miércoles, 9 de febrero de 2011

La escuela actual

Si hoy fuera mi primer día como profesor en un centro público me encontraría un tipo de escuela en transformación. Una escuela que acoge a gran diversidad de alumnado, con sus posibilidades infinitas y sus limitaciones a mejorar, una escuela con algunos de sus profesores implicados, con otros profesores que solo desean dar su materia y alejarse lo más pronto posible del centro, con profesores quemados, indefensos, que no han sido reeducados y “reformados” para abarcar las nuevas competencias que se les piden y que solo saben transmitir conocimientos y poco saben o quieren saber de educar. Un centro que adolece de demasiada individualidad y libertad de cátedra, donde reina el “sálvese quien pueda” y el “cada uno a lo suyo”, un centro donde el profesor innovador es un ser extraño que posee una enfermedad que ya se le curará, según el pensamiento del resto de compañeros.


Pero no todo es melancolía y frustración, también hay profesores en mi escuela actual, que quieren ir más allá de los establecido, quieren innovar e intentar lograr que sus alumnos sean seres autónomos y críticos con la información que les rodea y que estos alumnos puedan llegar a auto-regular su proceso de aprendizaje. Tienen ilusión por educar y lo más importante han adquirido y mantienen una identidad de profesores/educadores.

La escuela actual tiene sus muros cerrados a la sociedad, lo que se vive dentro de ella poco tiene que ver con la vida en sociedad, pues entre otros aspectos no es necesario memorizar los libros de los que disponemos en las bibliotecas o la información de internet, ya que en la actualidad brota la información por doquier y no es necesario almacenarla en la memoria puesto que en el mundo real no se nos hacen exámenes superficiales de lo que vamos aprendiendo.

Los muros están cerrados a todos aquellos que no sean alumnos y profesores. No se hace otra cosa que no sea dar clase, no brota la cultura en la escuela, no se utilizan los espacios para hacer teatro, cine o pintura, la escuela debe abrirse a cualquier persona que quiera utilizar las instalaciones de manera cultural sea profesor, alumno o vecino sin hijos, como un espacio de ocio/cultura más dentro de nuestras sociedades, eso no ocurre en mi escuela actual.

Si ocurre, que están floreciendo nuevos pensamientos a favor de abrir la escuela y destruir sus muros separatistas, nuevos pedagogos, nuevos profesores que desean un aire renovado, no viciado de las organizaciones educativas. Ellos también están en mi escuela actual, aunque no sean mayoría, de momento.

En mi escuela actual se evalúan a los alumnos con exámenes como criterio superlativo, dejando fuera de la evaluación aspectos importantes como la observación de la evolución del alumno, su generalización de los aprendizajes a otros ámbitos, si bien se valora estos cometidos, al final el peso recae sobre un examen de 10 puntos de corte memorístico y se está dentro o fuera, aprobado o suspenso según la capacidad memorística y la capacidad vomitiva de información que cada alumno tenga. Es decir solo se valora el CI, dejando fuera o dentro pero infravalorada a la Inteligencia Emocional. No se cuidan, ni se enseñan, ni se evalúan, aspectos fundamentales para la socialización del alumno como es la capacidad de autocontrol y la empatía, esenciales para triunfar en la vida (en el sentido de ser verdaderamente feliz y querido por los demás).

Pero unos pocos profesores de mi escuela empiezan a darle importancia a estos aspectos emocionales, preponderando estos sobre la memoria y el famoso CI. Profesores preocupados por educar de manera integral al alumno.

Las nuevas tecnologías se abren paso en mi escuela, la pizarra y la tiza comienzan a ser fotografías del pasado, añoradas por unos, denostadas por otros. Se empieza a interactuar con los nuevos “juguetes educativos”, los ordenadores y sus programas diseñados para mejorar el proceso de enseñanza-aprendizaje. Los alumnos se divierten más pero aun no se le está sacando el máximo rendimiento a estas nuevas posibilidades de educar, pues su aplicación es demasiado reciente. Algunos profesores de mi escuela añoran el polvo de tiza y se oponen a las nuevas tecnologías, afirmando que así a los niños de hoy se les va a olvidar escribir con bolígrafo, mientras que los profesores más progresistas comienzan a sacarle partido a estas nuevas tecnologías y ven infinidad de aplicaciones divertidas y motivadoras que llevar a cabo.

Por ello indico que la escuela de hoy es una escuela en transformación, pues en ella habitan seres del pasado (profesores que no quieren cambiar sus viejos roles de transmitir información únicamente) con seres del presente (los profesores que aceptan sus nuevas competencias para educar a sus alumnos abarcando las nuevas ideas científico-pedagógicas) que han de mirar forzosamente al futuro de sus alumnos y de la escuela como organización si quieren que esta no acabe quedando obsoleta, atrasada y conservadora y que al final no cumpla las funciones que de ella se demandan, siendo por fin la profecía que afirmaría Reimer: “La escuela ha muerto”, una profecía cierta, una escuela destinada a morir en obsolescencia.

1 comentario:

killer.Onion dijo...

Espero que no hayas puesto "capacidad vomitiva" en el otro lado.
Te quiero tacheseti!

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.