lunes, 30 de septiembre de 2013

La manipulación en las relaciones de pareja. El chantaje emocional.

Podemos definir manipulación como el conjunto de conductas y acciones encaminadas a conseguir que la otra persona piense y/o actué como deseamos, utilizando para ello mecanismo agresivo-pasivos o encubiertos/implícitos. 


Dentro de la manipulación encontramos al chantaje emocional. Este tipo de chantaje es muy común dentro de las relaciones de pareja, utilizándose para conseguir lo que se desea apelando a las emociones e inseguridades de la pareja. Para la Psicóloga Helena Lebrija el chantaje emocional es: “una forma de manipulación muy poderosa, un abuso psicológico en la cual personas afectivamente cercanas nos amenazan, directa o indirectamente, con castigarnos de alguna manera si no hacemos lo que ellos quieren. Utilizan los sentimientos como la principal arma[1]”.

La pareja manipuladora utiliza armas como el castigo: dejar de hablarnos si hacemos algo que no le agrada, dejar de besarnos, ponernos malas caras, utilizar la ironía y el sarcasmo, hace uso de una comunicación manipuladora: utiliza expresiones como: “sé que tú eres lo suficientemente lista/o como para realmente no pensar o hacer esto” o “se que tú no te enfadarías por tal cosa”  con este tipo de expresiones el manipulador intenta que reflexionemos y que si actuamos como él quiere, no se verá resentida nuestra imagen que tiene de nosotros, no se verá dañada nuestra imagen de persona inteligente, coherente o sensata. Otro tipo de expresiones puede ser: “con lo listo que tu eres, cómo puedes hacer este tipo de cosas”, también intentando que nuestra autoestima quede resentida. Otra expresión clásica de toda persona manipuladora es: “Si me quisieras no harías o dirías estas cosas”, poniendo de manifiesto que nuestras acciones son dañinas para la relación o para la pareja.

Todo manipulador desea obtener la razón y conseguir sus propósitos cambiando nuestras acciones, pensamientos y sentimientos por otros que les convienen a ellos, no utilizan la agresividad directa o explícita, por lo que incluso pueden hacer alarde de esto, diciéndonos que no nos gritan, ni que se muestran airados cuando discuten con nosotros, haciéndonos sentir mal por ello, sobre todo si hemos alzado la voz en la disputa.


Con la manipulación conseguimos que nuestra pareja cambie de opinión pero a costa de hacerla sentir mal, de mermar su autoestima y su capacidad de decidir libre y autónomamente. Cuando en una relación habita un manipulador esta está avocada al fracaso, pues el manipulador consigue lo que desea a corto plazo, minando los sentimientos positivos y amorosos, arruinando así la relación a largo plazo, conseguirá sus propósitos inmediatos pero destruirá la relación poco a poco.

Si un día te hayas manipulando a tu pareja con frases o acciones parecidas a las mencionadas, plantéate la posibilidad de que quizás ganes la disputa y consigas que tu pareja cambie de parecer, pero el coste real a largo plazo, puede acabar yendo en tu contra, fomentando el final de tu relación amorosa.  

lunes, 9 de septiembre de 2013

Templanza

Si la obsesión es un caramelo amargo que induce a la pérdida del sentido de la mesura, no debería quedarme quieto entre atónito y taciturno, tendría que salir a distraerme de los restos de tu aroma que aun asoman por mi costado.

Y hoy te despiertas distraída, extraña y fugaz, como si no quisieras pronunciar las palabras que me susurraste ayer; y yo no voy a llamarte, aunque odio estar incomunicado para ti. Siempre disponible, esa es la mayor enfermedad que corroe al deseo y por ello me escondo, por si te das cuenta que mi escondrijo es el silencio y descubres como hacerme hablar, llamándome tibiamente como casi sin que importara mucho si no estoy disponible, porque si no me hablas ahora sabes que lo podrás hacer después.

Y no encuentro la templanza que hasta ahora me ha caracterizado contigo, mis labios ya no quieren mesura , desean fervor  y descalza mi lengua te llama a golpe de saliva, pero la apago estrangulando fuertemente mis ganas de ti, hoy quiero estar lejos en la superficie aunque dentro estas pegada, aferrada a la única neurona que me quedaba sana.

Y no tenemos templo donde adorarnos, tendremos que correr por las calles como de pequeños, o esconderte bajo las faldas de la discreción. No puedo dejar de pensar en tus gritos ahogados a veces, afanosos y salvajes casi siempre, como te agarras a mi cuerpo y te balanceas rítmicamente, hasta que explotas, de nuevo vuelves en sí y me dices que me quieres. Es efímero pero verdadero.

Y no tengo templanza en mis cavidades, mi frontal ha dejado de gobernar, se deja llevar por la amígdala y me seduce la idea de salir a cazarte, pero me volveré a quedar quieto, desenmarañando este estado hasta volver a la paz interior y dormiré plácidamente, esperando que mañana vuelva a ser el chico sano y moderado que no se deja impresionar.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Calefacción y miedo.

Cambios en tu respiración, en tus pupilas, en la forma de acudir y de esperar a que el semáforo se ponga en verde, ya no caminas como antes, algo te ha tocado y ha modificado alguna de tus neuronas más aventajadas y eso me hace tan inmensamente feliz.

Me miras distinto, como esperando a que ambos juguemos a lo mismo y tienes miedo, mientras yo intento relajarte con la calefacción de mi cuerpo y sin querer te quedas casi dormida, pero despiertas súbitamente para volver a mirarme por si he vuelto a cambiar de nuevo mi estrategia, no hay estrategia, solo me dejo llevar por tu olor descafeinado con tintes de vainilla genéticamente compatible.

