martes, 16 de junio de 2009

El monstruo de la transformación de la realidad

Contrajo la enfermedad de la sospecha aquella tarde en la que empezó a dudar de quien era él mismo, ya no se veía como antes si no transformado en una masa deforme provista de aceitosa grasa en descomposición y aunque la vida le sonreía, él no podía contagiarse debido a que cada musculo de su cara se tornaba flácido y decadente como si un mosquito que transportara la enfermedad de la tristeza y de la visión deformada le hubiera picado en la cara. Su cuerpo se había convertido en un caos maligno y él no lo soportaba, llegó al punto de no poder salir de su casa ya que el llanto que le producía ver su figura le inundaba los ojos y toda su engrasada alma. No podía decidir que ropa ponerse porque toda le quedaba mal, le hacia una arruga en la cintura que él tachaba de horrenda y deformadora, así no podía seguir, debía trazar un plan con el que hacer desaparece de su cuerpo aquello tan horrendo, esos lípidos nauseabundos que no le dejaban ni respirar, ni ser feliz. Decidió dejar de comer, selló su boca con silencio y ayuno, sin grasas, ni vitaminas, ni fuerzas, ni valor. El monstruo de la transformación de la realidad se había apoderado de él. Porque no estaba gordo, ni era amplio, ni rollizo, ni ningún apelativo que se le pudiera poner a los entrados en carne, era normal, simple y llanamente normal, pero no podía verlo y tampoco confiaba en ninguna mirada amiga que le echaba un vistazo e intentaba convencerle de lo contrario, porque aquel monstruo era más listo que los amigos incluso más listo que él mismo y le había consumido el poco juicio que le quedaba y solo podía verse enormemente obeso. No comía y sabía que estaba adelgazando por momentos pero aun así no era suficiente, porque ya no importaba adelgazar sino no engordar, que es otra meta muy distinta, porque los que se conforman con adelgazar cuando lo consiguen han llegado a su destino pero aquel que se empeña en no engordar su destino nunca llega, es una continua lucha contra ese fantasma lipídico e inagotable. Una tarde le abandono el sodio y el potasio de su cuerpo y calló desmallado, confundió la felicidad con la masa corporal y dejo de ser feliz y no solo de ser feliz sino también dejó de respirar y como él quería, también dejó de comer por siempre. El caos de un cerebro enfermo se apoderó de él y sucumbió a su propio deseo llevándole a la muerte más esquelética que existía. Si la felicidad se convierte en una obsesión esa felicidad no es sana.

3 comentarios:

NTQVCA dijo...

Escritos de anorexias Jalo. Cuidese!

Amorexia. dijo...

TERRIBLE!
EXECELENTE!

a veces prefiero no decir mucho para no echar a perder...

Saludos lejanos.

Eco dijo...

Y a la de gente que ataca ese monstruo... :(

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.