La seducción es el arma que
el ser humano ha utilizado a lo largo de su periplo evolutivo para atraerse
mutuamente.
La historia nos muestra una
serie de personajes masculinos y femeninos que han dado rienda suelta a su
poder de seducción, desde el famoso Casanova,
nombrado como el héroe absoluto de la historia libertina, donde en sus Memorias menciona a 122 mujeres con las
que habría mantenido relaciones eróticas, pasando por una serie de cortesanas
europeas que seducían y mantenían contactos amorosos con diversidad de amantes
como María Bolena (1499-1543) que
mantuvo una gran cantidad de relaciones amorosas, Lola Montes (1818-1861) que tuvo por amantes a la mayoría de
coronados de su tiempo, la cortesana Ninon
de Lenclos
(1616-1705) que conquistó cerca de 5000 amantes, hasta el mismísimo Don Juan, el gran seductor español que
atrapaba bajo sus encantos a cientos de mujeres.
Así pues gran parte de la
historia de la humanidad ha enfocado la seducción como un mecanismo previo a la
relación puramente sexual. Casanova
seducía para conseguir introducirse en el lecho de sus damas conquistadas, por
lo que la seducción ha estado enfocada a la sexualidad como objetivo final.
Hoy día podemos entender la
seducción de manera más amplia, como un encuentro deseado entre dos personas
que quieren conocerse mejor, entenderse y fusionarse en un terreno más extenso
que el puramente sexual, por lo que la sexualidad puede ser necesaria pero no
suficiente. Aunque está claro que la seducción también puede llevarse a cabo
para mantener un contacto sexual sin mayores pretensiones, cortejar para el
acto sexual, pero como decimos, la seducción puede ampliar sus objetivos, enriqueciéndose
del contacto emocional, cognitivo y erótico.
Y todo buen seductor/a ha de
tener en mente una serie de conductas y estrategias para llevar a cabo su
cometido seductivo, estrategias con las que podrá encandilar con eficacia y
eficiencia.
A continuación expongo las trece
conductas y estrategias que podemos llevar a cabo para iniciar contactos
atrayentes y seductores positivos. Veamos las estrategias y comportamientos más
comunes de los seductores/as eficaces:
© El seductor/a se convierte en la imagen
idealizada que el otro anhela. El seductor intentará
aparentar ser como al seducido le gustaría ser, como afirma Vallejo-Nágera:
“Los seductores poseen lo que nos falta,
ostentan cualidades que nutren nuestro lado psicológico más carente”.
© Juega al acercamiento-alejamiento. El
seductor se hace tangible, cercano, tocable, deseable, pero poco después se
aleja, huye, se esconde, creando confusión y la necesidad de ser buscado. Juega
constantemente con el sentimiento de posesión y pérdida.
© El seductor/a observa, comprende y
empatiza con el seducido. Imita gestos, escucha activamente con
el fin de generar máxima confianza,
creando un ambiente de sintonía mutua. El seducido tiene la sensación de
conocer de toda la vida al seductor (aunque apenas hayan pasado unas horas
desde el primer encuentro), sin saber bien cómo ni por qué, puede abrirse a él
de forma espontánea, producto de la sintonía que provoca la empatía y la
imitación de los gestos (isopraxis).
© El seductor/a no muestra interés
explicito en el seducido. Como afirma la misma autora
anteriormente citada: “bajo ningún
concepto el destinatario debe sospechar que está siendo intencionadamente seducido”.
Sino que debe creer que está bajo los efectos de cierto magnetismo
incontrolado carente de propósitos explícitos.
© El seductor/a muestra interés. Pronuncia
el nombre del seducido para llamar su atención, muestra su interés y expresa
que entiende los entresijos mentales del otro, da muestra de que no es un
enemigo, provee de placer al seducido, aporta seguridad, autoestima y
diversión, se convierte en un ser imprescindible de enorme valor.
© Juega a conectarse y desconectarse del
otro.
Como dice Vallejo-Nágera: “alterna momentos de sintonía total con
otros de frialdad, inyectando en el destinatario el pánico a la pérdida y, con
ello, garantizando su apego psicológico”.
© Un
buen seductor/a debe tener en cuenta dos cuestiones: conocerse lo mejor posible así mismo para sacar el máximo partido a
sus fortalezas y conocer a la persona
que va a seducir, sus carencias y sistemas de defensa.
© Mantiene una autoestima equilibrada. No
peca de soberbio, ni de vanidoso, no muestra una autoestima demasiado elevada
que pueda apabullar al otro, pero tampoco se muestra débil e inseguro. Enseña
con su comunicación no verbal que está tranquilo y confiado, las derrotas y los
desplantes no desquebrajan su autoestima, sabe que a veces uno consigue
sincronicidad y otras veces no se alcanza, por ello las pequeñas derrotas las
vive como nuevas experiencias de las que aprender.
© Respeta su propia independencia. La
seducción no es la única afición que ocupa todo el tiempo del seductor, hace
otras cosas, llena de valor su vida, sabe que puede vivir solo, sigue
desarrollándose como persona. Y al desarrollarse como persona puede mostrar aun
más valor y parecer una persona más interesante a la hora de mantener
conversaciones seductoras.
© El seductor/a baraja diversas
estrategias. No utiliza una sola estrategia de seducción,
baraja, prueba y se expone con nuevas formas de atraer. Cambia de look, de
ambiente, etc.
© Saca partido a su atractivo. Somos
seres que nos gusta fijarnos en el atractivo de los demás, por lo que debemos
cuidar nuestro look y proyectar una imagen adecuada a las personas que deseamos
seducir. No importa tener unos kilos demás si sabemos conjuntar y mostrar
nuestras fortalezas tanto físicas como intelectuales, destacando nuestros
mejores rasgos, eligiendo la ropa que mejor nos sienta, incluso con la que nos
sintamos más cómodos y seguros con nosotros mismos.
© El seductor/a se muestra cercano y
receptivo. Para seducir se necesita estar mental y físicamente
abierto, con una comunicación no verbal que induzca al acercamiento, nada de
brazos y piernas cruzados, ni barreras (como coger la copa y ponerla delante de
nuestro cuerpo), sonrisa sincera y brazos abiertos que manifiesten nuestras
ganas de conocer a los demás y que no muestre que somos agresivos, prepotentes
o inseguros.
© El seductor/a honesto consigo mismo
elige bien y no hace daño a los demás. El buen seductor no seduce
a lo loco, pues sabe que solo está bien y que la finalidad de la seducción es
el encuentro con alguien que también desea seducir y ser seducido, anhela un
encuentro valioso, justo y placentero, lejos de la vanidad del ego, la
hipocresía y la falta de sinceridad. El buen seductor no desea dañar a los
demás, no quiere vanagloriarse de sus conquistas, no conquista por el mero
hecho de conquistar y subir su autoestima a costa de los sentimientos de los
demás.
A grandes rasgos estas son
las estrategias y comportamientos generales que todo buen seductor/a utiliza
cuando mantiene contactos con las personas de su interés. Utilícelas de forma
sana, placentera y provocativa, en sus manos queda.