Yo también tengo miedo, más que nunca porque amo tu libertad, no quiero volverme un guardián de los celos de mi alcoba, porque lo insano ya me ha visitado muchas veces en el pasado y ahora que siento que la bestia se fue a las antípodas y que ni siquiera me envía postales desde Nueva Zelanda, no quiero despertarme mañana y tenerla de nuevo mirándome con sus ojos rojos encolerizados dispuesta a transformarme de nuevo en la “insanidad” personificada. Por eso estoy sinceramente asustado, pero con un cosquilleo en el estomago cada vez que de reojo vislumbro tu sonrisa lisonjera.

Pero intentamos negar lo evidente y lo sabes, que algo ha cambiado entre los dos, que necesitamos otras cosas del otro, necesitamos su sombra, su cobijo, su anhelo, su escaparate azul, su cuerpo desnudo con gotas de sudor silencioso, pues las paredes oyen tus gemidos y nos delatan, que nadie sabe que estas en casa escondida, vistiéndote pero queriendo seguir desnuda, contraponiendo los designios del hoy con las ganas del mañana y nos tenemos muchas ganas, todas las ganas, es lo que te apetece, muérdeme otra vez pero esta vez que la sangre no pare.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Breve manual del buen seductor. Trece estrategias/conductas que todo gran seductor/a ha de tener en cuenta.

La seducción es el arma que el ser humano ha utilizado a lo largo de su periplo evolutivo para atraerse mutuamente.

La historia nos muestra una serie de personajes masculinos y femeninos que han dado rienda suelta a su poder de seducción, desde el famoso Casanova, nombrado como el héroe absoluto de la historia libertina, donde en sus Memorias menciona a 122 mujeres con las que habría mantenido relaciones eróticas, pasando por una serie de cortesanas europeas que seducían y mantenían contactos amorosos con diversidad de amantes como María Bolena (1499-1543) que mantuvo una gran cantidad de relaciones amorosas, Lola Montes (1818-1861) que tuvo por amantes a la mayoría de coronados de su tiempo, la cortesana Ninon de Lenclos[1] (1616-1705) que conquistó cerca de 5000 amantes, hasta el mismísimo Don Juan, el gran seductor español que atrapaba bajo sus encantos a cientos de mujeres.

Así pues gran parte de la historia de la humanidad ha enfocado la seducción como un mecanismo previo a la relación  puramente sexual. Casanova[2] seducía para conseguir introducirse en el lecho de sus damas conquistadas, por lo que la seducción ha estado enfocada a la sexualidad como objetivo final.

Hoy día podemos entender la seducción de manera más amplia, como un encuentro deseado entre dos personas que quieren conocerse mejor, entenderse y fusionarse en un terreno más extenso que el puramente sexual, por lo que la sexualidad puede ser necesaria pero no suficiente. Aunque está claro que la seducción también puede llevarse a cabo para mantener un contacto sexual sin mayores pretensiones, cortejar para el acto sexual, pero como decimos, la seducción puede ampliar sus objetivos, enriqueciéndose del contacto emocional, cognitivo y erótico.

Y todo buen seductor/a ha de tener en mente una serie de conductas y estrategias para llevar a cabo su cometido seductivo, estrategias con las que podrá encandilar con eficacia y eficiencia.

A continuación expongo las trece conductas y estrategias que podemos llevar a cabo para iniciar contactos atrayentes y seductores positivos. Veamos las estrategias y comportamientos más comunes de los seductores/as eficaces:

©      El seductor/a se convierte en la imagen idealizada que el otro anhela. El seductor intentará aparentar ser como al seducido le gustaría ser, como afirma Vallejo-Nágera[3]: “Los seductores poseen lo que nos falta, ostentan cualidades que nutren nuestro lado psicológico más carente”.

©      Juega al acercamiento-alejamiento. El seductor se hace tangible, cercano, tocable, deseable, pero poco después se aleja, huye, se esconde, creando confusión y la necesidad de ser buscado. Juega constantemente con el sentimiento de posesión y pérdida.

©      El seductor/a observa, comprende y empatiza con el seducido. Imita gestos, escucha activamente con el fin de generar máxima confianza,  creando un ambiente de sintonía mutua. El seducido tiene la sensación de conocer de toda la vida al seductor (aunque apenas hayan pasado unas horas desde el primer encuentro), sin saber bien cómo ni por qué, puede abrirse a él de forma espontánea, producto de la sintonía que provoca la empatía y la imitación de los gestos (isopraxis[4]).

©      El seductor/a no muestra interés explicito en el seducido. Como afirma la misma autora anteriormente citada: “bajo ningún concepto el destinatario debe sospechar que está siendo intencionadamente seducido”. Sino que debe creer que está bajo los efectos de cierto magnetismo incontrolado carente de propósitos explícitos.

©      El seductor/a muestra interés. Pronuncia el nombre del seducido para llamar su atención, muestra su interés y expresa que entiende los entresijos mentales del otro, da muestra de que no es un enemigo, provee de placer al seducido, aporta seguridad, autoestima y diversión, se convierte en un ser imprescindible de enorme valor.

©      Juega a conectarse y desconectarse del otro. Como dice Vallejo-Nágera: “alterna momentos de sintonía total con otros de frialdad, inyectando en el destinatario el pánico a la pérdida y, con ello, garantizando su apego psicológico”.

©      Un buen seductor/a debe tener en cuenta dos cuestiones: conocerse lo mejor posible así mismo para sacar el máximo partido a sus fortalezas y conocer a la persona que va a seducir, sus carencias y sistemas de defensa.

