martes, 4 de diciembre de 2012

La importancia de la asertividad en las relaciones de pareja. Un tercer grupo: los manipuladores/chantajistas emocionales.

Las relaciones de pareja sanas basan su comunicación en un sistema complejo de interacciones donde prima el respeto hacia el otro y hacia uno mismo, este tipo de relación comunicativa se denomina asertividad.

Podemos definir asertividad como la capacidad del individuo para expresar sus sentimientos y emociones de forma adecuada sin mostrarse agresivo ni pasivo, procurando que los demás también puedan expresarse libremente, no violando los derechos de estos ni los suyos propios. Para el psicólogo A. Lazarus la asertividad es: “El reconocimiento y la expresión adecuada de cada uno de los estados afectivos”. Por su lado uno de los gurús de la Inteligencia Emocional, D. Goleman nos explica que la asertividad consiste en “expresar los sentimientos directamente. Algo muy distinto a la agresividad y la pasividad (Goleman, 2004)”. Así pues cuando nos mostramos asertivos es cuando somos capaces de hablar de lo que sentimos sin dañar al otro y sin causarnos daño a nosotros mismos. La asertividad es uno de los elementos que se incluyen dentro de las habilidades sociales del ser humano y sabemos que las personas que son emocionalmente inteligentes, usan esta forma de comunicación habitualmente, pues forma parte de su personalidad.

Dentro de las teorías más influyentes sobre la asertividad se habla de dos polos opuestos que se alejan de esta, estos polos son: la pasividad y la agresividad.

PASIVIDAD----------------------ASERTIVIDAD------------------------AGRESIVIDAD

Una persona interactúa pasivamente cuando  esta no expresa directamente sus sentimientos, pensamientos y deseos y se intentan comunicar éstos indirectamente o se ocultan por completo. Se confía en que los demás adivinen lo que queremos o lo que sentimos. No se violan los derechos y/o sentimientos de los demás, pero se permite que los propios estén desatendidos. Por lo que una pareja pasiva seria la que hace todo lo que el otro quiere, a pesar de que por dentro piensa que no desea hacerlo y esto le causa malestar y frustración. Muchas parejas pasivas suelen cansarse de esta posición y acaban abandonando la relación, dejando al cónyuge atónito, pues realmente nunca supo, ya que su pareja no lo mostraba, que estaba muy molesta haciendo cosas que no quería, llegando al punto de que lo único que puede hacer la persona pasiva es alejarse de la relación, pues se ha deteriorado hasta puntos insospechables (sobre todo para el amado que no se percataba de nada de lo que ocurría). Es muy importante no caer en la Paradoja de la espontaneidad, esto es, creer que el amado/a por el mismo hecho de serlo debe saber todo lo que desea la otra persona sin tener que pedirlo, pues si lo pedimos ya no lo haría por amor sino porque nosotros se lo hemos demandado y creemos erróneamente que este gesto se vuelve falso y ya no lo deseamos. Para que una relación funcione hay que pedir siempre lo que se desea, sin dañar al otro, manifestándonos, como estamos comprobando, de manera asertiva.

En el  otro polo se posiciona la conducta o interacción agresiva. Se actúa de esta forma cuando la persona expresa lo que siente, lo que quiere y lo que piensa a costa de los derechos y los sentimientos de los demás y tiende a humillar y a atacar cuando no puede salirse con la suya, fomentando la culpa y el resentimiento en los otros, no promoviendo la negociación ni el diálogo. Las relaciones acaban resintiéndose mucho  cuando un miembro de la pareja actúa de este modo, porque al final el otro, se siente frustrado, resentido y continuamente castigado, haciendo que la relación se ahogue. Cuando se establecen patrones claros de ganador y perdedor siendo uno de los miembros el que gana siempre y el otro el que pierde, la relación puede quedar vista para sentencia con bastante probabilidad, por ello esta forma de comunicarse tampoco parece la más efectiva para mantener sana una relación.

Ahora bien, a título personal, esta teoría clásica de los polos opuestos me parece algo reduccionista, porque creo que hay otro grupo de personas que no siendo ni agresivas ni pasivas tampoco interactúan de la forma adecuada, pues acaban consiguiendo lo que quieren a costa de hacer sentir culpable al otro, sin tener que mostrarse agresivos, es el grupo que yo he denominado como Manipuladores/chantajistas emocionales.
Los denominados manipuladores/chantajistas emocionales, no utilizan la agresividad de forma explícita pero tampoco se quedan enmudecidos, ya que intentan aprovecharse del otro y salirse con la suya a costa de chantajes emocionales y manipulación, provocando que uno acabe haciendo las cosas que ellos quieren, en el nombre del amor o de la amistad, por ejemplo. Utilizan frases del tipo: “si me quisieras harías esto por mí, parece que no estás enamorado/a de mí”  o creen que te están dando un consejo por tu bien, pero en realidad quieren sacar algún tipo de provecho: “deberías hacer esto, sería mejor para tu salud y para la mía” Son mucho más sutiles que los agresivos, pero sin embargo están violando los derechos del otro con el uso de chantajes que afectan y distorsionan las emociones del amado extorsionado. Las parejas que promueven estos comportamientos acaban provocando que las relaciones se vicien y se conviertan en relaciones dependientes, puesto que el chantajeado acaba a veces optando por hacer lo que el otro quiere adquiriendo un rol de dependencia sobre el manipulador. Estas relaciones pueden ser tan toxicas o más que las anteriores dos, teniendo en común que estas tres formas de interactuar fomentan que la relación y la salud de los participantes se resientan profundamente.


Desde mi punto de vista la relación entre asertividad, pasividad, agresividad y manipulación quedaría de la siguiente manera:

                                                                                                 AGRESIVIDAD          Explicito

PASIVIDAD----------------------ASERTIVIDAD -------                                            Intensidad

                                                                                                 MANIPULACIÓN      Implícito

Por un lado opuesto quedaría la pasividad como forma de comunicarse donde uno no protege sus derechos, en medio se situaría la asertividad, como mecanismo adecuado, donde si se protegen los derechos propios y se respetan los de los demás y en el otro polo o extremo se ubicarían según la intensidad (fuerza o energía) con la que reivindicamos nuestros derechos a costa de los derechos de los demás y mostrando lo que queremos del otro de forma explícita, la agresividad, aposentada en la parte superior, pues intentamos pisotear los derechos de los demás enérgica y explícitamente y en la parte inferior tenemos a la manipulación, ya que la intensidad/energía con la que no respetamos a los demás es menor y menos explícita, pero tan dañina o más que la anterior.

En definitiva debemos tener mucho cuidado a la hora de comunicarnos con nuestra pareja sino queremos ver como nuestra relación, que pretendemos que sea sana y equilibrada, se transforme en un monstruo que arrasa con la salud psicológica y física de los asistentes enamorados.

1 comentario:

Eco dijo...

Estoy completamente de acuerdo, sobre todo en lo de las personas manipuladoras (chantajistas), que muchas veces lo son sin saberlo, ellos realmente creen que si la otra persona los quisiera haría todo lo que le pide.

Me gustaría (si quieres, claro) que entraras más en el tema de la asertividad, porque no siempre estamos acostumbrados a ser asertivos (de hecho, probablemente estemos acostumbrados más a ser de cualquiera de las otras formas), y a veces no sé muy bien si estoy siendo asertiva, agresiva o manipuladora (la etapa pasiva ya la pasé y ¡nunca más!).

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