jueves, 30 de enero de 2014

¿Puede el amor matar el deseo sexual? Del erotismo al apego.

Cuando nos enamoramos nuestro deseo sexual se dispara, la intimidad y la pasión se apoderan de nuestros sentidos, nuestros cuerpos y nuestras neuronas; ardemos por dentro. Poco a poco y si seguimos caminando por la senda de la idealización equilibrada y el deseo de saber más acerca del otro, vamos tejiendo una red en la que ambos enamorados acaban cayendo, la red del amor.


Este amor se sustenta del llamado sistema de apego, el cual se compone de la búsqueda de proximidad hacia el otro, tristeza ante la separación, es base de nuestra seguridad, pues nos reconforta la presencia de nuestro amado cuando estamos bajo de ánimos y de autoestima y necesidad de refugio, la pareja es el escondite perfecto para cuando nos aflige algo. Es decir el sistema de apego nos ayuda a mantenernos equilibrados y seguros.

Y esta seguridad que nos produce el compromiso de un amor sosegado y continuo, ¿puede matar la erótica y el deseo?

Profesionales como Miren Larrazabal (Directora del Instituto Kaplan de Madrid) aseveran que la sexualidad y el apego son dos sistemas distintos en los que el erotismo y el amor pueden verse fortalecidos o perjudicados por los estilos de apego que cada pareja mantiene dentro de la relación, por lo que cada miembro puede perjudicar o beneficiar el mantenimiento y disfrute de las relaciones eróticas.

Por lo que la posibilidad de que el amor y el sistema de apego inhiban al erotismo y deseo sexual, parece que existe.

El erotismo se compone de imaginación, y en cierta medida de trasgresión de la norma, pues se fantasea con lo prohibido, con lo difícil, lo inalcanzable, con maneras de enfrentarse a la sexualidad distintas de las comunes y cotidianas.  Como afirma Octavio Paz[1]: “La convivencia diaria, si los enamorados carecen de imaginación, puede acabar con el amor más intenso”. Terminar con este amor más intenso en el que sin duda una de las piezas clave es el erotismo.


Así pues, por una parte el sistema de apego nos ayuda a equilibrar nuestro estado interno y a sentir seguridad, compromiso mutuo y calma, pero por otra, si no se mantiene la imaginación y las ganas de transgredir la norma erótica que la pareja ha ido manteniendo a lo largo de su historia sexual, puede que esta sensación de seguridad y calma mitigue el erotismo y acabe con el deseo sexual.  

Puede que cuanta más amistad sienta una pareja mayores sean las probabilidades en las que el deseo y la erótica se difuminen, si no hacen nada para remediarlo.



[1] Datos hallados en: Paz, O. (1994). La llama doble. Amor y erotismo. Seix Barral: México.

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DELIRIOS Y LOCURA

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