©      Mantiene una autoestima equilibrada. No peca de soberbio, ni de vanidoso, no muestra una autoestima demasiado elevada que pueda apabullar al otro, pero tampoco se muestra débil e inseguro. Enseña con su comunicación no verbal que está tranquilo y confiado, las derrotas y los desplantes no desquebrajan su autoestima, sabe que a veces uno consigue sincronicidad y otras veces no se alcanza, por ello las pequeñas derrotas las vive como nuevas experiencias de las que aprender.

©      Respeta su propia independencia. La seducción no es la única afición que ocupa todo el tiempo del seductor, hace otras cosas, llena de valor su vida, sabe que puede vivir solo, sigue desarrollándose como persona. Y al desarrollarse como persona puede mostrar aun más valor y parecer una persona más interesante a la hora de mantener conversaciones seductoras.

©      El seductor/a baraja diversas estrategias. No utiliza una sola estrategia de seducción, baraja, prueba y se expone con nuevas formas de atraer. Cambia de look, de ambiente, etc.

©      Saca partido a su atractivo. Somos seres que nos gusta fijarnos en el atractivo de los demás, por lo que debemos cuidar nuestro look y proyectar una imagen adecuada a las personas que deseamos seducir. No importa tener unos kilos demás si sabemos conjuntar y mostrar nuestras fortalezas tanto físicas como intelectuales, destacando nuestros mejores rasgos, eligiendo la ropa que mejor nos sienta, incluso con la que nos sintamos más cómodos y seguros con nosotros mismos.

©      El seductor/a se muestra cercano y receptivo. Para seducir se necesita estar mental y físicamente abierto, con una comunicación no verbal que induzca al acercamiento, nada de brazos y piernas cruzados, ni barreras (como coger la copa y ponerla delante de nuestro cuerpo), sonrisa sincera y brazos abiertos que manifiesten nuestras ganas de conocer a los demás y que no muestre que somos agresivos, prepotentes o inseguros. 

©      El seductor/a honesto consigo mismo elige bien y no hace daño a los demás. El buen seductor no seduce a lo loco, pues sabe que solo está bien y que la finalidad de la seducción es el encuentro con alguien que también desea seducir y ser seducido, anhela un encuentro valioso, justo y placentero, lejos de la vanidad del ego, la hipocresía y la falta de sinceridad. El buen seductor no desea dañar a los demás, no quiere vanagloriarse de sus conquistas, no conquista por el mero hecho de conquistar y subir su autoestima a costa de los sentimientos de los demás.

A grandes rasgos estas son las estrategias y comportamientos generales que todo buen seductor/a utiliza cuando mantiene contactos con las personas de su interés. Utilícelas de forma sana, placentera y provocativa, en sus manos queda.



[1] Datos hallados en: Dannan, M. (2013). 1000 curiosidades sexuales. Descubra secretos eróticos que evitarán que se convierta en una persona aburrida y fría. Robinbooks: Barcelona.

[2] Aunque no ocurría lo mismo con Don Juan, pues este solo deseaba seducir, solo buscaba la conquista, el sexo no era su objetivo final. Para algunos estudiosos, este comportamiento de Don Juan muestra en esencia su animadversión al género femenino, al cual seducía para hacer sufrir, con la obsesiva conquista y daño posterior tras el abandono y la indiferencia.

[3] Datos hallados en: Vallejo-Nágera, A. (2008). Psicología de la seducción. Espasa Calpe: Madrid.

[4] Nos sentimos atraídos por personas que se comportan como nosotros pues esto induce a una sincronía que relaja, que hace que dos personas parezcan más similares y cuyo significado es: “Soy igual que tú. No supongo ningún peligro. Confía en mí”.

viernes, 16 de agosto de 2013

La eyaculación femenina y el Punto G: ¿mito o realidad?

La sexualidad femenina ha sido tabú durante muchos siglos, siendo el movimiento feminista el revulsivo necesario para que se comenzara hablar de esta. Y una de las cuestiones que quedaba pendiente ha sido la posibilidad de que la mujer, al tener un orgasmo, expulsara un fluido parecido al líquido segregado por la próstata en hombres, lo que los expertos han denominado, eyaculación femenina.

En la actualidad en ciertos círculos científicos aún se debate sobre la existencia o no de esta, pero para expertos como Sharon Moalem: “la existencia de la eyaculación femenina es ampliamente aceptada por la comunidad científica”[1], por lo que la cuestión parece que se va resolviendo, la eyaculación femenina es un hecho más que un mito.

¿Y por qué las mujeres pueden segregar este fluido? Según las investigaciones realizadas, la eyaculación femenina es posible en mujeres que poseen un grupo de glándulas que se asemejan o equiparan a la próstata masculina, como afirma el propio Moalem: “la eyaculación femenina tiene un claro parecido familiar con el fluido prostático, desde un punto de vista químico”. Así pues ciertas mujeres poseen glándulas que segregan este líquido que químicamente se asemeja al producido por la próstata masculina. ¿Y dónde se sitúan estas glándulas? Al parecer, en el mismo lugar en el que Ernst Grafenberg  descubrió que existía un punto de máximo placer dentro de la vagina de la mujer al que llamó Punto G. Sabemos que en hombres, la estimulación de la próstata puede proporcionar gran placer, pues en un porcentaje elevado de mujeres, la estimulación de estas glándulas prostáticas genera unas sensaciones similares y placenteras. Estas glándulas se sitúan en el interior de la vagina, al principio, a lo largo de la pared superior de esta (si la mujer está tumbada boca arriba, es la zona cercana a la barriga). Muchas mujeres que son estimuladas en la zona descrita, afirman percibir cierta necesidad de orinar, por lo que suelen poner freno a la sensación parando la estimulación, al creer que si continúan podrían orinarse, pero lo cierto es que la estimulación continuada no les produce la micción sino la aparición de esta eyaculación femenina, es por ello que posiblemente algunas mujeres, al frenarlo, no tengan la vivencia de la expulsión de este líquido.

