lunes, 8 de marzo de 2021

De íncubos, súcubos y poluciones nocturnas

La sexualidad durante siglos ha sido entendida, por parte de la humanidad, con un cariz oscuro, paranormal y mágico. Que las mujeres pudieran albergar vida dentro de ellas, fue un misterio, que provocó tanto la admiración, como el miedo a lo desconocido. El hombre, quedaba fascinado a la misma vez que aterrado por dicho suceso. A la mujer se la consideraba tanto reina de la naturaleza, como bruja. La desconfianza se cernió sobre ellas; el hombre se sintió inferior y su afán ha sido, durante siglos, el control de la mujer por su capacidad única de albergar vida.


Para contrarrestar dicho evento,   se le dio una importancia esencial y omnipotente al semen, siendo su composición, la premisa única de la vida. Se consideró que la mujer solo era un recipiente vacio, que esperaba al semen del macho para engendrar a un nuevo ser.  Este fluido, era la fuerza que daba sentido a la humanidad, a la creación, dejando a la hembra en un segundo plano, como  un mísero receptáculo descontextualizado.

Para muchas tribus, el semen era un producto sagrado, que no se podía malgastar, pues, su emisión, venia  acompañada de una pérdida de fuerza vital, tal era este desgaste que podía provocar la muerte, por un desplome de dicha energía. Las nociones básicas que se transmitían a este respecto eran: “El semen no se malgasta y la mujer es un ser malvado que viene a desposeernos de energía, sustrayendo el semen para su rejuvenecimiento. Ellos mueren un poco más por cada emisión y ellas renacen continuamente, apoderándose y absorbiendo el líquido de la vida”. El semen, era el protagonista, capaz de dar vida y de desposeerla si se malgastaba inadecuadamente.

Sexo, poder, control, muerte, magia y sucesos paranormales, han estado continuamente relacionados durante siglos. Este es el caso de los íncubos, súcubos y las poluciones nocturnas.

Los íncubos, eran seres demoníacos macho que aparecían mientras dormíamos, con el objetivo de mantener relaciones carnales con mujeres humanas y engendrar vástagos, entrelazando la vida humana y la del averno (el Mago Merlín era hijo de un íncubo y de una prostituta). Los súcubos son sus homónimos femeninos. Estas surgían para apropiarse del semen de los hombres, haciéndoles enfermar, pues como hemos advertido, se apropiaban de este fluido, dejando al ser humano debilitado e inmóvil.

Las emisiones involuntarias nocturnas de semen, mientras se está dormido se denominan: poluciones nocturnas. Son emisiones ocasionales que aparecen durante la adolescencia y que pueden mantenerse en la vida adulta. Surgen por tener fantasías sexuales mientras dormimos o cuando el hombre pasa cierto periodo de tiempo sin tener eyaculaciones. La mitología antigua, sobre todo, desde la edad media, ha relacionado las poluciones nocturnas al hecho de mantener relaciones sexuales con estos seres demoniacos. Comprobamos una vez más como, un hecho natural sexual se tiñe de negatividad y maldad, al reconstruir la realidad biológica con la perversión  deshumanizada de ultratumba apocalíptica.

Estos seres, no han aparecido por excentricidades de alguna cultura maquiavélica concreta, pues resulta, que estos son mencionados en diversas culturas, apodados, eso si, con otros nombres (Trauco, Mohán, el Duende, Liderc…) pero con la misma misión sexual: para dar explicación, tanto de las poluciones nocturnas, como a embarazos no deliberados, puesto que, en este caso, se concebía por supuestas “infidelidades involuntarias sobrenaturales”.

El ser humano ha divinizado tanto como “diabolizado”  al hecho sexual humano. Desde el principio de los tiempos, hemos tenido una relación de amor-odio hacia esta realidad. Somos seres sexuados, el sexo es importante para nosotros y por ello todas las culturas durante  la historia, han tratado de constreñir y regular la sexualidad, utilizando, como una de las grandes fuerzas disuasorias, la mano de un dios (o dioses) que imponía sus reglas subyugadoras para entender y controlar la necesidad natural humana de sexo. Hoy albergamos una mezcolanza de tantos tabús añejos que siguen perturbando perjudicialmente nuestras vidas sexuales. Nos toca desposeer de magia negra a nuestra transparente, noble y bienintencionada sexualidad humana.

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DELIRIOS Y LOCURA

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