miércoles, 5 de noviembre de 2014

¿Qué es la sexología positiva? Hacia una sexualidad global y placentera.

El termino sexología alude a la ciencia que estudia la sexualidad humana de forma sistemática, abarcando amplias cuestiones como erotismo, enamoramiento y amor entre otras manifestaciones humanas. Es una ciencia en auge que comparada con otras grandes ciencias es una recién nacida que comienza a entenderse así misma[1].
Autores y autoras relevantes para la sexología a lo largo de su  historia han sido: Sigmund Freud, Alfred Kinsey, William Masters y Virginia Johnson y Helen Kaplan.

¿Y por qué hablamos de una sexología positiva?

Desde la psicología nace, en la década de los 90 del pasado siglo, una corriente que postula que, hasta entonces, la psicología había contemplado al ser humano desde la patología y los déficit y que eran nuevos tiempos como para avanzar un poco más y centrase en otros aspectos más “positivos” del ser humano, por lo que cierto grupo de expertos deciden centrar su atención y  estudiar con detenimiento las capacidades, fortalezas, competencias y funcionamiento optimo de las personas. Uno de los grandes autores de la psicología positiva es Martin Seligman (1942) y para él la psicología positiva es: “un término sombrilla para el estudio de las emociones positivas, los rasgos de carácter positivos y el mejoramiento de las instituciones[2]”.

A esta “ciencia” se le critican tres aspectos básicos por los que en teoría no debería ser reconocida como tal, de manera muy concisa las críticas son las siguientes:

  • Utiliza expresiones y términos coloquiales, haciéndolos pasar por términos técnicos, estos conceptos no son un objeto material de estudio (no posee un lenguaje técnico apropiado).
  • No tiene constructos teóricos propios pues estos emanan de la psicología “tradicional” o como ellos la denominan de la psicología negativa.
  • No tienen técnicas ni herramientas propias y las herramientas que utilizan aun no se ha comprobado científicamente su eficacia a la hora de tratar a los pacientes.
En la actualidad hay una seria discusión sobre estos planteamientos con la gran incógnita de considerar a la psicología positiva como una ciencia válida. Una guerra que promete dar mucho de qué hablar.

¿Entonces por qué unir a la sexología el adjetivo de positiva?

La razón básica es por el trato que se le ha dado a la sexualidad durante siglos, un trato que la ha llevado al ostracismo, al mito, a los tabúes y se la ha secuestrado de su valor positivo. Hoy entendemos la sexualidad como una fuente de bienestar y placer del ser humano, una parte más de la personalidad, un espacio inherente a la humanidad por el hecho de ser sexuada. Como ejemplo podemos indicar el trato que desde siglos atrás se le han dado a ciertas peculiaridades sexuales pues en un principio se les dominaron con el peyorativo nombre de perversiones sexuales, pero el tiempo y las nuevas conciencias han ido borrando esta negatividad sobre el hecho sexual, y en la actualidad el término perversión ha sido borrado y cambiado por el de peculiaridades sexuales, más acorde con la diversidad y la visión positiva de la sexualidad[3].

La idea básica no es crear de la nada una nueva corriente científica denominada sexología positiva como un esqueje superfluo, bastante tenemos con que la sexología en si misma pueda concebirse como disciplina única e independiente, más bien siguiendo los postulados de Goldiamond (1974), donde focaliza en una de sus premisas el prestar atención a los aspectos positivos del desarrollo de las personas, consideramos que la sexología debe atender a lo positivo y constructivo del ser humano, alejándonos del modelo puramente médico donde la atención se centra en el diagnóstico de un problema o de conductas “anormales” a combatir.

La sexología positiva estudia la sexualidad humana de forma integral y alude a la necesidad de alcanzar una sexualidad positiva y placentera. Por otro lado lucha contra las ideas y visiones nocivas que ha dejado el patriarcado sobre la sexualidad, lucha contra la desigualdad, el sexismo, y la visión reduccionista de las relaciones eróticas, abocadas a la mera penetración (coitocentrismo), a la mera búsqueda del orgasmo como objetivo inicial y final (orgasmocentrismo), a la preponderancia del pene como objeto de placer por excelencia (Falocentrismo) y a ver las relaciones heterosexuales como las “normales” y válidas (heterocentrismo). Una lucha que tiene como bandera a la educación sexual, pues ella marca el camino que nos aleja del oscurantismo y nos acerca al bienestar y desarrollo integro del ser humano.

Aun queda mucho camino por recorrer, muchos mitos y tabúes que eliminar, hemos de dar paso a una educación sexual que de permiso a la gente para conocerse mejor y quererse más. Por ello, de momento,  no es baladí unir al sustantivo sexología el adjetivo positiva, para recordarnos el camino a seguir; tarde o temprano decir sexología/sexualidad positiva será burdamente redundante, pues todos podremos entenderla desde el bienestar y la búsqueda de felicidad, pero hasta que ese día llegue, podemos mantener este adjetivo que nos marca el rumbo hacia dónde dirigirnos. 



[1] Para gran parte de la comunidad científica la sexología aun no se entiende como disciplina científica, en gran medida por el escaso kilometraje que lleva, pero estamos en ello.
[2] Datos hallados en: Piña López, J.A (2014). La Psicología Positiva: ¿ciencia y práctica de la psicología? Papeles del Psicólogo. La psicología del trabajo y las organizaciones en tiempos de crisis económica (2ª parte). Vol. 35 (2), pp.144-158.
[3] Para saber más sobre este tema acudir a: http://jalomanda.blogspot.com.es/2014/10/de-las-perversiones-las-peculiaridades.html

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