Delirios sobre el amor,el enamoramiento, la sexualidad, las relaciones interpersonales, los celos, el equilibrio, las emociones, el deseo, el humor, la imaginación y la conducta humana.
sábado, 3 de diciembre de 2022
NO FRIEND ZONE
sábado, 5 de noviembre de 2022
Breve reseña del libro: Liberalismo, nacionalismo, socialismo, feminismo de Allones
jueves, 3 de noviembre de 2022
Breve reseña del libro: La realidad en crisis de Markus Gabriel
martes, 1 de noviembre de 2022
Breve reseña del libro: Medios, recursos didácticos y tecnología educativa de Vázquez
Breve reseña del libro: El postmodernismo revisado de Jameson
Hoy traigo este libro. Jameson ofrece una teoría de la posmodernidad. Posmodernidad como cambio cultural sistémico: la tercera fase del capitalismo.
jueves, 27 de octubre de 2022
Breve reseña del libro: Profesorado, cultura y postmodernidad de Hargreaves
Breve reseña del libro: La posmodernidad de Lyotard
miércoles, 26 de octubre de 2022
Breve reseña del libro: La revolución transhumanista de Luc Ferry
Breve reseña del libro: Ortodoxia de Chesterton
sábado, 22 de octubre de 2022
Breve reseña del libro: La suerte moral de Nagel y Williams
Breve reseña del libro: La criminalización del pensamiento de Roitman
martes, 22 de febrero de 2022
¿Cómo combatir la posmodernidad? Realismo Ilustrado: el freno necesario pero no suficiente ante la barbarie posmoderna
Si aceptamos la máxima “el conocimiento nos hará libres”, tres tipos de opresión ahogan esta adquisición de conocimiento y por ende de libertad: la opresión relativista, la opresión neoliberal y la opresión populista. Cada una de ellas está engarzada a un tipo de poder: el poder ideológico-cultural, el poder económico y el poder político, respectivamente. Estos tres tipos de opresiones son reduccionistas ya que conciben la visión del ser humano tan solo desde una parte del prisma. Y no son solo reduccionistas sino utilitaristas y deontológicamente equivocadas. En ellas lo útil o consecuencialista está por encima de lo verdadero o deontológico. Por ejemplo, una máxima del populismo es que el fin justifica los medios. Si tenemos que engañar a la población suscitando emociones para que nos voten, hemos de llevarlo a cabo pues realizamos esta acción por un bien superior: nuestra forma más pura de gobernar; mejor que la del rival. El neoliberalismo es utilitarista. Aboga por la maximización de lo bueno que en este caso es producir y consumir ya que, desde esta perspectiva, es lo que produce riqueza, aunque no se tengan en cuenta otras circunstancias como la destrucción del planeta. El construccionismo social es consecuencialista. Si la biología nos lleva a un modelo más cruel, por ejemplo entre hombres y mujeres, entonces hay que abolir lo biológico, aunque algunas premisas biologicistas puedan estar amparadas por la ciencia. Las consecuencias supuestamente funestas de asumir algunas conclusiones biologicistas están por encima de que estas puedan tener criterio de verdaderas. Se prefiere exterminar una conclusión verdadera si tiene consecuencias negativas para la humanidad (cuando esta supuesta consecuencia negativa pueda ser subjetiva o puramente ideológica). En definitiva, las consecuencias son más importantes que la propia verdad.
La relación de la libertad con el poder puede interpretarse como directa. Como afirmaba Nietzsche: “Se desea la libertad mientras no se tiene aún el poder”. Quien ostenta el poder es quien puede sentirse libre. Siguiendo a Bobbio el poder se manifiesta a través de tres medio: el de las ideas, el de la posesión de la riqueza y el de la posesión de la fuerza. Cada una de estos tres medios de poder se relacionan con tres sistemas, así tenemos:
· El poder de las ideas: la ideología instaurada como sistema cultural.
· El poder de la riqueza: basado en la economía y el sistema económico.
· El poder de la fuerza: este es el sistema político.
Por ello quien acapara estos tres medios de poder es quien posee la hegemonía.
Veamos qué relación tiene cada uno de estos poderes con la posmodernidad. Entendida esta como el pensamiento o poder hegemónico de la actualidad.
El actual sistema cultural se basa en la ideología relativista, constructivista y construccionista. Donde la verdad es relativa y el conocimiento es construido. No hay universales, ya que todo depende del pensamiento individual de cada cual. Algunos afirman que todo es lenguaje, que todo es cultural y construido, por lo que cada región o cultura interpreta la realidad a su manera, nadie está en lo cierto por lo que nadie está equivocado.
