Podemos definir fantasía sexual como el proceso mental
de corte erótico que mantenemos y del cual gozamos haya o no acto masturbatorio
o relación erótica con orgasmo. Para el experto psicoterapeuta inglés Brett Kahr las fantasías sexuales
quedan definidas como: “un pensamiento o
conjunto de pensamientos conscientes que incluye la representación de uno o
varios actos sexuales, de una o varias escenas sexuales, de imágenes sexuales y
con frecuencia de lenguaje sexual, la totalidad de las cuales en muchos casos
producen sensaciones placenteras que van del disfrute mental a la estimulación
física de los genitales[1]”.
Y parece que todos los seres
humanos poseemos la capacidad de mantener, en nuestras mentes, fantasías
sexuales de lo más variopintas, tengamos pareja o seamos solteros. Para cierta
población estas fantasías son ambivalentes puesto que gozan de ellas y a la
misma vez se sienten culpables por tenerlas, lo que el mismo autor denomina
como “paradoja
masturbatoria”, pues la misma persona siente placer de forma física pero
de manera simultánea malestar en su mente, ya que siente culpa, vergüenza y/o
rabia. Por ejemplo ciertas personas que
tienen pareja pueden mantener pensamientos de tipo fantasioso-eróticos con otros individuos, sean completamente desconocidos, amigos o familiares de uno o de ambos
miembros de la pareja, produciéndose lo que B. Kahr ha descrito como “aventura intramatrimonial”, por lo que podemos "pseudo-engañar" a nuestras parejas mentalmente, incluso cuando estamos manteniendo un encuentro erótico con ellas, aunque después nos sintamos mal, angustiados, tristes o enfadados con nosotros mismos, pero la próxima vez
que volvamos a tener otro encuentro con nuestra pareja, es probable
que vuelva a repetirsela misma fantasía o a una análoga.
Para Freud las personas que mantienen fantasías sexuales poseen una
falta de satisfacción sexual, pues hay un deseo frustrado que intentan resolver con dichas fantasías. Posiblemente las personas cuando están en un
proceso elevado de enamoramiento o de atracción física, no las necesiten para estimular su acción sexual, puesto que el otro se convierte o es la esencia
de la propia fantasía “voy a poder verle
desnudo/a”, “voy a saber como lo hace”, cumpliendo así la fantasía creada
previa al encuentro erótico. Pero con el paso del tiempo si no hay una continúa
estimulación, juego y novedad, puede que aparezca en nosotros la necesidad de
crearnos imágenes que nos suban la libido (deseo sexual) e incluso salgan a la luz ciertas fantasías que se hallaban en el inconsciente, aflorando por la falta de
excitación sexual que vivimos en el mundo real, las cuales, como ya expusimos, pueden ser
placenteras o perturbadoras.
Y la cuestión ética se hace
evidente ¿Estas fantasías, si tenemos pareja, son moralmente aceptables? ¿Podemos
soportar que nuestra pareja por mucho que nos quiera pueda mantener
pensamientos fantasiosos con otros seres humanos sean inventados, famosos o mortales
reales y corrientes? La profesora de Psiquiatría Helen Kaplan (1929-1995), creía necesario que el
miembro de la pareja con un problema sexual experimentara fantasías para
incrementar su deseo o excitación, sea esta cual sea, puesto que trabajar desde la fantasía promueve
que la persona piense en sí misma y en lo que le gusta, tenga o no pareja. Esta puede partir tanto de la imaginación como de literatura erótica
o incluso de películas pornográficas y el otro miembro de la pareja no ha de sentirse molesto o inquieto, más bien para que el tratamiento tenga éxito, debe ser respetuoso y apoyar a su pareja. En más de una ocasión Kaplan utilizaba, entre sus recetas de tratamiento, el uso de la fantasía: “Dar –permiso- al paciente para que explore
fantasías o actividades eróticas que hasta entonces había evitado, y disfrute
de ellas[2]”.
Por lo que las fantasías se convierten en una parte más, normalizada de la relación
de pareja con la que se consigue volver a una situación placentera y agradable
para ambos, puesto que ayuda a eliminar el problema sexual que hacia sufrir a
la relación (teniendo en cuenta que el tratamiento no suele ser solo
el uso de la fantasía, ya que pueden hacer falta otras pautas).
En definitiva, los seres humanos
debemos aprender a vivir en paz con nuestras fantasías y respetar las fantasías
de nuestra pareja, ya que la imaginación es uno de los
elementos claves por los que los seres humanos exploran y esta, en el
mundo erótico, es una fuente de placer inagotable.
[1]
Datos hallados en: Kahr, B. (2010). Sexo
y fantasías. La investigación más completa y reveladora sobre nuestro mundo
sexual interior. Ediciones Martínez Roca: Madrid.
[2]
Datos hallados en: Kaplan, H. (2010). Manual ilustrado de terapia sexual. La
solución a los trastornos sexuales más comunes. Debolsillo: Barcelona.
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