
El hombre, ese ser al que le tocó defender
su origen masculino, su virilidad, su porte, su saber estar, ese hombre se
encuentra hoy más perdido que nunca. No
hay referentes, ha de basarse en lo que conoce de sus antepasados y esas
lecciones han quedado obsoletas, caducas y rancias.
Están desorientados, confusos,
pues por fin pueden demostrar sus sentimientos, sus inseguridades, sus
contratiempos, pero han de seguir mostrándose fuertes, decididos, seguros,
ahora sienten que dan un paso hacia delante en el progreso, pero que este se
tambalea pues no hay referentes, ni pilares que indiquen que van por buen
camino.

Tantos años de
patriarcado han dejado su huella
profunda, en la rigidez masculina. Todo estaba claro, era sencillo, podían con
su rol, eran los que traían el dinero a casa, los que gestionaban las
decisiones, los que pedían sexo, los super machos hipersexuales. Hoy ya no se
les pide nada de eso (aunque lo de hipersexuales sigue vigente), a estos
supermachos se les compara ahora como a algún tipo de homínido pasado de moda
¿Y qué se les pide? Que sean más flexibles, que sepan ser empáticos, que
comprendan a los demás, que muestren sus emociones, que expresen sus
inseguridades, pero sin pasarse. Pues algunas mujeres aseguran que lo que más
les puede hacer descender su deseo sexual es estar ante un hombre quejica,
lleno de inseguridades. Y no sabemos manejarnos. Algunos colectivos masculinos
ya empiezan a reivindicar que no son tan hipersexuales como se les han tachado
durante generaciones, asegurando que piensan en sexo incluso menos que ellas, y
por las reminiscencias ideológicas sociales, esto les causa problemas de
identidad, de ansiedad, piensan que no van a poder complacer a sus esposas,
amantes y parejas, padeciendo de
eyaculación
precoz o retardada, por un control excesivo de lo que están haciendo para
agradarlas en vez de relajarse y dejarse abandonar de forma
“egoístamente funcional”. Hemos pasado
del “
no me importa si mi mujer siente
placer” al excesivo empeño de la virilidad masculina por hacer gozar a la pareja
sin pensar en nosotros mismos. Posiblemente las generaciones futuras alcancen
ese equilibrio del que carecemos, pues esto aun nos viene grande.
No es la primera vez que escucho
de la boca de una mujer que qué nos pasa ahora a los hombres que andamos como
perdidos, y es cierto, nos hemos perdido a nosotros mismos. La gran mayoría sabemos
que el cambio era necesario, el progreso nos indica que debemos modificar
nuestras conductas obsoletas, siempre para mejor, pero pedimos paciencia. Aun
no sabemos cuándo debemos reír y cuándo llorar, cuándo podemos hablar de nuestros
sentimientos e inseguridades y cuándo mostrarnos fuertes. Hablamos cuando nos
toca callar, nos sentimos indefensos, inseguros, con quejas existenciales y no
sabemos a quién contárselo.
Lo único cierto es que el hombre
moderno es un bebé recién nacido y que las mujeres actuales no van a poder
disfrutar de este nuevo ser en perfecto equilibrio, eso ya lo probarán las
hijas de sus hijas, cuando el hombre integre de una vez por todas, sus facetas
propiamente masculinas con las femeninas (roles marcados por la sociedad como
masculinos-femeninos), en un compendio equilibrado de madurez y sexapil inigualable,
pero eso es el futuro, mientras, sigan ayudándonos, que falta nos hace.
2 comentarios:
Bajo mi opinión, considero que en según que temas, al hombre se le ha exigido mucho y en otros temas muy poco. Y qué ocurre ahora? Que la balanza social tiende hacía el otro extremo, no nos interesa el dinero, o la posición social,(Aunque siempre sea atractivo)Nos interesa un cuerpo y una mente madura, que sea capaz de saber lo que quiere.
Los jóvenes" de hoy en día solo se preocupan de su cuerpo y no de su mente, sin darse cuenta de que a una mujer, se la conquista (exceptuando pequeños "Mujeres hombres y viceversa", claro) primero por la mentalidad, las ideas y luego ya viene el cuerpo, (Dado que siempre es de buen gusto un cuerpo coherente) Hay que aprender a intercalar caricias con bofetadas, poesía con blasfemias.
Pero si, a los jóvenes les queda un largo camino por delante. Aunque sin nadie que lleve el timón, mis nietas lo tendrán complicado.
Buen texto. Un saludo.
Qué buen delirio!! Es cierto que ahora se empieza a escuchar de los hombres "no me apetece". Se os ha inculcado que "tenéis que cumplir", porque sois hombres y, hoy en día, con un hombre más sensibilizado que el de hace años, pues os pasa lo que siempre le ha pasado a la mujer: que no siempre apetece. Y el hombre vive con más ansiedad una impotencia que una mujer su anorgasmia, como si las disyunciones sexuales solo estuviesen permitidas en la mujer y en el caso de los hombres fuese una vergüenza. Detrás de esto hay muchos valores culturales… Pero te diré una cosa: la mujer también se encuentra perdida. Buscando la igualdad de sexos, ha querido ser como el hombre, y ahora ambos roles están mezclados, ni yo los tengo claros. No hemos sabido hacerlo de otra manera. De todas formas, creo que estamos en una etapa de transición y, como tu dices, estoy segura de que las hijas de mis hijas verán el equilibrio. Bueno, eso si no se siguen cargando los sistemas de educación...
Publicar un comentario