El actual sistema económico se centra en la visión neoliberal. Toda acción humana pasa por lo económico. El ser humano es visto desde el modelo de comportamiento denominado como homo economicus. Vivimos para producir y consumir, esto genera prosperidad y bienestar. Los mercados se autorregulan solos y el Estado tiene que velar activamente por abrir el mercado a todos los sectores en nombre de la libertad económica e intervenir lo menos posible. Es activo en cuento a vigilancia para que se cumpla el ideal económico y pasivo ante la autorregulación del mercado.
Por último, el sistema político actual centra su interés en el populismo. El uso de las emociones para motivar al electorado. Estas emociones pueden ir desde la indignación, la rabia, el miedo hasta generar sentimientos de inseguridad (los inmigrantes vienen a quitarnos el trabajo y son peligrosos). No es tan importante pensar como sentir.
¿Cuál es nuestra hipótesis de trabajo? La hipótesis de partida es que la posmodernidad en la que vivimos es producto de estos tres poderes: el relativismo amparado en el constructivismo y construccionismo social, el neoliberalismo económico y el populismo político. Dichos ingredientes son los que conforman el pastel posmoderno. Combatir la posmodernidad es intentar arrebatarle el trono a estos tres medios de poder. Como podemos observar tanto las ideas de cierta izquierda política que se amparan en el relativismo, el constructivismo y el construccionismo social para explicar y describir al ser humano, como las ideas de la derecha política a favor del modelo neoliberal y del populismo que tanto la izquierda como la derecha están utilizando para atraer votantes, es lo que está en tela de juicio. Son pues, tanto ciertas ideas de un sector izquierdista como de gran parte de la derecha lo que fomenta el auge y amparo del pensamiento posmoderno actual. El poder cultural lo ha ido ganando la izquierda a través de inculcar ideas relativistas y construccionistas sociales. El poder económico lo lidera el ala derecha con la penetración del neoliberalismo en todos los aspectos de la vida humana y el populismo que es alentado por ambas posiciones.
Ya la Ilustración procuró la liberación de la sociedad de las manos del poder cultural sacerdotal y religioso, del poder económico feudal y del poder político principesco. Nos alejó de la oscuridad para entrar en la luz de la razón, a través del combate de estos tres medios de poder. En la actualidad la nueva oscuridad se reencarna en esta visión de la vida relativista, amparada en las emociones, la subjetividad y la individualidad competitiva. De la ilustración, volvimos al oscurantismo posmoderno y es ahora cundo hemos de protegernos a través de una nueva Ilustración amparada en el realismo: un nuevo realismo ilustrado. De la lucha contra la cultura religiosa que llevó a cabo la Ilustración, pasamos a la lucha contra la cultura relativista del nuevo realismo ilustrado. De la lucha contra el sistema económico feudal a la lucha contra el neoliberalismo y de la lucha contra la política de príncipes y reyes a la lucha contra el populismo actual.
Este nuevo realismo ilustrado combate el relativismo amparado en la noción de que la verdad no existe con las nociones de realismo especulativo o nuevo realismo de autores como Maurizio Ferraris o Markus Gabriel, entre otros. Combate al sistema neoliberal de crecimiento económico con un sistema de desarrollo económico basado en el modelo GALA de Amartya Sen y escudados en los supuestos del desarrollo sostenible. Y combate el sistema populista de las emociones con una vuelta a reconocer el papel importante de la razón y el pensamiento crítico.
El nuevo realismo ilustrado vuelve a rescatar los universales frente al relativismo. Existe una realidad independiente del sujeto. Atendiendo a algunas de las ideas de Maurizio Ferraris entendemos que la ontología (lo que hay) precede a la epistemología (lo que conocemos). Existe una realidad (existe un lo que hay) y podemos llegar a conocerla, unas veces con más acierto y otras con menos, por lo que la realidad no es una construcción subjetiva sino una entidad objetiva por descubrir. Existe una realidad inemendable que choca con la arbitrariedad, una esfera real independiente de las interpretaciones. En definitiva, lo que está enfrente a nosotros no puede ser corregido o transformado a través del mero recurso a esquemas conceptuales. Hay un mundo externo respecto de nuestra mente, de nuestros esquemas conceptuales. La ontología es inemendable. Es necesaria una vuelta al realismo para contrarrestar el populismo imperante y la pérdida de la razón. El nuevo realismo, parte de la ontología para culminar en epistemología. Lo que hay es real y podemos llegar a conocerlo. Para ello rescatamos supuestos de la biología defenestrados por le consecuencialismo. Hay una débil naturaleza humana. Débil en el sentido de moldeable pero no por ello inexistente.