¿Y para qué le sirve este líquido a la mujer? Por lo visto, su función básica es prevenir infecciones en el tracto urinario, producidas en gran medida por las propias relaciones sexuales. Las mujeres tienen una tendencia mayor a padecer infecciones urinarias, por lo que la eyaculación femenina, debido a los compuestos químicos que posee, podría defenderlas de posibles infecciones.

En la actualidad no hay un consenso científico unánime sobre la existencia del punto G, entre otras cuestiones, porque los estudios realizados no han observado una constante en todas las mujeres con las que se han llevado a cabo los experimentos, es decir que no todas las mujeres manifestaban tener este punto. Pero por otro lado, tiene sentido que, si las mujeres poseen glándulas prostáticas, la estimulación de estas glándulas a parte de producirles la segregación del mencionado líquido, también pueda proporcionarles un intenso placer. En definitiva, la eyaculación femenina en muchas mujeres es un hecho real, y en ciertos casos, el placer al ser estimuladas en un punto concreto de la vagina, puede proporcionarles cierto goce adicional en sus relaciones eróticas.



[1] Datos hallados en: Moalem, S. (2009). Las razones del deseo. Ariel: Barcelona.

miércoles, 17 de julio de 2013

La importancia de la mente sobre la intensidad de percibir orgasmos.

El ser humano es un ser fisiológico, emocional, perceptivo, sensitivo y con un talante especial para dejarse llevar por su propia sugestión, y todo esto influye a la hora de percibir la intensidad de un orgasmo.

Estudios realizados con mujeres, demuestran que la intensidad fisiológica muchas veces no se corresponde con la intensidad psicológica del placer producido por un orgasmo, es decir, en más de una ocasión, algunas mujeres en las que sus cuerpos habían marcado mucha actividad fisiológica (intensidad orgásmica medida con aparatos que registraban los cambios fisiológicos que produce el orgasmo), no reportaban haber sentido mucho placer,  y en cambio en otras ocasiones en las que fisiológicamente apenas se había registrado indicios de orgasmo, estas manifestaban haber sentido un intensa sensación orgásmica. Estos datos demuestran que la mente y el cuerpo en incontables ocasiones viajan por senderos dispares.
¿A qué nos conduce este hallazgo? A pensar que realmente una relación erótica placentera está condicionada en gran medida por la sugestión, las expectativas y la condición psicológica, dejando en un lado secundario lo más puramente fisiológico. Por lo que podemos concluir, que por ejemplo, la manida discusión sobre el tamaño de pene,  si da más placer o menos según su longitud y grosor, puede resolverse de manera satisfactoria si separamos la fisiología de la psicología:

Ø  Fisiológicamente: los genitales de la mujer están preparados para sentir placer, prácticamente y en exclusiva, en los cuatro primeros centímetros (clítoris, labios, entrada de la vagina ...) por lo que el tamaño del pene es irrelevante.

Ø  Psicológicamente: va a depender de las expectativas, sugestión y creencias acerca del tamaño, es decir, si la mujer fantasea con un tamaño grande, muy posiblemente la visión de este va a condicionar su respuesta ulterior, sintiendo más placer psicológico, por el mero hecho de percibir el tamaño grande como más placentero.

Lo que nos lleva a pensar que puede haber mujeres a las que la visión del pene les agrade y aumente más su placer psicológico y a otras mujeres a las que la visión de dicho miembro les repulse y deseen mantener el menor contacto posible con este. El primer tipo de mujer podemos denominarlo “propene” y al último “antipene”, siempre moviéndonos en una escala gradual, donde el punto medio se situarían las mujeres que ni les agrada ni les causa rechazo. Posiblemente aquí nos encontremos también con mujeres  que fluctúan entre la erotofilia y la erotofobia[1], según su agrado o rechazo del miembro viril, aunque por supuesto, está relación no se cumpla en todas las circunstancias. En cualquier caso, es importante saber que en una relación erótica, el pene es solo un factor más del juego, ni el único, ni el protagonista, las relaciones basadas únicamente en la genitalidad pierden parte de su potencial, pues dejan de lado otras manifestaciones eróticas de gran magnitud, que aportan a la relación mayores satisfacciones.

En definitiva, nuestra mente es la gran protagonista en cada encuentro erótico que mantenemos, es la que nos sugestiona favorable o desfavorablemente; nuestras expectativas pueden alentarnos hacia un orgasmo supremo o hacia la hecatombe, un mismo sujeto puede ser el mayor amante para alguien en concreto y un amateur para otra persona, pues todo depende de lo que llevemos en nuestra mente antes de comenzar la relación erótica. Por lo que no estaría demás despejar la mente y dejarse llevar por las sensaciones.



[1] Erotofilia: actitud positiva que mantenemos con respecto a todo lo sexual y erótico, no albergando sentimientos de culpa, ni rechazo sobre estas conductas, por lo que las personas erotofílicas pueden hablar abiertamente de sexo, sin sentirse mal por ello.
Erotofobia: actitud negativa hacia todo lo sexual y erótico, que conlleva a que las personas se sientan culpables al hablar de sexo o mantener conductas de esta índole.

sábado, 13 de julio de 2013

La actitud del psicólogo/sexólogo: entre la sistematización y la empatía.

