Algunos sistemas políticos para
conseguir sus propósitos se aprovechan de un proceso inherente al ser humano, denominado: capacidad de adaptación.
Todo ser humano está equipado para
adaptarse a las adversidades, los cambios y las dificultades provenientes de su
entorno, ya sean impuestas conscientemente o debidas al azar y gracias a esta
capacidad podemos afrontar las vicisitudes con dócil optimismo. Algunos
políticos aprovechan esta capacidad de adaptación para aprobar leyes
desafortunadas e injustas, pues saben que en un principio la masa se revelará
con huelgas, carteles y silbidos, pero poco a poco con el silencio como
respuesta, todos nos adaptaremos, callaremos y nos acostumbraremos, saben que
esperar es la estrategia perfecta, ya que nuestro poder de adaptación se
impondrá tarde o temprano (el ser humano se acostumbra a lo injusto, buscando
en lo injusto algo de justicia o por simple y demoledora indefensión aprendida). Siempre quedaran reductos
de rebeldes que no cesaran en su empeño por cambiar lo injusto, pero se convertirán
en una minoría fácil de ningunear y criticar, pues nos harán ver que quedan lejos
de la corriente socializada.
El silencio y la espera es el arma para políticas que
no buscan el dialogo y el consenso.
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