Si deseamos que el ser humano vuelva a ser libre hemos de ostentar el poder y para ello modificar los modelos ideológicos, económicos y políticos posmodernos. El conocimiento nos conduce a la verdad y esta a la libertad y la luz. Alejémonos de la nueva oscuridad posmoderna a través del realismo ilustrado, pues aunque nunca será la solución definitiva, puede al menos frenar el avance y tornar el péndulo hacia el conocimiento, la deontología y la verdad.
viernes, 2 de abril de 2021
Volver a lo sólido. Contra la posmodernidad y el neoliberalismo. Advertencias a la pedagogía.
Leer al sociólogo y filósofo Zygmunt Bauman, en obras como “Amor líquido” o “Sobre la educación en un mundo líquido”, es, desde mi punto de vista, vislumbrar una mirada taciturna, una añoranza de lo sólido. La contraposición entre líquido y sólido, es el antagonismo entre las instituciones asentadas y la fragilidad de la verdad. Entre la estabilidad y la inseguridad, entre las relaciones humanas y las conexiones humanas. Ante lo líquido, todo se desmenuza, se parcela, se descompone; la Episteme deja paso a la Doxa, el conocimiento se rinde a la mera opinión, a los eslóganes poco madurados pero fáciles de subsumir. Todos tenemos razón y nadie tiene razón, el “todo vale” se asienta como la única verdad incontestable.
Bauman achaca esta liquidez a los sistemas basados en el individualismo,
en el miedo y en el frio pragmatismo, adjetivos que entroncan con el llamado neoliberalismo. Un sistema basado en el
mercado, para el mercado y por el mercado, donde lo único que importa es crecer
al menos un 3% más que en el balance anterior. Las personas consumen y son
consumidas; la velocidad no deja tiempo a la madurez. Somos hambre, un hambre
incansable que no degusta, sino que devora. Una sociedad de consumo, que como
afirma Alba Rico en su libro “Capitalismo y nihilismo: dialéctica del
hambre y la mirada”, es una sociedad de destrucción generalizada, donde no
hay diferencia entre lo admirable y lo
banal, entre lo bello y lo feo, entre la verdad y la mentira. Desde este ángulo
todo se convierte en una nada hambrienta que nos encamina a la destrucción.
La posmodernidad se alinea con el neoliberalismo. La posmodernidad
le brinda la relativización de la verdad, el “todo vale”. La Razón deja paso a
la emoción, a los populismos, la doxa; todo se deconstruye, deslizándonos, paradójicamente,
hacia un determinismo social basado en el construccionismo social y en el
paradigma constructivista. Desde esta mirada, ontológicamente, la realidad es
construida, no hay nada ahí fuera, todo está dentro de nosotros, todo es
subjetivo. Epistemológicamente, no hay conocimiento ahí fuera, está dentro de
nosotros, nosotros lo construimos, bien sea individualmente (Constructivismo) o
bien socialmente (Construccionismo social). No hay Universales donde
agarrarnos, pues todo es líquido, esponjoso, moldeable. Todo es “psicologicismo”.
La posmodernidad se alinea con el neoliberalismo. No hay verdad,
solo mercado. El nuevo ser humano se despersonaliza, pierde sus referentes,
vaga sin gravedad en un espacio líquido, donde las cosas pierden el
significado, pues son solo consumibles. Hablar hoy de Universales parece cosa
del pasado, de personas encerradas en monasterios; escolásticos trasnochados.
Pero sin Universales donde asentarnos, somos globos de helio que subimos hacia
la nada, para más tarde caer desinflados hacia lo existente, un existente que
ya no reconocemos.
Un Universal, es una idea general
que no desaparece. Yo moriré pero esa idea general permanecerá anclada a
nuestra humanidad, no de manera monolítica, sino revisable, modificable como se
modifican las montañas con el paso del tiempo, pero manteniendo su esencia de “montañedad”.
Un Universal, es aquello que afecta a
todos los individuos, independientemente de la etapa o siglo en el que se viva.
Quizás no haya naturaleza humana, como afirmaba Sartre, sino condición humana, pero para que esta condición humana
sea posible, se necesita de un mínimo de esencia, unos mínimos de
universalidad. Un mínimo exigible para poder entender, para ser realmente
libres, un ancla que no nos hunde sino que nos asienta. Pues con unos pilares
básicos podemos construirnos en y hacia la libertad. La existencia precede a la
esencia pero no la elimina.