En las Universidades a  los psicólogos  nos intentan enseñar cómo funciona el cerebro humano, cómo son los procesos motivacionales, la memoria, la atención, los tipos de trastornos de personalidad, las etapas del desarrollo de ser humano, pero apenas se comenta o no se estudia lo suficiente cómo ha der ser nuestra actitud ante los pacientes y ante la terapia que vayamos a desarrollar, y esta actitud va a marcar considerablemente el tipo de alianza terapéutica que entablaremos con nuestro cliente[1].

Podemos definir la alianza terapéutica como el grado de colaboración que consigue establecer el terapeuta con respecto al paciente, esta alianza es tan importante que puede llegar a predecir el éxito o fracaso de la terapia, pues si este se muestra colaborador y receptivo es más probable que los tratamientos conlleven al éxito esperado. La alianza significa que el paciente confía en su terapeuta y está dispuesto a colaborar con él para llegar a la mejoría esperada.  Como afirman Sergi Corbella y Luis Botella: “Bordin (1976) definió la alianza como el encaje y colaboración entre el cliente y  el terapeuta e identificó tres componentes que  la configuran: (a) acuerdo en las tareas, (b) vínculo positivo y (c) acuerdo en los objetivos[2]”.

Y estos tres componentes pueden conseguirse con el paciente si el psicólogo o sexólogo posee un talante sistematizador y una capacidad empática equilibrada.

Por sistematización vamos a entender, la capacidad del terapeuta de establecer pautas metodológicas estables, basadas en la investigación científica y corroborada por la práctica profesional. Para Simon Baron-Cohen: “Sistematizar es entender y desarrollar un sistema (…) un sistema entendido como todo aquello que está gobernado por unas reglas que especifican unas relaciones de entrada-operación-salida (…). La sistematización, por tanto, requiere una observación detallada[3]. Es la capacidad que tiene el psicólogo de establecer relaciones del tipo “Sí ocurre X, entonces Y”. Este proceso se consigue con la observación sistemática y la escucha activa del paciente, apoyándose en herramientas como hojas de registros, grabadoras y todo aquel utensilio válido para detallar los elementos necesarios para instaurar una buena terapia.  La sistematización es una herramienta fundamental que ha de poseer un profesional, pues le ayuda a mantener unas bases estables amparadas por el rigor científico; la carencia de sistematización puede  provocar el riesgo de convertir las sesiones de terapia en meras charlas coloquiales. Pero un psicólogo/sexólogo que solo basa sus terapias en la capacidad de sistematización, cae en el error fundamental de no poder promover un acercamiento efectivo, puesto que se convierte en un burdo robot analista que no es capaz de validar  a su paciente. Por ello se hace necesario adquirir un equilibrio entre la sistematización y la empatía.

La empatía es la capacidad que tenemos de ponernos en el lugar del otro, de sentir lo que el otro siente, como afirma Baron-Cohen: “La empatía es sintonizar de una forma espontanea y natural con los pensamientos y sentimientos de otra persona, sean los que sean (…) leer la atmosfera emocional que rodea a la gente[3]”. Con la empatía podemos validar con sinceridad el sufrimiento y la preocupación de nuestro paciente, creando un clima de afecto y confianza que ambos pueden percibir en la consulta. El paciente va a sentirse comprendido y aceptado, estos sentimientos son las piedras angulares iniciales para establecer la alianza terapéutica en condiciones óptimas. Sin la empatía adecuada corremos el riesgo de espantar a nuestros pacientes, pues no seremos capaces de establecer una comunicación tanto verbal como no verbal reciproca, dejando escapar la simbiosis y la complicidad absolutamente necesarias para que este se sienta cómodo, comprendido y valorado. Pero un exceso de empatía puede perjudicar al profesional, ya que pierde de vista la objetividad necesaria para ayudar o asesorar, pues una empatía superlativa puede cegarnos y apabullarnos provocando que mantengamos una relación diferente a la esperada como profesionales. Con empatía pero sin sistematización, nos convertimos en meros amigos de nuestros pacientes, algo que de ningún modo debe ocurrir en consulta.

En definitiva, los profesionales de la psicología/sexología deben equilibrar ambos componentes para que puedan realizar su trabajo de forma eficaz y eficiente. Han de tener en cuenta que la sistematización es un elemento completamente necesario, pues incita a que basen sus actos en hechos científicos y la empatía promueve un clima adecuado entre el paciente y el profesional. Y como todo en esta vida, ni los excesos ni las carencias llevan al equilibrio y el equilibrio es la pieza principal para que todo funcione de forma adecuada.



[1] Paciente o cliente, según en el marco de referencia que deseemos ubicarnos. Dependerá de la idiosincrasia del terapeuta.
[2] Datos hallados en: http://www.um.es/analesps/v19/v19_2/04-19_2.pdf Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y evaluación. Anales de psicología
2003, vol. 19, nº 2 (diciembre), 205-221.
[3] Baron-Cohen, S. (2005) La Gran Diferencia. Cómo son realmente los cerebros de hombres y mujeres. Amat: Barcelona.

miércoles, 10 de julio de 2013

El hombre que se perdió a sí mismo. El nuevo rol del hombre moderno.

El hombre, ese ser al que le tocó defender su origen masculino, su virilidad, su porte, su saber estar, ese hombre se encuentra hoy más perdido que nunca.  No hay referentes, ha de basarse en lo que conoce de sus antepasados y esas lecciones han quedado obsoletas, caducas y rancias.

Están desorientados, confusos, pues por fin pueden demostrar sus sentimientos, sus inseguridades, sus contratiempos, pero han de seguir mostrándose fuertes, decididos, seguros, ahora sienten que dan un paso hacia delante en el progreso, pero que este se tambalea pues no hay referentes, ni pilares que indiquen que van por buen camino.

