En
la actualidad y pese a los innegables y rápidos avances de nuestra sociedad
moderna, seguimos arrastrando el yugo del patriarcado.
Cuando hablamos de este concepto nos
referimos a la distribución desigual del poder entre mujeres y hombres que
provoca otra serie de contrariedades como las que llegan a afectar incluso al tipo de relaciones
amoroso-eróticas que deseamos mantener.
El
patriarcado impone un tipo de relación estándar y normalizado, para todo buen
ciudadano que se precie como tal, dejando el resto de relaciones marginadas,
atropelladas y rechazadas, puesto que no cumplen con los cánones que la
sociedad, religión y cultura marcan como deseables.
Y
entre los tipos de relaciones denostadas encontramos las denominadas relaciones abiertas. Podemos definir relación abierta al acuerdo que se
establece entre dos personas donde ambos
son libres para mantener otro tipo de encuentros, que suelen ser eróticos,
con otras personas, sin que esto provoque una escisión o problema en la
relación de origen. Podemos establecer diversos tipos de relaciones abiertas,
pues va a depender del contrato verbal (o incluso firmado, según las preferencias
de la pareja) que ambos estipulen, siendo los más corrientes:
- Mantener
relaciones eróticas esporádicas con personas diferentes, no siendo siempre con la
misma, para no correr el riesgo de que la relación se resienta a causa de
un nuevo enamoramiento.
- Mantener
relaciones eróticas sin ningún tipo de restricción, pues cada persona es libre
de decidir sobre su propia vida, somos libres de decidir si deseamos
abandonar una relación en cualquier momento.
- Mantener
relaciones eróticas y afectivas con otras personas, pudiendo originarse tríos
amorosos (tríos en el sentido afectivo y no sexual de la palabra, aunque también
puede dejarse espacio para esta circunstancia).
Las
relaciones abiertas se nutren de la libertad
máxima de elección por parte de ambas personas, puesto que esta sensación
de libertad es la que promueve que sigan queriendo permanecer juntas, no notan
el yugo del compromiso impuesto y se saben libres para volar hacia donde les apetezca
y esta sensación les devuelve las ganas de volver con su compañero, amándole, deseándolo
y respetando su libertad.
Pero
cuán difícil se torna decir a la sociedad que uno forma parte de una relación
abierta, pues al nombrar estas palabras, las caras de los oyentes se modifican hacía
gestos de incomprensión, rareza, estupefacción, con un insustancial talante
atónito, morando en sus pensamientos frases del tipo: “Ufff, yo no podría jamás formar parte de una relación abierta”,
ambientando el dialogo con preguntas del tipo: “¿y no te sientes celoso/a? ¿Pero os lo contáis todo después? Y las preguntas
se tornan evidentes ¿Por qué se nos hace tan difícil comprender que hay
personas que viven felices en este estado libre? ¿Por qué no podríamos formar
parte de una relación abierta?
Respetando
que cada cual elije un tipo de relación que vaya más con sus preferencias,
personalidad y tipo de apego, deberíamos plantearnos que hilos mueve el patriarcado
para hacernos tan difícil asumir este tipo de relaciones. Lo primero que
pensamos al oír “relación abierta” son las dificultades que creemos que emanan
de ella, dificultades que intuimos que antes o después acabarán con este tipo
de relación, como si las relaciones estándar no adolecieran de procesos
precarios, rupturas y malentendidos. Toda relación sea de la forma que sea,
conlleva unos riesgos, conflictos e irregularidades que con motivación y persistencia
pueden ser remediados, acomodados, entendidos y solucionados; ningún tipo de relación
está exento de problemas.
Por
otro lado hay demasiados ojos desconfiados, ya que lo diferente provoca miedo y
rechazo, y el patriarcado odia con gran firmeza, todo aquello que se aleja de
sus cánones, pues para este, mantener una familia nuclear de padre y madre basada
en el respetuoso matrimonio es lo ideal, ya que al firmar este acuerdo queda
sellado su amor eternamente, pero el ser humano se compone de cambios y
transformaciones y algunas personas que conocen sus necesidades saben que el
matrimonio para ellas es como un yugo acosador que no les deja respirar el aire
puro de la libertad.
Así
pues, todo tipo de relación es respetable,
desde el matrimonio hasta la relación abierta, siempre y cuando los participantes
se encuentren bien consigo mismos, sientan que siguen creciendo y que sus vidas
son plenas.
Al
patriarcado le conviene que no andemos jugando con los tipos de relaciones, prefiere
que nos cuestionemos toda relación que no sea la estándar, que la veamos con
prejuicios e ideas distorsionadas, que no deseemos formar parte de ellas, desea
que las mujeres sean sumisas y castas. Para el patriarcado no es asumible que
una mujer desee mantener relaciones con más de un hombre y que encima él lo
consienta, la mujer no ha de salirse de la línea recta de su pureza y devoción
hacia un solo hombre. Las relaciones abiertas enturbian la mente de los que
conviven en ellas, están desviados, son rechazables. El hombre que se precie
como tal debe mantener una familia donde su esposa se deba a él y a sus hijos,
con las relaciones abiertas la mujer pierde el sentido de la familia y se
pierde así misma. Y así hasta un sinfín de axiomas falaces que se han ido
insertando en nuestra piel y que roza nuestro ADN, menos mal que siempre hay
personas a las que les gusta romper las reglas del juego cuando ven que estas amordazan
a algunos de los jugadores.
1 comentario:
me encanto
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