La posmodernidad y el neoliberalismo
nos están desgastando, dejando paso a los populismos, a las pedagogías mercantilistas
y relativistas, donde los valores ilustrados quedan tachados de viejas glorias
del pasado, pues ya se venció a la razón. Dos Guerras Mundiales dieron al
traste con el compromiso de la Ilustración y la razón quedó en vergüenza,
relegada y obligada a no volver a abrir la boca.
Hoy tenemos a la emoción como
bandera, tanto en política, como en educación, por poner dos ejemplos. Y aunque
se apela a que emoción y razón son inseparables, indivisibles (Antonio Damasio ha escrito sobre esto),
la tendencia actual es menospreciar la segunda en pos de la primera. No sabemos
mantener el equilibrio, y hoy el subjetivismo emocional devora al objetivismo
racional. Quizás se piense que la balanza estaba desequilibrada a favor de la
razón y que al añadir más peso a la emoción, se produzca una especie de
equilibrio o de “Karma”, pero al hacer esto, lo único que se consigue es un
desajuste en la homeostasis que desequilibra el organismo (educación o la política)
con el despropósito de un posible colapso hacia la radicalidad entendida como extremismo (véase como lo extremo en política
ha ido creciendo, donde la emoción es el fuego y el fundamento que lo aviva).
Pero es tiempo de sobreponerse. La
necesidad de volver a lo sólido nos
impele a enfrentarnos contra los relativismos, los construccionismos y los
constructivismos. Es hora de apelar a un realismo, llamémoslo Ilustrado. Realismo ilustrado, donde la verdad
recobra su estatus. La realidad existe, cambiante pero lo suficientemente
estable como para no sucumbir al hambre enfermizo; una solidez revisable, como por ejemplo, los valores en los que se
asientan los Derechos Humanos. El conocimiento no solo es construido, sino que
permanece ahí fuera. Hay conocimiento y hay realidad, ambas sustentadas en las
ideas ilustradas de Igualdad, Libertad y Fraternidad, que junto a universales
como el Amor, son los escudos y las lanzas con las que enfrentarnos a la “liquidez”
y al “todo vale”. La episteme recobra su fuerza ante la mera doxa, ante el mero
eslogan del que defiende algo sin saber las consecuencias reales.
Los contenidos son tan importantes como los procesos. El que sabe,
tiene el valor y la responsabilidad de enseñar al que desea aprender; el que
aprende tiene que entender que hay conocimientos que merecen la pena conocer
independientemente de su utilidad marcada por el mercado. Conocer es aprender estos universales, que son
el antídoto contra el relativismo y el neoliberalismo. Memorizar es tan importante
como experimentar. Esforzarse es tan importante como aprender divirtiéndonos.
El aprendizaje por deducción es tan importante como por inducción. “Saber” es
tan importante como “saber hacer” y como “saber ser”. La directividad es tan
importante como la afectividad.
La pedagogía no puede olvidar
esto. No puede sucumbir a las modas posmodernas y neoliberales, sino la misma
pedagogía se convierte en una simple moda, vapuleada por los reveses de la innovación
constante, el emprendimiento y lo que dicte la actualidad. No puede olvidar los
pilares que ofrece la filosofía. Pilares sólidos, que ejercen de escudo “antimodas”. La pedagogía actual desea
introducir tanto a la escuela en el barrio, en la comunidad, que la inunda de
mercado, de relativismo. A veces es bueno aislar lo que merece la pena
conservar. Los grandes universales están por encima del barro de las aceras, no
dejemos que ese barro, esas modas, ese mercado, destroce lo que es digno de ser
conservado.
El neoliberalismo, el “turbocapitalismo”,
el constructivismo, el construccionismo social, tienen distintos modos de actuar,
incluso ideologías opuestas (unos defendidos por ideas de derechas y otros por
ideas de izquierdas) pero que consiguen al final promover los mismos resultados,
resultados dañinos para por ejemplo, la educación.
En definitiva, a la pedagogía se
le podría advertir con la frase popular: “ten
cuidado con lo que deseas que se puede cumplir”, pues no es lo mismo lo que
se dice que lo que realmente se está queriendo decir. Al defender ciertas ideas
o paradigmas que creemos que van a nuestro favor, o a favor de toda la humanidad,
posiblemente estemos cometiendo un “delito” contra nuestros propios
pensamientos radicales (de raíz, esenciales, profundos, sin connotación
violenta) e incluso haciéndole un flaco favor a esta humanidad a la que
pretendemos ayudar. Y cuando vean el barco naufragar, siempre se podrá apelar a
que nunca se pudo llevar a cabo tal idea defendida, por las inclemencias provocadas
de los que se oponían. Persistentemente podremos tirar de justificaciones ante
la evidencia del fracaso.
DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.