Tantos años de patriarcado han dejado su huella profunda, en la rigidez masculina. Todo estaba claro, era sencillo, podían con su rol, eran los que traían el dinero a casa, los que gestionaban las decisiones, los que pedían sexo, los super machos hipersexuales. Hoy ya no se les pide nada de eso (aunque lo de hipersexuales sigue vigente), a estos supermachos se les compara ahora como a algún tipo de homínido pasado de moda ¿Y qué se les pide? Que sean más flexibles, que sepan ser empáticos, que comprendan a los demás, que muestren sus emociones, que expresen sus inseguridades, pero sin pasarse. Pues algunas mujeres aseguran que lo que más les puede hacer descender su deseo sexual es estar ante un hombre quejica, lleno de inseguridades. Y no sabemos manejarnos. Algunos colectivos masculinos ya empiezan a reivindicar que no son tan hipersexuales como se les han tachado durante generaciones, asegurando que piensan en sexo incluso menos que ellas, y por las reminiscencias ideológicas sociales, esto les causa problemas de identidad, de ansiedad, piensan que no van a poder complacer a sus esposas, amantes y parejas, padeciendo de eyaculación precoz o retardada, por un control excesivo de lo que están haciendo para agradarlas en vez de relajarse y dejarse abandonar de forma “egoístamente funcional”. Hemos pasado del “no me importa si mi mujer siente placer” al excesivo empeño de la virilidad masculina por hacer gozar a la pareja sin pensar en nosotros mismos. Posiblemente las generaciones futuras alcancen ese equilibrio del que carecemos, pues esto aun nos viene grande.

No es la primera vez que escucho de la boca de una mujer que qué nos pasa ahora a los hombres que andamos como perdidos, y es cierto, nos hemos perdido a nosotros mismos. La gran mayoría sabemos que el cambio era necesario, el progreso nos indica que debemos modificar nuestras conductas obsoletas, siempre para mejor, pero pedimos paciencia. Aun no sabemos cuándo debemos reír y cuándo llorar, cuándo podemos hablar de nuestros sentimientos e inseguridades y cuándo mostrarnos fuertes. Hablamos cuando nos toca callar, nos sentimos indefensos, inseguros, con quejas existenciales y no sabemos a quién contárselo.

Lo único cierto es que el hombre moderno es un bebé recién nacido y que las mujeres actuales no van a poder disfrutar de este nuevo ser en perfecto equilibrio, eso ya lo probarán las hijas de sus hijas, cuando el hombre integre de una vez por todas, sus facetas propiamente masculinas con las femeninas (roles marcados por la sociedad como masculinos-femeninos), en un compendio equilibrado de madurez y sexapil inigualable, pero eso es el futuro, mientras, sigan ayudándonos, que falta nos hace.

lunes, 1 de julio de 2013

¿Cómo puede afectar la ansiedad a nuestras relaciones sexuales? Sexo y ansiedad.

La ansiedad es una respuesta innata de corte fisiológico, psicológico y conductual que aparece ante las demandas externas y cuyo objetivo fundamental es la supervivencia. Cuando nuestro organismo intuye que estamos en peligro el sistema nervioso simpático se activa, provocando que el circuito de la ansiedad se inicie para reaccionar de forma eficaz a dicho estimulo, por lo que gracias a la ansiedad reaccionamos huyendo o atacando, en definitiva nos ayuda  a sobrevivir.

Así pues tiene una función positiva, pero cuando este estado de ansiedad se dispara de manera continua y ante estímulos que realmente no son peligrosos, tanto la ansiedad como el estrés pueden afectar de forma negativa al organismo, pudiendo llegar a convertirse en un trastorno de ansiedad.


Los síntomas de la ansiedad aparecen porque el sistema nervioso simpático se ha puesto en funcionamiento, este sirve para activarnos y sentimos entre otras manifestaciones: palpitaciones, sudoración, respiración dificultosa, nauseas, malestar abdominal, miedo, pérdida de control, etc.  Por lo que una activación prolongada de estos síntomas pone en riesgo nuestra salud física y psicológica, afectando  a diferentes parcelas de nuestra vida cotidiana, entre las cuales puede estar nuestra vida erótico-sexual.

La ansiedad puede tener unos efectos nocivos, provocando una serie de problemas sexuales[1] como inapetencia sexual, pues la activación del organismo al pensar en el estimulo que provoca la ansiedad puede bloquear las ganas de mantener relaciones sexuales. También puede provocar disfunción eréctil y eyaculación precoz, estas disfunciones tienen sus raíces en la ansiedad, pues detiene la respuesta de erección e interfiere en el mantenimiento de esta una vez alcanzada o causando una eyaculación temprana, por una sobre-activación del sistema nervioso simpático. Otro problema que provoca puede ser la disfunción orgásmica, ya que en esta existe una ansiedad adquirida que interfiere en el funcionamiento normal del reflejo orgásmico, puede ser debido a una ansiedad situacional asociada con el miedo a la intimidad interpersonal, ansiedad crónica por estrés acumulado, ansiedad secundaria derivada del miedo al fracaso sexual (temor a no rendir adecuadamente) y ansiedad provocada por conflicto moral.  También provoca la aparición del vaginismo[2], por altos niveles de estrés y ansiedad asociados al miedo al dolor, daño o embarazo o por historial de trauma sexual, problemas con la sexualidad o conflictos morales. El circulo vicioso que suele producirse en este caso es que tras el primer intento de penetración fracasado, el dolor y la ansiedad se generalizan en los futuros intentos, perpetuando una tensión que irá en incremento cada nueva vez que se intenta, consolidando al fin el vaginismo.

