Cuando nos enamoramos nuestro
deseo sexual se dispara, la intimidad y la pasión se apoderan de nuestros
sentidos, nuestros cuerpos y nuestras neuronas; ardemos por dentro. Poco a poco
y si seguimos caminando por la senda de la idealización
equilibrada y el deseo de saber más acerca del otro, vamos tejiendo una red
en la que ambos enamorados acaban cayendo, la red del amor.
Este amor se sustenta del
llamado sistema de apego, el cual se
compone de la búsqueda de proximidad hacia el otro, tristeza ante la
separación, es base de nuestra seguridad, pues nos reconforta la presencia de
nuestro amado cuando estamos bajo de ánimos y de autoestima y necesidad de
refugio, la pareja es el escondite perfecto para cuando nos aflige algo. Es
decir el sistema de apego nos ayuda a mantenernos equilibrados y seguros.
Y esta seguridad que nos produce
el compromiso de un amor sosegado y continuo, ¿puede matar la erótica y el
deseo?
Profesionales como Miren Larrazabal (Directora del
Instituto Kaplan de Madrid) aseveran que la sexualidad y el apego son dos
sistemas distintos en los que el erotismo y el amor pueden verse fortalecidos o
perjudicados por los estilos de apego que cada pareja mantiene dentro de la
relación, por lo que cada miembro puede perjudicar o beneficiar el
mantenimiento y disfrute de las relaciones eróticas.
Por lo que la posibilidad de que
el amor y el sistema de apego inhiban al erotismo y deseo sexual, parece que
existe.
El erotismo se compone de
imaginación, y en cierta medida de trasgresión
de la norma, pues se fantasea con lo prohibido, con lo difícil, lo
inalcanzable, con maneras de enfrentarse a la sexualidad distintas de las
comunes y cotidianas. Como afirma Octavio Paz[1]:
“La convivencia diaria, si los enamorados
carecen de imaginación, puede acabar con el amor más intenso”. Terminar con
este amor más intenso en el que sin duda una de las piezas clave es el
erotismo.
Así pues, por una parte el
sistema de apego nos ayuda a equilibrar nuestro estado interno y a sentir
seguridad, compromiso mutuo y calma, pero por otra, si no se mantiene la imaginación
y las ganas de transgredir la norma erótica que la pareja ha ido manteniendo a
lo largo de su historia sexual, puede que esta sensación de seguridad y calma
mitigue el erotismo y acabe con el deseo sexual.
Puede que cuanta más amistad sienta una pareja mayores sean
las probabilidades en las que el deseo y la erótica se difuminen, si no hacen
nada para remediarlo.
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