El alcohol es uno de los desinhibidores
más usuales que utilizamos en sociedades como la nuestra. Sirve como lubricante social ya que nos permite
desconectar el control de impulsos, promoviendo una socialización sin trabas y
sin preocupaciones, puesto que la capacidad de raciocinio como de autocontrol
se inhiben. Pero el consumo prolongado de alcohol puede afectar a nuestra
sexualidad y a nuestras relaciones con los demás, incluyendo la pareja.
Según un estudio publicado en “Alcoholism: Clinical & Experimental
Research[1]”,
indican que un consumo moderado de alcohol puede aumentar hasta cuatro veces
los niveles de testosterona, lo que provoca que nos pongamos tanto agresivos como que aumente nuestro deseo sexual.
En un primer instante, parece que
el alcohol puede acrecentar o al menos despertar nuestro deseo sexual, aunque
la controversia entre los científicos y expertos parte de si en realidad esta aparición
del deseo sexual proviene de los aumentos
de testosterona o de la propia desinhibición
que provoca el alcohol. Para rebatir la hipótesis del aumento de la testosterona como factor
del despertar del deseo sexual, se llevó a cabo un estudio, en el que dos
grupos de personas (grupo a y grupo b) consumían cerveza, lo que no sabían era
que uno de los grupos la bebía sin alcohol, los resultados finales indicaron
que ambos grupos se habían sentido desinhibidos, con lo que se demostró la
importancia del efecto placebo y de la
sugestión cuando creemos que estamos bebiendo alcohol; esta creencia puede
influir en el comportamiento, promoviendo conductas desinhibidas, por lo que sería la desinhibición y no el
aumento de testosterona la que promovía el despertar del deseo sexual. Pero
la pregunta se hace evidente ¿Puede que
estas personas que creían que consumían cerveza con alcohol, tal sugestión les
provocara un aumento de la testosterona? Es decir al creer que consumían alcohol
se desinhibieron por efecto de la sugestión y pudiera que su organismo a la vez,
aumentara sus niveles de testosterona promoviendo un deseo sexual acrecentado.
Al fin y al cabo lo importante es
que algunas personas notan en su organismo un despertar de su deseo sexual
cuando consumen alcohol y esto podría explicarse de forma multicausal (como la
gran mayoría de acontecimientos que afectan al ser humano), siendo producto
tanto de la desinhibición como de los cambios en los niveles de testosterona.
Lo que sí parece más evidente
para los científicos y expertos es que tanto el consumo abusivo y/o prolongado
de alcohol conlleva riesgos para nuestra
sexualidad (en el caso de la aparición del deseo sexual se necesita una
ingesta leve o moderada, pues si la dosis es muy alta tal deseo se inhibe).
Una ingesta elevada de alcohol provoca una serie de inconvenientes en
el hombre:
·
Dificultades
en la erección, el pene puede quedar semi-erecto o completamente flácido.
·
Retraso en
la eyaculación, al hombre le cuesta eyacular, por lo que puede pasar mucho
tiempo intentándolo con un resultado ínfimo.
·
Sensación
de orgasmo anestesiada, puesto que las sensaciones placenteras que emanan
del cerebro se insensibilizan, dificultando así la sensación de placer.
A la mujer también le afecta del siguiente
modo:
·
Disminuye
la lubricación, la vagina no se lubrica adecuadamente.
·
Retraso
del orgasmo y menos intenso, como en el caso del hombre.
Y un consumo prolongado de alcohol puede afectar a nuestro organismo,
aunque en algunos casos de forma reversible.
Entre los problemas que causa
este consumo extendido de alcohol en el hombre son:
·
Disminución
de la testosterona, científicamente queda comprobado que el consumo del
alcohol prolongado afecta negativamente a la testosterona, provocando el efecto
contrario que cuando el consumo es leve, disminuye el deseo sexual y provoca feminización: disminución del tamaño de
los testículos y aumento de pecho. También puede provocar disfunción eréctil.
Y a las mujeres afecta del siguiente modo:
·
Cambios
en el ciclo menstrual y esterilidad.
Y el consumo de alcohol no afecta solo a la sexualidad sino
a las relaciones de pareja también.
Como hemos visto la ingesta de alcohol puede provocar mayores niveles de
agresividad, con lo que podemos ponernos violentos con nuestro ser amado.
Cuando estamos ebrios y nuestro control de impulsos ha caído,
podemos empezar a sacar todos los resentimientos, inseguridades, problemas
internos que llevamos, atacando a nuestra pareja y haciéndole mucho daño. El
peor momento para discutir cualquier cuestión es bajo los efectos del alcohol,
pues entre otras cosas, no podemos discernir racionalmente, digamos que es la vía
inferior de nuestro cerebro (la presidida por la amígdala y que controla el
miedo y la agresividad, entre otras emociones) la que gobierna nuestro estado,
somos viscerales, impulsivos, repetitivos hasta la médula y carecemos de empatía
y de sentido común, todo este coctel lo único que provoca es que la pareja
quede resentida, dolida y con la sensación de que no se conoce al otro, ni a la
relación. Toda pareja que discute bajo los efectos del alcohol corre el riesgo
de resentirse hasta el extremo de que ya nada vuelva a ser como antes y la
relación quede rota y vista para sentencia. Y el alcohol promueve la discusión en pareja, por lo que pareja y alcohol son dos elementos que no
funcionan a la hora de mantener una relación sana y equilibrada. Ya nos avisa
la campaña de publicidad de la FAD sobre los efectos nocivos del alcohol con
respecto a nuestras relaciones interpersonales[2].
Podéis ver el spot aquí:
Podéis ver el spot aquí:
[1]
Datos hallados en: http://www.elmundo.es/elmundosalud/2003/01/16/salud_personal/1042733691.html
[2]
Para consultar campaña: http://www.fad.es/Campanas?id_nodo=3&accion=1&campana=59
1 comentario:
Chatelainsacas información de El Mundo? ten cuidado, no vaya a resentir-se tu credibilidad
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