En
gran medida la salud y bienestar del ser humano se basa en mantener una
autoestima equilibrada. Hay una gran variedad de definiciones sobre esta, pero
diversos autores parecen tener claro que la autoestima es una valoración
personal que puede ser positiva o negativa, de aceptación o rechazo, donde el
principio esencial de la sana autoestima es el de aceptarse a uno mismo
amparándose en otro
principio, el de realidad.Para el filósofo y psicólogo William James (1963) la autoestima es: “el valor de los sentimientos hacia uno mismo”.
Para
que la autoestima se desarrolle de manera adecuada hay que atender a dos aspectos
fundamentales:
Vinculación: mantenemos vínculos importantes con otras personas (estas personas son importantes para nosotros) y a la vez nos sentimos importantes dentro de estos vínculos (dichas personas nos hacen sentir importantes).
Singularidad: nos sentimos especiales por ciertas características que poseemos, que nos hacen diferentes y únicos, siendo abalado por la aprobación de los demás, pues estas cualidades son visibles para ellos.
Vinculación: mantenemos vínculos importantes con otras personas (estas personas son importantes para nosotros) y a la vez nos sentimos importantes dentro de estos vínculos (dichas personas nos hacen sentir importantes).
Singularidad: nos sentimos especiales por ciertas características que poseemos, que nos hacen diferentes y únicos, siendo abalado por la aprobación de los demás, pues estas cualidades son visibles para ellos.
¿De
qué se compone la autoestima?
Parece
que la autoestima se nutre de la suma de otras sub-autoestimas, es decir
poseemos apartados de la vida donde cada uno lo valoramos positiva o
negativamente (relaciones interpersonales, trabajo, familia, etc.). Podemos
tener una alta autoestima familiar si somos considerados buenos hijos y a la
vez una baja autoestima en nuestras relaciones de pareja si nos consideramos un
desastre como novio/as y la suma de todas estas sub-autoestimas dan como
resultado una valoración final en nuestra autoestima
general o global.
Por
ello ¿podemos hablar de la existencia de una autoestima sexual? ¿De qué se
nutre o sustenta esta? Si apoyamos la propuesta de las diversas
sub-autoestimas, podríamos decir que en el terreno de la sexualidad también el
ser humano posee una autovaloración positiva o negativa de su sexualidad,
basada o sustentada en las diversas experiencias de vida relacionadas con esta,
de las creencias y valores que hemos aprendido a través de la educación de
nuestros padres y sistema educativo, de lo que aprendemos a través de la
educación informal (amigos, compañeros de trabajo, internet) junto con lo que
opinamos de nuestro cuerpo. La suma de todas estas variables nos conducirán a
unos valores, pensamientos y conductas concretas a cerca de la sexualidad en
general y de nuestra sexualidad en particular.
Por
todo ello podemos definir autoestima
sexual como la valoración positiva o
negativa, de aceptación o rechazo de nuestro cuerpo, desempeño sexual e
intimidad, basándonos en el aprendizaje de valores y creencias y experiencias
previas vividas, desde una perspectiva subjetiva.
Así
pues podemos tener una autoestima sexual positiva y aceptada o negativa y
rechazada. Para la psicóloga Silvia
Russek poseemos una autoestima sexual negativa cuando[1]:
- Rechazamos nuestro cuerpo y/o nuestros genitales.
- Calificamos negativamente nuestro desempeño sexual.
- No nos atrevemos a probar nuevas conductas o lo hacemos a pesar de nuestro disgusto.
- Nos cuesta trabajo hablar claramente sobre lo que nos gusta y lo que nos disgusta, lo que queremos hacer y lo que no queremos.
- Nos preocupa tanto tener un buen desempeño sexual, que podemos tener algunos problemas como la falta de deseo, de orgasmo, problemas de erección, en los hombres, etc. e incluso puede llevarnos a evitar las relaciones sexuales.
- Podemos tenerle miedo a la intimidad.
- Interpretamos negativamente
o como rechazo, cualquier comentario de nuestra pareja.
Todas
estas circunstancias van a dificultar que vivamos una sexualidad sana,
equilibrada y beneficiosa para nuestra salud emocional, por lo que debemos
cuidar este aspecto tan importante de nuestra singularidad humana, pues si
somos felices en el ámbito sexual, repercutirá en nuestra autoestima sexual y
por ende redundará a favor de una mejor
autoestima global, por lo que mantendremos una vida más saludable y feliz.
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