domingo, 16 de octubre de 2011

El tacto. Hambre de piel.

Investigaciones sobre distintas culturas demuestran que italianos y españoles son más táctiles, es decir, los españoles tendemos a tocarnos más entre nosotros, que otras regiones como los norteamericanos, canadienses o los bretones, pero aun así ¿nos tocamos los unos a los otros lo suficiente? ¿Necesitamos ser tocados más a menudo? ¿Estamos satisfechos con la calidad táctil de nuestras relaciones?

El tacto es el sentido más antiguo del ser humano, recorre nuestra basta existencia, nos recubre por completo, nos acoge y delata. Es uno de los grandes centros del placer, solo piense en la última vez en la que alguien recorrió suavemente con la boca, su indefensa oreja, recordará como se le erizaban los pelos de la parte del cuerpo correspondientes al lado de esta oreja, recordará un inmenso, agradable, silencioso y acogedor placer táctil, una delicia para los centros de placer de su cerebro. El tacto representa la sensualidad y por ello no nos tocamos con la suficiente calidad temporal, pues el tabú del sexo recorre nuestro sistema de creencias absurdo y nos encauza hacia una postura reacia sobre el tacto, incluso podríamos decir que esta sociedad es más sexual que sensual, más directa que táctil. Y es una pena, porque nos obliga a caer en los que algunos investigadores han denominado “hambre de piel”, la necesidad imperiosa de querer ser tocados y de tocar a los demás, de reunirnos con otros seres humanos con la excusa de sentirnos unidos, porque el contacto nos hace conscientes de que existimos y de que los demás también existen y con el tacto nos hacemos visibles a ellos.

La falta de sentirnos tocados puede inducir al consumo de drogas, pues con los psicotrópicos se abren ante nosotros centros placenteros de nuestro organismo, experiencias extrasensoriales, táctiles y reveladoras. El “hambre de piel” puede estar detrás de la necesidad de muchas personas de utilizar drogas para suplirlo o calmarlo. Como puede comprobar creo que la opción más correcta seria relajar el tabú sexual del tacto y potenciar en todos los individuos unas creencias favorables hacia tocar y ser tocados como algo común, normal y natural.

Nos tocamos al saludarnos, mostrando que no somos peligrosos, que somos de fiar, porque solo tocamos a personas que nos parecen no agresivos, individuos que sabemos que no nos harán daño. Nos tocamos para despedirnos, indicando que queremos volver a vernos, que seguimos unidos a pesar de la distancia que comenzará a rondar justo cuando nos separamos, nos tocamos cuando queremos sexo, porque es imprescindible, sensual y necesario, nos tocamos poco, no queremos demostrar vulnerabilidad ante los demás, somos fuertes, no necesitamos abrazos, besos ni caricias, pero a la vez esta postura nos devuelve un puñado árido de soledad, vacio y “hambre de piel”.

Reivindico la necesidad de abrazarnos más, de sentirnos unidos como una energía sinérgica, donde el todo es mayor que la suma de las partes, donde nos sintamos vivos, cómodos con la sensualidad, donde dar besos en la frente, mejilla, ojos o boca no sea solo como un indicador de sexo, sino de unión entre personas que se reconocen mutuamente, que desean expresar que están vivas, que quieren, que nos son cobardes, me indigna pensar que una persona pueda sentirse incomoda por ser besada en la frente, y no porque invada su espacio vital, sino porque se sienta vulnerable, necesitamos mitigar nuestra hambre de piel, necesitamos por fin estar más unidos ante las dificultades, ante las injusticias, ante la desesperación, necesitamos por ello ser sinceros, abiertos y completamente táctiles.

Abraza, besa, toca a los demás y deja que ellos te toquen, porque al fin serás visto, sentido y querido como persona, como la persona que merece ser entendida en todos los niveles y sobre todo a nivel afectivo. Toca y deja tocar y empezaras a ser tu mismo.

1 comentario:

Alberto Carlos Huevos dijo...

¿Y no supone un conflicto la vulnerabilidad de "dejarse tocar" como muestra de debilidad social?

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.