En definitiva tanto la ansiedad general como la anticipatoria afecta de manera negativa a la hora de iniciar o mantener relaciones eróticas, como afirma Kaplan: “La ansiedad y la culpa pueden hacer que una persona evite la vida sexual y/o restrinja su conducta sexual[3]”.



[1] Datos hallados en el Manual Terapéutico sobre el tratamiento de las disfunciones sexuales de la AEPCCC
[2] El vaginismo es un problema sexual femenino, en el que los músculos de la vagina se contraen de tal manera que la penetración (de un dedo, el pene o incluso un tampón)  se hace difícil, dolorosa o incluso imposible.
[3] Datos hallados en: Kaplan, H. (2010). Manual ilustrado de terapia sexual. La solución a los trastornos sexuales más comunes. Debolsillo: Barcelona.

viernes, 14 de junio de 2013

Ley de transparencia en las relaciones de pareja ¿Debemos contárnoslo todo?

Según 20mintuos. es, hay 93 países en el mundo que poseen leyes de transparencia[1]. Estas se pueden definir como una serie de leyes que regulan el acceso de los ciudadanos a obtener información sobre los gobiernos y sus administraciones, información que atañe por ejemplo al dinero que los gobiernos gastan provenientes de los contribuyentes. En definitiva, son unas leyes que intentan desterrar la opacidad de las gestiones de los gobiernos.

Si transferimos esta idea al mundo de las relaciones de pareja, la ley de transparencia supondría que la perspectiva ideológica de las parejas debe asentarse en el pilar de la sinceridad, por lo que han de contárselo todo o por lo menos ser lo más honestas que puedan.

La honestidad es un pilar básico en toda relación sana que se precie, pero para ser honestos, ¿debemos contar absolutamente todo lo que nos acontece, pensamos o sentimos? Algunas emociones, a veces, son fugaces, ilusorias e incluso nos pueden llevar a conclusiones falaces, entonces ¿por qué atormentar a nuestra pareja diciéndole todo lo que se nos pasa por la cabeza en un momento determinado?

Para muchos expertos en terapia de pareja, lo ideal sería poder quedarnos, para nosotros, ciertos pensamientos, sensaciones y emociones, ya que al contarlos puede que perjudiquemos a la pareja y a la relación, sabiendo además, que gran parte de estas emociones o sensaciones pueden ser pasajeras. ¿De qué le sirve a nuestra pareja saber que hay un/a nuevo/a compañero/a de trabajo que es guapísimo/a o graciosísimo/a? Conociendo a nuestra persona amada podemos obviar cierta información que pueda serle perjudicial, asentándonos siempre en el pilar de la honestidad, sin llegar a mentir, ni a falsear la realidad, de modo que acabemos manipulando a nuestra pareja, puesto que hay información que puede soslayarse, pero otras informaciones son necesarias para que la relación se inscriba en la sinceridad, ejemplo: no es lo mismo ver a un compañero de trabajo bello que empezar a tener una aventura con él.

Lo importante es saber calibrar donde está la honestidad no dañina, de la falta de respeto con respecto a la información que deseamos dar al otro. Cada pareja tiene sus propias leyes y acuerdos, sus propios puntos débiles y grandezas.

En definitiva, si utilizamos una ley de transparencia en nuestra relación, quizás esta debería contener una clausula con la que podamos reservarnos cierta información que pueda dañarla o deteriorarla,  pues no todo lo que se cuenta a la pareja va en beneficio de la relación.

martes, 11 de junio de 2013

Libros sobre el amor y psicología (tercera parte)

A continuación llega una nueva entrega de los últimos libros que he leído sobre psicología, sexología, amor y parejas, con la intención de seguir recomendando buenas lecturas para las personas interesadas en estas temáticas. Esta vez queda dividió en 4 secciones, una dedicada al amor, otra a la sexología y la terapia de pareja, otra sobre diferencias entre hombres y mujeres y un último apartado sobre otros temas interesantes de psicología.

Psicología del amor.

Valentis, M. y Valentis, J. (2005). Inteligencia romántica. Cómo ser inteligente también en el amor. Amat: Barcelona.
Utilizando las nuevas bases ideológicas de la inteligencia emocional, ambos autores explican cómo conseguir ser hábil en el amor, a través del uso de la empatía y de lo que ellos denominan inteligencia romántica. Incluye un test para comprobar si el lector es una persona inteligente en la vida y en el amor.

Pallares, E. (2012). Psicología del amor. Para comprender mejor esta fortaleza humana. Mensajero: Bilbao.
Pallares disecciona que esto del amor, basándose en las grandes teorías que circulan al respecto. Es un buen libro para iniciarse en la ciencia del amor, pues toca aspecto como los celos, la adicción al amor, la sexualidad, el amor biológico, la idealización y un largo etc. Recomendado para los que quieren una dosis amena sobre lo que se conoce científicamente en relación al amor.

Mellody, P (2012). La adicción al amor. Cómo cambiar su forma de amar para dejar de sufrir. Ediciones Obelisco: Barcelona.
No sabía si incluirlo o no, pues es de los pocos libros que me he dejado a medio ya que me resulto extremadamente tedioso, quizás porque no era el momento de leerlo. Pese a parecerme aburrido, tiene de curioso que la autora explica una teoría de la adicción basada en su propia historia personal.

Sexología y terapia de pareja.

Kaplan, H. (2010). Manual ilustrado de terapia sexual. La solución a los trastornos sexuales más comunes. Debolsillo: Barcelona.
Kaplan es una de las grandes autoras y estudiosas de la terapia sexual. Este libro sirve tanto para los expertos en sexología como para cualquier persona que desee introducirse en esta temática. De corte psicoanalista y centrada en la fuerza de la imaginación y la fantasía como grandes herramientas para tratar diversas problemáticas sexuales.

