miércoles, 22 de octubre de 2014

De las perversiones a las peculiaridades sexuales/eróticas. La evolución de las parafilias.

En primer lugar, vamos a delimitar que entendemos por perversiones sexuales, por parafilias y por último por peculiaridades sexuales:

  • Perversión sexual: comportamiento caracterizado por fantasías y/o acciones no consideradas como naturales, osadas y extrañas, encaminadas a obtener placer erótico. Conductas sexuales que dentro de determinada época social no eran consideradas como normales pues no estaban dentro de las buenas costumbres. Se consideraban perversiones: la homosexualidad, transexualidad, el exhibicionismo, incluso el sexo oral, la penetración anal y la masturbación. La sexualidad estaba enfocada a la reproducción.
  • Parafilias: comportamiento y/o ideación  erótica donde la finalidad de la sexualidad no se centra en la cópula (penetración puramente dicha), sino en otras acciones que la acompañan. Según el DMS-IV para que una parafilia se considere perjudicial para el individuo tiene que estar presente, al menos, este criterio:
a)      Las fantasías, los impulsos sexuales o los comportamientos provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto[1]
.
·         Peculiaridades sexuales/eróticas: característica de toda persona por el mero hecho de ser sexuada. Tienen un valor positivo y se caracteriza por el término: diversidad. Este alude al carácter amplio de la imaginación, fantasías y comportamientos  por los que el ser humano manifiesta su erotismo y las diversas formas de vinculación.

Como puede comprobarse al analizar las diversas definiciones, el criterio básico podríamos situarlo en la adecuación o inadecuación de dichos pensamientos y comportamientos. Y este criterio viene reflejado por otro igual de importante, pues explica la evolución de la sexualidad al menos en occidente: época histórica.

En la época de la moral Victoriana (1851-1901) y con las teorías psicoanalíticas como bandera (Sigmund Freud (1856-1939)) las manifestaciones sexuales que se salían de lo cotidiano o de lo que marcaba dicha moral se consideraban como perversiones sexuales. Estas tenían un carácter patológico y degenerativo, donde a mayor alejamiento de la norma y moral, mayor grado de  patología. Por lo que la sexualidad poseía una losa juiciosa de negatividad y todo lo peculiar se consideraba negativo para el individuo y por ende para toda la sociedad. No importaba si realmente estos pensamientos o comportamientos eran o no dañinos en sí mismos, como aclarará después el término parafilia, sino que lo que imperaba era el decoro moral de la época (está bien visto o está mal visto).

Como podemos imaginar con el paso del tiempo este término quedaba obsoleto, por lo que se recurrió a un vocablo nuevo: parafilia. Según Wikipedia[2]:

“En 1987 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (American Psychiatric Association) eliminó el término «perversión» del DSM y de la terminología psiquiátrica mundial. De ahora en más se trata de «parafilias»”.

El término parafilia copó, entonces, el escalafón más alto para designar todas las ideaciones y comportamientos sexuales que iban más allá de la cópula o diferían de esta, con el requisito indispensable de que todas estas ideaciones y comportamientos para ser considerados parafílicos han de ser perjudiciales para el individuo, es decir atañe a su integridad física y psicológica, como se puede apreciar en el criterio anteriormente mencionado.

Pero poco a poco la palabra parafilia fue tiñéndose de negatividad, comenzando a considerarse como peyorativa, pues se vinculaba a una concepción negativa y patologizante de la sexualidad. Por lo que desde la sexualidad positiva se empezó a acuñar otro término que se ajustaba más a la realidad actual: peculiaridades eróticas.

Esta concepción es más amplia y recoge a toda ideación o comportamiento erótico como fruto de la sexualidad inherente al ser humano, sin patologizar, ni negativizar. Sin pecar de pueriles y confiados, el término peculiaridad erótica también recoge la existencia de que todo comportamiento puede convertirse en inadecuado, conllevando riesgos, pero separa la sexualidad del riesgo, alejándola de la relación constante que en el pasado había entre uno y otro vocablo.

Desde esta concepción no se habla de normalidad o anormalidad, sino de diversidad, de la gran cantidad de manifestaciones que cada individuo puede mostrar a la hora de erotizarse.

Y toda manifestación de diversidad sexual es saludable, siempre que se parta del respeto (incluye todo comportamiento que no daña el físico, ni lo puramente psicológico: respeto al cuerpo y la mente) y la tolerancia hacia uno mismo y hacia el otro.

La sexualidad en la actualidad quiere prescindir de los tabúes y del manto de negatividad  del que ha sido envuelta durante tantos siglos y por ello necesita de términos más precisos que alejen esta negatividad reduccionista y que engloben en cambio, una visión más real, positiva, saludable y beneficiosa.


[1] Datos hallados en: http://www.psygnos.net/biblioteca/DSM/Dsmparafil.htm
[2] Datos hallados en: http://es.wikipedia.org/wiki/Parafilia

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