiento crítico y del método socrático o mayéutica. Los Máster de Sexología suelen contener una síntesis multidisciplinar que abarca temas desde la psicología, la medicina y la pedagogía. Por ello, las personas más capacitadas para realizar talleres de educación sexual son aquellas que tienen los conocimientos que puede otorgar un posgrado como el de Sexología.

Así pues, ¿qué educación sexual necesitamos? Necesitamos una educación sexual que se fundamente en las investigaciones científicas sobre el hecho sexual humano y las relaciones interpersonales, que se ampare en los Derechos Humanos y Sexuales, que fomente la igualdad, la diversidad, las actitudes erotofílicas, el pensamiento crítico y que promueva el desarrollo integral del alumnado. Para ello contamos con profesionales de la Sexología con conocimientos básicos en Medicina, Psicología, Pedagogía (y a poder ser, Filosofía).

La educción sexual es un elemento necesario para alcanzar el bienestar personal y social. Desde el ámbito educativo hemos de promover espacios para trabajar dicho cometido, teniendo siempre de aliados a las familias, pues junto a ellas podemos alcanzar el objetivo de que nuestros jóvenes se desarrollen como personas criticas, democráticas y con una salud sexual optima

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