miércoles, 3 de diciembre de 2014

Perdiendo la virginidad: ¿Sin penetración no hay sexo? Relaciones eróticas.

Antes o después, a lo largo de tu vida tendrás que responder a una clásica pregunta que se hacen los seres humanos cuando “hablan de sexo”: ¿a qué edad perdiste la virginidad? Esta pregunta que a priori parece de respuesta sencilla desde el punto de vista de las relaciones sexuales, puede no tener una sola respuesta desde la visión de las relaciones eróticas. Me explicaré.


La sexualidad humana va más allá de la mera genitalidad, todo nuestro cuerpo es sexuado y está preparado para albergar y producir placer. El sexo es la manifestación de nuestros órganos genitales, siendo la parte que compartimos con el resto de la mayoría de especies animales. La sexualidad es un elemento puramente humano, forma parte de nuestro ser, nos abraza y conforma, somos parte de ella y ella es parte de nosotros, es indivisible. No hay un solo tipo de sexualidad como no hay un solo tipo de persona, cada uno de nosotros, vive, siente, disfruta, y piensa en sexualidad de forma diferente, por ello hablamos de sexualidades, para denotar esta necesaria e inevitable diversidad humana y sexual.

La erótica es la manifestación de  cómo vivimos nuestra sexualidad, como la llevamos a la práctica, como nos deslizamos por ella, nuestras conductas, afectos y vivencias. Abarca todo el amplio mapa erótico que envuelve nuestro cuerpo, se aposenta en cada neurona del sistema nervioso central, por ello lo que mantenemos con nosotros mismos o con la persona a la que damos permiso para acercarse, no son relaciones sexuales, sino autoerótica o relaciones eróticas, respectivamente.

El término relación sexual queda obsoleto en el momento que identificamos esta como paradigma de la penetración, lo que comúnmente se conoce como coito. Pero nuestra sexualidad al ser tan amplia demanda a parte de la penetración, otras manifestaciones, igual o más placenteras. Reducir la sexualidad a penetración es mutilar parte de nuestro ser en pro de un solo objetivo, la búsqueda insaciable del orgasmo. Pero el umbral orgásmico puede alcanzarse de muy diversas maneras, desde el roce sutil hasta el apretón ardiente. Caemos en el error de reducir a la mínima expresión todo nuestro potencial erótico, estamos cercenando nuestra capacidad para sentir desde el amplio espectro de posibilidades, por ello el término relación sexual no es más que la desviación arcaica de la simpleza erótica.

Dejamos de ser vírgenes, no cuando hemos o nos han penetrado, no solo hay una virginidad, pues esta también la perdemos ante el primer beso erótico, las primeras caricias sensuales, los primeros juegos genitales, las primeras masturbaciones, perdemos muchas virginidades, la penetración solo es una más, por lo que a la pregunta de “¿a qué edad perdiste la virginidad?” deberíamos responder con otra pregunta “¿a cuál de todas ellas te refieres?”, pues la respuesta variará según  lo que se desea saber: a qué edad se produjo la primera penetración o a qué edad mantuviste tus primeros juegos masturbatorios, etc.


Tenemos tan anclado en nuestro rol sexual, que lo importante es la penetración, que basamos conceptos como virginidad en este patrón de movimientos rítmicos, olvidando que también somos vírgenes en muchos aspectos eróticos. Sin penetración hay sexualidad, sin penetración podemos perder muchas “virginidades”, sin penetración podemos obtener placer e incluso llegar al orgasmo.

Desde la sexología defendemos el uso del término relación erótica pues hacemos alusión al gran abanico de posibilidades que tenemos ante nosotros, desterrando el mito de la suprema importancia de la penetración, por ello hemos desplazado al olvido el concepto de relación sexual, ya que este ha quedado obsoleto,  primitivo y reduccionista. La penetración es algo maravilloso, pero no ha de ser el único patrón de comportamiento si lo que queremos es gozar de todas las posibilidades que nos brindan nuestro cuerpo y mente. Puedes permitirte disfrutar de todo tu ser. 

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