López, F. (2009) La educación sexual. Biblioteca Nueva: Madrid.
Un libro muy interesante tanto para padres, sexólogos y educadores, pues Félix nos ayuda a entender la importancia de la educación sexual tanto en el entorno familiar como en el escolar. Aporta un cuestionario sobre erotofilia y erotofobia.

Diamon, J. (2011) ¿Por qué es divertido el sexo? La evolución de la sexualidad humana. Debolsillo: Barcelona.
Un libro muy ameno que basa sus postulados en los conocimientos de la Psicología evolutiva y la antropología humana. Comenta la importancia del sexo más allá de la reproducción, lo que denomina el “sexo recreativo” y cómo este llegó a ser tan importante para nuestra especie. Habla de los papeles masculinos y femeninos en la sexualidad.

Kahr, B. (2010) Sexo y fantasías. La investigación más completa y reveladora sobre nuestro mundo sexual interior. Mr-ediciones: Madrid.
Es la investigación más exhaustiva sobre fantasías sexuales realizada en Gran Bretaña. Pone de manifiesto todo tipo de fantasías que los ingleses tienen, intentando aportar un significado psicoanalítico de lo fantaseado. Pone de manifiesto que  una de las fantasías sexuales que más se repiten, es fantasear con otra persona en la cama mientras se realiza el acto sexual con la pareja.

Barash, D. y Lipton, J. (2001) El mito de la monogamia. La fidelidad y la infidelidad en los animales y en las personas. Siglo Veintiuno: Madrid.
Aporta conocimientos científicos para demostrar que el ser humano no es monógamo, se basa en la psicología evolutiva, la antropología y la etología. Todo lo que nos aguarda tanto fuera como dentro de nosotros es pura competición, pues los genes desean competir para replicarse.

Judson, O. (2011) Consultorio sexual para todas las especies. Introducción a la biología evolutiva del sexo. Drakontos Bolsillo: Barcelona.
De una manera pedagógica y divertida, esta autora pasa consulta sexológica a muchas especies animales para que entendamos sus rarezas y sus maneras de reproducirse, desde las bacterias a los grandes mamíferos, hace un recorrido sexual de muchas especies animales para después compararlo con la especie humana. Cotilleos de la sexualidad animal.

Mesón, N. (2012) Amor, sexo y mentiras. Divalentis.
A través de la narración de diversas historias, Nieves Mesón hace un recorrido por varios pensamientos de diversidad de personas sobre el amor, posicionándose tanto desde la postura masculina como de la femenina. Son narraciones muy esclarecedoras que se pueden utilizar en terapia de pareja para que los pacientes puedan sentirse identificados.

Costa, M. y Serrat-Valera, C. (2010) Terapia de parejas. Alianza Editorial: Madrid
Un libro clásico de la terapia de pareja en España, de corte profundamente conductual que ofrece diversas herramientas útiles para trabajar con pacientes. De lectura indispensable para toda persona que desee ejercer como terapeuta de pareja.

Diferencias entre hombres y mujeres.

Gray, J. (2006) Lo que tu madre no te dijo y tu padre no sabía. Técnicas avanzadas para disfrutar de uniones más gratificantes. Debolsillo: Barcelona.
Otro libro de diferencias entre hombres y mujeres de la saga del célebre John Gray. Sigue investigando entre las diferencias que provocan que hombres y mujeres no nos entendamos, lo que suele incitar numerosos conflictos. Es más ameno que su popular libro “Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus”.

Baron-Cohen, S. (2005) La gran diferencia. Cómo son realmente los cerebros de hombres y mujeres. Amat: Barcelona.
Aporta mucha información científica para dar validez a su teoría sobre las diferencias entre hombres y mujeres, defendiendo que las mujeres son más empáticas y los hombres más sistematizadores. Hace un gran estudio sobre el autismo, como pilar de la sistematización pura.

Otros temas de Psicología

Rojas-Marcos, L. (2010) El sentimiento de culpa. Punto de lectura: Madrid.
La autora nos acerca al mundo del sentimiento de culpa inherente al ser humano, pues este nos afecta en todos los ámbitos posibles: desde la sexualidad, la afectividad, la agresividad etc. Pero el mensaje que uno acaba sustrayendo es sumamente positivo y constructivo.

Goleman, D. (2006) Inteligencia social. Kairós: Barcelona.
Basado en los avances sobre el conocimiento cerebral, Goleman aporta su teoría sobre la inteligencia señalando que el ser humano está diseñado para ser social, su cerebro está programado para comunicarse con los demás de forma efectiva y afectiva. Habla del amor, de la sexualidad, de las relaciones de pareja desde la base de la neurociencia y la psicología evolutiva. 

DELIRIOS Y LOCURA

DELIRIOS Y LOCURA

Delirios y otros problemas

Bienllegados a la pagina donde todos vuestros delirios serán recompensados con miradas de incomprensión y rechazo amable.
Nos movemos incesantemente por sendas incautas, ataques de locura anonimos y vulgaridades encendidas por el alcohol de cualquier cantina.
No vengo a vender nada de valor ni a regalar una sonrisa verdadera, vengo para quedarme sentado mientras tu disfrutas de la ignorancia de los demás.
Vengo para quedarme sentado entre tus historias de a media tarde, para escucharlas, leerlas y enmudecer al ver que todos somos tan parecidos, tan complejamente simples.....
Me siento y te escucho. Sientate y escuchate. Sentemonos a escucharnos.Escuchame si puedes.